Sujeto del enunciado - Oír

Sujeto del enunciado

Sujeto de la enunciación.

Comentario sobre un fragmento de “Observaciones sobre el informe de Daniel Lagache”

Voy a introducir el tema con una cita de un escrito de Lacan del mismo año de estas «Observaciones…» 1; se trata de «Subversión del sujeto» 2, p. 238 de la edición de 1971.

Dice: «Se concibe mejor, en nuestra deducción, que haya habido que interrogarse sobre la función que sostiene al sujeto del inconsciente, al observar que es  difícil designarlo en ninguna parte como sujeto de un enunciado, por consiguiente como articulándolo, cuando no sabe ni siquiera que habla. De donde el concepto de la pulsión donde se le designa por una ubicación orgánica, oral, anal, etc., que satisface esa exigencia de estar tanto más lejos de hablar cuanto más habla».

Si es difícil situar el sujeto del inconsciente en ningún enunciado, habremos de encontrarlo en otro lado.

En el escrito que nos ocupa, este tema es introducido por la vía de una partícula, el «ne» de la lengua de Lacan que, por ser de un estatuto incierto, ha sido algo abandonado por los gramáticos.

En ella Lacan va a encontrar en la enunciación la emergencia del sujeto, más allá de que en el enunciado se halle representado por los conmutadores, a  saber: «(…) yo, todas  las partículas y flexiones que fijan su presencia como sujetos del discurso y con ellas el presente de la cronología».

Antes de intentar un ejemplo en nuestra lengua (me refiero al castellano, puesto que no domino suficientemente el catalán como para aventurarme), quiero aclarar  que no  tengo tiempo para referirme al problema general del enunciado como campo  del  lenguaje, ni de la enunciación a diferenciar de la palabra. Tampoco entraremos en la función de la defensa en el sujeto que, ya en este texto, es situado en el intervalo significante, elemento más radical de la cadena.

He aquí el ejemplo: «Yo no te escribiré hasta que no me escribas».

Se trata de diferenciar en el acto de la producción de un enunciado, al enunciado producido y al acto de su producción para encontrar en él (el enunciado)  los  trazos dejados por el que lo produjo.

1 Lacan, J.: “Observaciones sobre el informe de Daniel Lagache: …”, Escritos II, Ed. Siglo XXI, 1975
2 Lacan, J.: “Subversión del sujeto…”, Lectura estructuralista de Freud (Escritos I), Ed. Siglo XXI, 1971

Estos conceptos: «sujeto del enunciado», «sujeto de la enunciación» están sugeridos en una exposición de Benveniste en Royaumont, tal vez en el mismo coloquio en que se presentó el informe de Lagache; en la edición castellana el artículo  no  está  fechado. Recién en 1965 aparecen formalizados en otro artículo.

El ejemplo elegido es lo más próximo al de Lacan que se nos ocurrió, ante la imposibilidad de traducir el «ne» francés. En esta frase vemos cómo el segundo «no», excede, sobra. Se entiende que se trata de «no escribirte hasta que me escribas tú»; y, por  su exceso, denuncia que, retroactuando sobre el primer «no», «te escribiré hasta que me escribas», que «no dejaré de escribirte»; cosa que, si el destinatario es una histérica, probablemente sabrá leer y hará que me agote escribiendo, en una fatiga que no será muscular porque se trata de la fatiga del sujeto, como en este mismo escrito diferencia Lacan, para referirse al correlato energético.

Este tema lo encontramos retomado en muchas partes en la obra de Lacan. Por su incidencia clínica eminente, podemos señalar su presencia en el efecto de cadena rota, de desencadenamiento,  de las frases interrumpidas del presidente Schreber.  En ella la frase se interrumpe en los conmutadores («shifter», que Jakobson tomó de Jespersen, que también se traduce «embragador»), quedando la parte propiamente léxica elidida. Por ejemplo: «Voy a… (pensarlo bien)», citado en «De una cuestión preliminar…” 3

Siguiendo la guía del texto que nos ocupa agregaré otro ejemplo: «Yo he sido abandonado, ella me amaba». Lacan usa la expresión «formas de aspecto» que se refiere a las formas perfectivas e imperfectivas (al perfectum y el infectum del latín).

Lo que el ejemplo intenta mostrar es que si la primera oración está en pretérito perfecto, es decir que la acción, el amor de ella, ha concluido ya, que  me  «ha  abandonado», la segunda: «ella me amaba», al estar en pretérito imperfecto, indica que no me atrevo, que soy cobarde ante el hecho de tener que jugarme en  la  afirmación  de que me ha amado, pero ya no.

Así entonces, si en el primer ejemplo podemos distinguir del sujeto del enunciado, representado por el «yo», la presencia efectiva del sujeto en la irrupción del segundo «no»; en el segundo ejemplo es la forma de aspecto, el imperfecto del verbo, el  que  hace aparecer al sujeto en tanto sujeto para el psicoanálisis, permitiéndonos distinguir el sujeto de lo cumplido del enunciado, de la presencia del pasado en la enunciación, en la enunciación de ese «amaba» imperfecto, incapaz de enterrar el pasado, como se dice.

Ahora bien, estos rastros del sujeto de la enunciación sólo aparecen a partir del momento en que hablo y, como dice Lacan en «La ética…», no en el momento que soy hablado, es decir si estoy a nivel del inconsciente. Esto permite diferenciar entre función del discurso (allí donde estos rastros, diferentes de los shifters, pueden aparecer) y la función de la palabra (en tanto el sujeto pueda representarse en ella).

3 Lacan, J.: ”De una cuestión preliminar a todo tratamiento posible de la psicosis” Escritos II, p. 225 Ed. S.XXI 1975
 

Pueden leer una formalización mayor de este tema en el Seminario XI «Los cuatro conceptos…» de 1964-5, es decir cuatro años después del escrito que nos ocupa, y la hace cuando trabaja la falsa paradoja del «yo miento», y el débil estatuto del  «cogito» cartesiano.

Este tema tiene implicaciones  y  desarrollos  de  gran  importancia  como  su  relación con   la   defensa   que   ya   indiqué,  o  con   la Bejahung   (afirmación)  y  la Verneinung (denegación). Sin embargo me he reservado unos minutos para hablar, de manera extremadamente sucinta, de otras dos direcciones de desarrollo.

En primer lugar el problema del tiempo que puntuaré  en  Freud,  de  la  siguiente forma: 

1) Un inconsciente del que en 1915 dice que «no tiene ninguna relación con el tiempo», paradoja que, en sentencia lacaniana, podríamos decir que es  un tiempo que no cesa de no inscribirse. 

2) Die Nachtraglichkeit (del Hombre de los Lobos) que Lacan, no sin pensárselo, tradujo  como «après-coup» y que podemos encontrar traducido como retroacción o  «a-posteriori», concepto fuerte, subversivo, que cuestiona  el  presente como eje de orientación. 

3) Otra concepción, quizás más difícil, implicada en la presencia de la “pulsión de muerte”.

También en Lacan podemos señalar al respecto: 

1) El tiempo como está tratado en el «Aserto de certidumbre anticipada» 4 o tiempo de  coordinación  con  el  otro  de  lo  que sucede en el campo del Otro, en la emergencia del sujeto, y que es donde se  presenta la función  de la  prisa. 

2)  El tiempo del futuro anterior de «Función y campo…» 5, tiempo «de lo   que  habré  sido  para  lo   que  estoy  llegando  a  ser». 

3)  El après-coup tratado en el Seminario XI «Los  cuatro  conceptos..»  como  temporalidad  metonímica,  como  pulsación del inconsciente, en tanto que «al nacer con el significante, el sujeto nace dividido» 6.

4 Lacan, J.: “El tiempo lógico y el aserto de certidumbre anticipada” en “Lectura estructuralista de Freud” Ed. S. XXI, 1971.
5 Lacan, J.: “Función y campo de la palabra y del lenguaje en psicoanálisis” en “Lectura estructuralista de Freud” Ed. S. XXI, 1971.
6 Lacan, J.: “Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis”, Barral Editores, 1977. (pag. 204)
   

En segundo lugar indicaría como mojón un texto de 1972, «L’etourdit», una frase enigmática: «Que se diga queda olvidado tras lo que se dice en  lo  que se  escucha». Entre el decir y el dicho hay escansión, escansión que da lugar al otro del que el sujeto recibe su propio mensaje en forma invertida. Del decir solo  habremos sabido en  tanto  que haya sido dicho en la medida de lo escuchado. Pero… ¿cuándo?. Obsérvese que allí el modo es  el subjuntivo, que excluye la actualidad del acto.

Cito para terminar… «para que un dicho sea verdadero todavía hace falta que se lo diga, que haya decir. En lo que la gramática ya mensura fuerza y debilidad de las lógicas que se aíslan de ella, para clivarlas con su subjuntivo» 7.

Miciades L. Soto

Enero de 1989 – Seminario del campo Freudiano – 

Participación en la presentación de E. Laurent: «Pulsión y gramática»

7 Lacan, J.: “L’etourdit”, Scilicet Nº 4, Seuil, 1973.
 
Angeles Molto
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