La familia - La pareja - Oír

La familia – La pareja

Presentación del problema:

Dadas las dificultades que sabemos entraña este tema, mis expectativas al presentarlo no van más allá de:

  1. poner un mojón para que, con otros, haga serie;
  2. intentar ceñir algunas de estas dificultades para destacar algunos rasgos, esperando sean los más fértiles;
  3. dar a estos la forma de interrogantes que pongan al trabajo «a la  ignorancia  que nos es propia» 1

La sentencia «el inconsciente está estructurado como un lenguaje», lleva  a  J. Lacan a tomar posiciones ante la lingüística y, quizás no sin humor, a construir su «lingüistería» para dejarle a su amigo Jakobson la lingüística y reservar al psicoanálisis sus derechos en ese campo.

Parafraseando este episodio, ¿habrá que proponer una «antropologistería» para rescatar los derechos del psicoanálisis en el estudio del valor de los mitos y particularmente aquellos que atañen a las relaciones de parentesco?

Queremos destacar que la clínica nos hace presente a la familia en cada caso:

  1. de derecho, porque el Edipo «recubre con su significación el campo entero de nuestra experiencia, …marca los límites que nuestra disciplina asigna a la subjetividad» 2;
  2. de hecho, porque la familia invade nuestros despachos de «motu propio» o a requerimiento nuestro.

Recordemos aquí unas palabras de S. Freud en «Psicología de las masas…»: «En la vida anímica individual aparece integrado siempre, efectivamente, “el otro” , como modelo, objeto, auxiliar o adversario, y de este modo la psicología individual es al mismo tiempo, y desde un principio, psicología social en un sentido amplio pero plenamente justificado.»

En el psicoanálisis entonces, ya se ve que el problema no se planteará como el de una oposición entre lo individual y lo social. En  todo caso  podría planteársenos el de su articulación, pero eso tiene un nombre: sujeto, al que Lacan no renunció, esperando que su redefinición reemplace el sentido obsoleto.

Tempranamente Lacan presenta dos títulos «La familia» y «El mito individual del neurótico». Obsérvese que para dar cuenta de la estructura de la familia utiliza la  noción de «complejo» (familiar), es decir que el «complejo» apunta a la estructura intersubjetiva mientras que el «mito» apunta a la estructura individual.

En todo caso el problema está en  otro lugar: «Socialmente el  psicoanálisis tiene una consistencia distinta a la de los otros discursos. Es un vínculo entre  dos.  Justamente por esto se encuentra en el sitio de “la falta de relación sexual», dice Lacan  en «La tercera» 3. De esta cita es necesario hacer el análisis, hay que descifrarla y esa es tarea pendiente.

Freud, con Juanito, nos da ejemplo tanto de la prudencia cuanto del arrojo del

1 Nicolás de Cusa  
2 Lacan, J.: «Función y campo…»  
3 Lacan, J.: en “Intervenciones y textos 2”, pag. 73, Ed. Manantial, 1988  

fundador del psicoanálisis. En mi caso el tema me vino impuesto a partir de  la  constitución  de una institución, el  CaPI,  que se  propone (hoy: “se propuso” 4, aunque volvemos a intentarlo de otra forma) el trabajo con niños en relación a la familia y a la escuela, desde el psicoanálisis y desde otros discursos.

El horizonte último del tema que planteo es: ¿Es o no posible el acto analítico en estos ámbitos? ¿Por qué? ¿Cuál sería su dispositivo? Desde ya, no tengo  respuesta, pero quería abrir el interrogante y apuntar mínimas consideraciones al respecto.

Su presencia en la clínica

a) Con niños: Tanto por la vía de la demanda, de la constitución fantasmática, como del síntoma, la familia puede constituir el marco a ser requerido en la clínica.

De la demanda, puesto que a ella le atribuimos un sujeto, cuya palabra no será liberada si no ha sido escuchada previamente en la familia, abriendo un interrogante.

Del fantasma, en tanto que en su fórmula puede verse atrapado el pequeño analizante como «testimonio de la culpabilidad, como fetiche o encarnando un hecho primordial» 5

El síntoma, por cuanto en el niño puede plantear no solo la cuestión de su verdad sino también responder a lo que hay de sintomático en la estructura familiar 6 .

b) Con psicóticos: ya sea  porque necesitemos de la  familia para que colabore en el cuidado del paciente en momentos de la cura (y a veces no la encontramos), ya sea porque nos invade a cada rato (y no sabemos qué hacer con ellos), o, en otro plano, en  la medida que la posición del psicótico podemos inscribirla en el lugar del objeto en el fantasma de la madre 7 . c) Crisis de la vida conyugal: aquí la demanda es formulada y específica, ¿hemos de retroceder ante ella?, algo diremos luego al abordar el tema de la pareja. d) De la neurosis: también aquí se producen crisis que dan lugar a intervenciones que pueden implicar a la familia. El texto citado «ut-supra» puede pensarse desde el punto de vista de los efectos en el hijo del análisis de la madre. O, más en general, de  los efectos en la familia (en el «complejo familiar») del análisis de uno de sus  miembros. Aquí cabría todo un desarrollo sobre: travesía del fantasma, estructura fantasmática y «complejo familiar».

Los cambios que la legislación ha introducido en la definición de la familia debieron ser la oportunidad de una reflexión más profunda, a la que debiéramos ser llamados, junto con los antropólogos (al menos), para que el tema no hubiese quedado reducido a una ideológica operación de “doxa”.

4 reviso y reescribo parcialmente este trabajo veinte años despues.  
5 Lacan, J.: en Anexo de «Enfance abandonee» de Jenny Aubry. “El niño satura, sustituyendo ese objeto, el modo de falta el que se especifica el deseo (de la madre), sea cual sea su estructura especial: neurótica, persersa o psicótica. (…) El síntoma somático le da el máximo de garantía a esa falta de reconocimiento; es el recurso inagotable según los casos, ya sea para dar testimonio de la culpabilidad, para servir de fetiche, para encarnar un primordial rechazo.” Clara Bermant tuvo la amabilidad de llamar mi atención sobre mi pésima traducción (facilitándome además la traducción de Antoni Vicens, que es la que recojo) y los comentarios que a partir de ello hicimos me permitieron introducir otras actualizaciones que son recogidas en lo que sigue  
6 Ibid  
7 Laurent, E.: «El niño y su madre» Analiticón Nº 1  

La pareja 

Aunque cierta lógica nos aconsejaría empezar por la familia, otra, la de la clínica, nos urge plantearnos la problemática de la pareja, en tanto que con ella trabajamos cotidianamente.

Desde luego hablamos de la pareja parental, de una alianza reglada por la combinatoria inconsciente, simbólica, que rige estos intercambios, a diferencia de las «relaciones» que desde la versión narcisista del amor, se pone en juego en una diversidad de apareamientos en los que las «gratificaciones» sexuales pueden encontrar, eventualmente, su exutorio.

Esta pareja parental es la que en sus dichos, en sus enunciaciones, da lugar a la constitución de un sujeto, encarnado, como respuesta de lo real, en  un  viviente,  prenda de intercambios a su vez, don simbólico en los compromisos y deudas contraídos, objeto de compraventas (cuando no de robo), como el periodismo nos lo hace saber casi a diario.

El que desde lo real haya una respuesta como viviente engendrado plantea la cuestión de su sujeción, a un discurso otro, tan otro y tan íntimo, tan familiar. Esta sujeción, donde el significante muestra su eficacia, marcando, mortificando el cuerpo del viviente hasta lo intolerable, intolerable de la  ley, que genera la  «Verdrängung», «no porque la ley sea insoportable en sí misma, sino porque la posición (del sujeto) eventualmente implica un sacrificio que resulta imposible en el plano de las significaciones», decía Lacan en 1956.

Pero este movimiento tiene su retorno, esa pareja parental se verá, a su turno, reducida a su condición significante, a su sin sentido; sacrificio que con frecuencia les conduce a nuestros despachos, cuando los niños «se han hecho grandes».

Esta pareja, donde rige la «Verdichtung», la ley del mal entendido,  es evidentemente capaz de transferencia, y muy particularmente cuando su síntoma, su hijo, se hace insoportable.

¿Qué nos falta para poder pensar el acto analítico a su respecto? nos falta el dispositivo, aquel donde la mirada se sesga o se niega, aquel que hace del lenguaje el campo donde el acto tiene su  efecto. Nos pesa también la  sentencia lacaniana del caso  a caso, del uno a uno.

Desde luego esto se plantea en lo que se da en llamar «frontera», es una cuestión preliminar a todo tratamiento posible. Pero… ¿no se tratará de la posibilidad de un tratamiento preliminar…., en el sentido en que hablamos de entrevistas preliminares?

¿No podrá ser ese el dispositivo de un tratamiento posible?

Cuando los analistas hemos abordado la pareja en la clínica nos encontramos con que, a corto o medio plazo uno o ambos miembros independientemente, inician un análisis.

Incluso podríamos afinar diciendo que es precisamente el «denunciante» del «malestar» (con frecuencia el acusador) el que precisamente realiza el movimiento de subjetivación que lo precipita en el análisis.

La familia

Si los padres lo son, es a título de miembros de una institución en la que anudan

las relaciones de filiación y alianza. Vemos en ella a la pareja parental hacer de gozne en la serie de tres generaciones.

Nos parece conveniente hacer presente una mirada antropológica acerca de esta institución en nuestra sociedad. En ella, reducida a su forma conyugal y de residencia independiente, la familia regla intercambios generalizados. Esta forma, conyugal, parece gozar de cierta preferencia en la mayoría de las culturas (quizás no todas). También sería importante determinar las  especificaciones  que pueda haber  recibido de su normativización por parte del cristianismo, a partir de su raíz judía y con los sobre agregados romano, germánico, etc. 8

Es oportuno recordar la bipartición de poderes efectuada en Roma (dar a Dios lo  que es de dios y al Cesar lo que es del Cesar),  sobre la  base  del modelo platónico, común a los ámbitos islámico y judeocristiano. 9 Esto ha posibilitado una laicización de las instituciones, en este caso de la familia, que tiene que ver con una delegación de funciones al Estado u otras instituciones privadas, llevada a extremos que ponen en cuestión las funciones mismas con las que se define la institución familiar.

En relación con esta «degradación de la vida familiar» quisiéramos hacer dos observaciones:

    1. Que la depreciación de la función paterna denunciada en nuestra cultura no es quizás correlativa de una ausencia, sino de un exceso de presencia del padre, en esta familia reducida, que lo deja solo, confrontado con su función (en el espacio cerrado  del piso de la gran ciudad) y sin referencia a la  familia ampliada y  a  la  comunidad que lo reconozca. Hemos creído observar cierta frecuencia, en tal sentido, en la clínica de la psicosis, de pacientes cuyo padre desarrolla su actividad en el mismo lugar de residencia familiar.
    2. Hablamos de laicización de la familia y por esa via, que parece ir extremándose,   del   vaciamiento   de   funciones   que   sufren la estructura y sus componentes. Quedan «sin saber que hacer» y eso es precisamente lo que vienen a preguntarnos.

Efectivamente no sabemos que responderles.

No abusemos de las soluciones fáciles, porque lo primero es: ¿por qué los hemos recibido?

Enfoques:

Desde distintas perspectivas, más o menos inspiradas en el psicoanálisis, se ha tratado el tema de la familia. Formaría parte de una monografía su  estudio, el  aporte de Bion, a partir de los  estudios de grupos e instituciones, tanto como los desarrollo  de Palo Alto, etc.

En cuanto al primero hay que observar que participa del enfoque Kleiniano, el de la clínica de la fantasía, cuyas estructuras intenta ceñir desde un modelo en el que el analista (su deseo) se sustrae.

En cuanto a los aportes del grupo conocido como de Palo  Alto,  aborda  la cuestión desde la comunicación, operando sobre la significación, desconociendo el

8 B. This «El padre: acto de nacimiento»  
9 Legendre, P. «El amor del censor» 

significante y precipitándose sobre las «señales» primarias de amor, difícilmente articulables en un modelo que se orienta por el desvío de la metacomunicación (tercer sistema de señales en donde se decide «de que se trata» en los precedentes).

Este modelo, generalizado desde la psicología animal a la psicosis y de ésta a la neurosis, desdibuja en el trayecto su especificidad por confundir comunicación con lenguaje, por ignorar lo específico del lenguaje humano (diferencia  signo  significante) y por la ausencia del concepto de escanción, articulado a una lógica del tiempo y su efecto «nachträglich».

Una dificultad específica:

Creo que la familia agrega ciertos interrogantes a los que plantea cualquier otro abordaje grupal o de pareja. De estos interrogantes debemos dejar constancia aunque sea en forma sucinta:

    1. Si bien no nos planteamos el problema de lo individual o social  (el inconsciente es transindividual) el sujeto en el que pensamos se articula en los tres registros con el cuerpo que lo soporta y lo individualiza.
    2. Una pluralidad de individuos sostiene efectos que les son específicos: grupales, sociales, etc.

3. El dispositivo analítico inventado por Freud se hace inapropiado para tal abordaje. ¿Es posible otro?

4. ¿Cómo opera la interpretación,   sesgada,   alusiva,   enigmática,   en una pluralidad que nos vincula con anudamientos incalculables?

5. En cuanto a lo específico de la familia: propongo que una dificultad propia deviene del hecho de la articulación de tres generaciones de una estirpe. ¿qué lugar,  que semblante, puede encarnar el psicoanalista? ¿qué discurso puede vehiculizar?

Ahora si, para finalizar, quiero hacer una observación acerca de la cuestión de la posibilidad de diferenciar estructuras familiares. Hay antecedentes en  este tema pero no tenemos tiempo de tratarlos hoy.

Apoyándonos en el texto de Laurent antes citado y puesto que «por sus obras los conoceréis», ¿será posible considerar como propio del «complejo familiar» un orden de diferenciación cuyo producto sea:

El niño como falo de la madre ( ϕ)

El niño como síntoma de la pareja ( Σ) El niño como objeto de la madre (a)?

Tarragona, 1989

M Soto

Angeles Molto
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