20ª "La vida sexual de los seres humanos”
21º“Desarrollo libidinal y organizaciones sexuales”
La mayor parte de la obra de Freud, que es su análisis, fue hecha por escrito, a diferencia de la de Lacan que fue en su mayoría oral .
Que su obra es su análisis nos lo indica, por un lado Freud, con sus cartas a Fliess, donde vemos cómo es a partir de su propio análisis que se hace las buenas preguntas, cuyas respuestas son la teoría que a construyendo; y por otro Lacan cuando dice que enseña en posición de analizante.
Tenemos en cuenta que una lengua son dos lenguas, porque no es la misma lengua la hablada que la escrita, y no es sin consecuencias una enseñanza de un modo u otro: la lengua hablada es la sede del malentendido, y esa es su virtud, la lengua escrita nos permite corregirnos, y eso también es necesario para reescribir el fantasma, para corregir el objeto.
Sin embargo, aunque la lengua hablada tiene un inercia distinta que la escrita, los textos que vamos a trabajar hoy, dos de las “Conferencias de Introducción al psicoanálisis ”, tienen un estilo muy parecido a la mayor parte de la obra de Freud, porque no son la transcripción de las conferencias, sino un texto que él hacía inmediatamente después de cada una. A pesar de la buena memoria que él dice tener, como no se escribe como se habla, estas conferencias son, en realidad, textos, donde discute con un oponente imaginario como hace en otros textos que no son conferencias .
Freud había pronunciado muchas conferencias en la Universidad de Viena, de las que no se conserva registro; estas las escribió porque sabía que eran las últimas, debido a sus problemas de paladar; fueron pronunciadas los cuatrimestres de invierno del 16 y el 17. Años después aparecerán las “ Nuevas conferencias de introducción al psicoanálisis” que son textos con este mismo formato, y que jamás pensó en pronunciar, puesto que le era imposible.
Freud empieza preguntándose qué significa sexual, para cuestionar la opinión común de que sería algo obvio, que tuviera que ver con el placer, la reproducción y algo entre secreto e indecoroso, planteando la existencia de las perversiones, que no pueden pensarse al servicio de la reproducción, para proponer que si no entendemos éstas tampoco podremos entender lo que se llama sexualidad normal. Sabemos que las paradojas del placer son un tema al que Freud ha prestado atención desde el principio de su tarea como analista y analizante.
Luego compara perversiones y sexualidad infantil, sorprendiéndose retóricamente de que se la pueda ignorar, para explicar a continuación la amnesia de los 4 – 5 años como fundamento del rechazo de este saber que ha devenido inconsciente no sin razón .
En lo que tiene que ver con nuestro interés de este año, lo que constatamos es que, a partir de las perversiones, vuelve a adentrarse en la explicación de las pulsiones, sobre todo en cuanto a las características del objeto y las zonas erógenas que es lo que le interesa en este caso; y a partir de la sexualidad infantil perversa polimorfa vuelve a explicar cómo se constituye la pulsión oral , añadiendo las analogías de la anal.
Pero hacia el final de la conferencia aparece la investigación sexual infantil a la que no llama pulsional, ya no habla de una pulsión de investigación. Aquí encontramos la curiosidad despertada sea por la aparición de hermanitos, sea por la diferencia de los cuerpos, que produce la angustia del complejo de castración en los niños, y la envidia del pene en las niñas, generada por la decepción. Con las preguntas: cómo se hacen los niños? por dónde salen? qué tiene que ver el padre? aparecen las fantasías que producen los niños en los espacios para los que no encuentran respuestas, son las teorías sexuales infantiles: la escena primaria, el embrazo oral, o el coito sádico, el parto anal …
Lo que no se presenta todavía es el falo; Freud no ha encontrado la castración materna y por tanto la genitalidad sigue pudiendo ser la meta en la que se podría encontrar la armonía, cuando se reúnan las diferentes pulsiones parciales alrededor del eje natural de la sexualidad que serían los genitales .
En la conferencia siguiente, Freud nos presenta de nuevo la existencia de la sexualidad infantil; y atribuye el rechazo que produce ese planteamiento a la amnesia infantil, que se produce precisamente porque no queremos saber nada de eso. La confusión entre sexualidad y reproducción, que explicaría la ausencia de sexualidad infantil, la supone al servicio de ese mismo no querer saber, añadiendo que es el mismo tipo de confusión que se produce en la asociación entre psiquismo y conciencia. Con una sola frase pone en pie los dos pilares de su teoría: el Inconsciente distinto de lo no consciente y la sexualidad como razón .
Vuelve a señalar las analogías de esas manifestaciones infantiles, que él considera sexuales, con las perversiones, para sostener, frente a los que los pretenden inocentes, que determinadas conductas infantiles son inequívocamente sexuales, pues nadie dudaría de la cualidad sexual de las perversiones.
Esta vez señala, además, que la perversión no está excluida de la sexualidad normal en los juegos preliminares.
Lo que nos interesa aquí es que sigue creyendo en una posible sexualidad normal, aunque no la ponga al servicio de la reproducción. Cuando tematice el falo desaparecerá toda posibilidad de norma, que es lo único que puede normalizar.
Pero aquí sí plantea ya una sexualidad genital en los niños a partir del tercer año, a la que se entra por la curiosidad, con una elección de objeto que no se diferencia de la de los adultos. Se trata del complejo de Edipo, que, como él ha encontrado desde el principio de su clínica, estará en la base de las neurosis.
Aparece ya una distinción entre una primera organización sexual pregenital organizada por las pulsiones parciales: el niño perverso polimorfo, en el que la diferencia entre masculino y femenino no juega papel alguno, y, tras un punto de viraje en el que las pulsiones se subordinan al primado de los genitales, la organización genital, en la que la madre deviene el primer objeto amoroso. Nos fijamos en que no habla de pulsiones, pero tampoco de deseo, sino de amor.
Freud cuenta a continuación la tragedia de Edipo, y ahí sí coloca no sólo el deseo incestuoso hacia la madre sino también el deseo agresivo de asesinar al padre, que aparece como rival.
En este punto introduce el mito de Tótem y tabú y el asesinato de un padre mítico, que había construido años atrás, como condición de la ley y de la sociedad.
Este punto merece que nos detengamos, para ver las consecuencias de la comparación que Freud hará unos años después entre psicología individual y colectiva, porque Freud plantea que no hay diferencia entre ellas, que el análisis es adecuado también para pensar sociedades .
A pesar de que el des arrollo de los conceptos para aplicarlos al análisis de la sociedad es una tarea pendiente, Lacan habló del factor “c” y su trabajo con los discursos se refieren a un sujeto tanto individual como colectivo. Es en este surco donde se sitúa el estudio de Vappereau sobre esta sociedad paranoica.
En cuanto a nuestro tema, evidentemente está empezando el giro que aparecerá en 1923 en “La organización genital infantil”, y respecto a Edipo habla de deseo incestuoso hacia la madre y de deseo de matar al padre, pero todavía no tiene la noción de falo, y sin ella no puede aparecer el deseo como concepto.
Angeles Moltó