La cuestión de la identidad - Oír

La cuestión de la identidad

Identidad y diferencia

“La  diferencia  no  está  suficientemente  resuelta  en  lo  real”, dice  Lacan. 1 Es el significante quien introduce la diferencia como tal en lo real,  “en  la  medida  en  que aquello de lo que se trata no es en absoluto de diferencias cualitativas”.

Objetos muy distintos responden al mismo  nombre, conforman  una  clase, con tal que puedan ser reunidos a partir de un rasgo que puede faltar, por  ej.  los carnívoros; en cambio, otras veces, objetos muy parecidos decimos que no deben reunirse, p. ej. cuando se dice que no se pueden sumar peras con manzanas; claro que basta un grado más de abstracción para que la imposibilidad desaparezca.

La explicación que Freud da de su judaísmo muestra bien que no se trata de características objetivas, que la identidad y la diferencia las instituye el significante.

Lacan propone otro ejemplo, el expreso de las 10´15: “La constitución de un ser, dice, supone  un fabuloso encadenamiento de  organización significante que es introducido en lo real a través de los seres hablantes.” 2

Vemos que no se trata de ningún vagón concreto, ese tren no remite a ninguna materialidad más que a la del significante; en este caso Lacan elige un ser definido simbólicamente en una tabla de horarios para mostrar que es el lenguaje el que lo introduce en la realidad.

Ese expreso es el que es por no ser ningún otro de la tabla; el significante no se significa a sí mismo, no significa sino por diferencia. “A, como significante, no puede definirse de ninguna otra manera que como no siendo lo que son los  otros  significantes.” 3

Hasta aquí el principio de identidad parece sostenerse, sin embargo, si un significante no se significa a sí mismo, no podemos decir que A=A, y Lacan  va  más allá: “El significante es  fecundo por no poder ser en ningún caso idéntico  a sí mismo.   A es utilizable como significante en tanto A ¬ = A.” 4

La 1ª A no es la 2ª A.

El ejemplo paradigmático es  el río  de Heráclito, que siendo siempre el mismo, a la vez no podemos bañarnos dos veces en la misma agua.

El principio de identidad, formalizado por la lógica clásica, no se cumple en el 

1 Lacan, J.: Seminario 9 “La identificación” inédito (Lecc. IV)
2 op. cit. (Lecc. II)
3 op. cit. (Lecc. IV)
4 op. cit. (Lecc. X)

campo del lenguaje, del que la lógica clásica es un caso particular.

Lacan recurre en este momento a la paradoja de Russell para mostrar las dificultades que se engendran con la cuestión de la identidad y la diferencia:

¿los conjuntos que no se comprenden a sí mismos, A {a, b, c, d},  B {1, 2, 3},        C {α, β, χ} …, pero incluso A{A, B, C, },  hay que incluirlos o no en el conjunto de los conjuntos  que no se comprenden a sí mismos? 

Si se incluyen, entonces se comprenden a sí mismos, y si no se incluyen no son conjuntos que no se comprenden a sí mismos. 5

La misma paradoja aparece formulada de diversas maneras, p. ej.: en una biblioteca hay diversos catálogos de libros (un catálogo  de libros  es  un  conjunto  que no se comprende a sí mismo  porque no  es un libro), ¿esos catálogos se incluyen  o  no en el catálogo de los catálogos? O ¿el catálogo de los catálogos es un catálogo? si estábamos hablando de catálogos de libros.

Lacan aclara que en la paradoja de Russell la contradicción se genera porque los lógicos usan las letras en tanto que significantes ignorando  su  poder;  la  A  que nombra al conjunto no es la misma que la A contenida en el conjunto y a la  vez sí lo  es. 6

Con Vappereau diríamos que no es verdad que A=A  (-[A=A]) y  no es verdad que A¬=A (-[A¬=A]) para evitar un enunciado inconsistente.

También los otros tipos de paradojas se deben  al desconocimiento  de las  leyes del lenguaje. Las paradojas como “yo miento”, dice Lacan, aparecen en la medida  en que no se distinguen las líneas de enunciado y enunciación. 7 Cuando digo “miento” ¿estoy mintiendo o no? Si es verdad, no estoy mintiendo cuando digo “miento”; si es mentira, digo la verdad cuando digo  “miento”.  La  cuestión es que el miento del enunciado “no es verdad que es y no es verdad que no es” el miento de la enunciación.

El sujeto

La constitución del sujeto, como la de cualquier otro ser, dependerá, pues, del significante.

“La función significante, dice Lacan, es el punto de amarre a partir del cual se constituye el sujeto. El sujeto no se confunde con el significante, pero se despliega en referencia al significante.” 8

No se confunde con el significante, por tanto no es un significante, entonces ¿cómo accede a ese registro?

“El acceso al significante no se hace sino en relación al fort- da, dice Lacan. Es la necesidad de mostrar la  ausencia del objeto  lo  que precipita al sujeto en  el significante y lo convierte a él mismo en  menos que ausente,  en excluido.” 9

Excluido en tanto depende completamente del significante pero no se confunde con el significante, excluido en tanto se estructura en un campo al que no pertenece, 

5 op. cit. (Lecc. XVII)
6 op. cit. (Lecc. IX)
7 op. cit. (Lecc. I)
8 op. cit. (Lecc. VI)
9 op. cit. (Lecc. XIX)

pero tampoco a ningún otro.

Si es la ausencia del objeto lo que inquieta al sujeto, es porque lo que quiere de entrada es ser el objeto del amor del Otro, de la demanda del Otro. Para eso tiene que saber qué quiere el Otro, y el camino para saber qué quiere el Otro es el pasaje por el discurso del Otro. En ese discurso el sujeto encuentra los significantes con los que es nombrado y que se constituirán como punto de amarre del Inconsciente del sujeto, al que luego se irán añadiendo las distintas vicisitudes de  su  constitución, siempre  a partir del discurso del Otro. Es en ese sentido que el Inconsciente es el discurso del Otro.

Lacan dice que “debemos interrogarnos sobre la relación  de  esta  identificación del sujeto con aquello que es una dimensión distinta de todo lo es del orden de la aparición y de la desaparición, a saber el estatuto del significante.”

De modo que veremos primero la identificación del sujeto que se despliega en referencia al significante, y luego la identificación que  es  del orden  de lo  que  tiene que ver con la aparición y la desaparición.

Para explicar cómo se despliega la articulación del sujeto y el significante, Lacan pone como ejemplo a Robinson Crusoe borrando  sus  propias  huellas  tras  el encuentro con las huellas de Viernes.

Dice Lacan: “Si hallo la huella de aquello de lo que se ha pretendido borrar la huella, tengo que habérmelas con un sujeto real.”

Los animales también ocultan sus rastros, pero el ser hablante es el único  que borra la borradura, o el único que deja una huella falsa, que miente. Para eso son necesarios tres tiempos.

“No puede haber articulación significante sino en tres tiempos, dice Lacan, una vez constituido un significante hay forzosamente dos anteriores.”

La desaparición está repetida, porque lo que se pretende hacer desaparecer es  la acción  de hacer desaparecer. “Lo  que el sujeto intenta hacer desaparecer  es su paso de sujeto  como  tal.”  Aquí Lacan  hace un  juego de palabras con  el  doble sentido de pas, paso y negación;   pas paso (1er. Tiempo) sirve para representar pas no (2º tiempo) y para transformar trace de pas en pas de trace (3er.tiempo).

“Un significante es una marca, una escritura, pero que no puede leerse solo; dos significantes es un lapsus, un gazapo; tres significantes es  la  vuelta a  aquello  de lo  que se trata, el primero.” 11 Es decir el sujeto.

10 op.cit (Lecc. IV)
11 op.cit (Lecc. IX)

El primer significante (Vorstellungrepräsentanz), punto de amarre en el que se constituye el sujeto, es un punto especial, en tanto no es dialectizable por su  posición  en la cadena.

Lacan    dice    que  este   primer Vorstellungrepräsentanz (representante de  la representancia) está urverdrängt (reprimido primario), y que es  el  lazo  del  lenguaje con lo real. 12

Un significante marca al sujeto, y lo nombra pero en el sentido de la represión primaria, es decir de modo que está inscrito pero no puede ser leído.

Puesto que el significante no se significa a sí mismo, un significante no puede nombrar a un sujeto, por tanto el primer significante, de la cadena que nombra a un sujeto, será siempre ilegible. 

Lacan compara a este primer significante con el nombre propio, en tanto no significa nada, en tanto no dice nada de quién es ese sujeto.

Freud habla de la represión primaria como ombligo del sueño y dice que no es interpretable. Es  importante  entender que es un significante que está reprimido, pero que no tiene posibilidad de retornar desde  lo  reprimido,  y  no  confundirlo  con forcluido, que es no inscrito.

Ese nombre propio -no  traducible, punto radical reprimido  primario, origen  de  la  cadena–  ombligo  del inconsciente, es “por lo que el sujeto, en tanto habla, no puede sino avanzar en la cadena de enunciados, pero elidiendo en la enunciación el nombre de lo que él es como sujeto.”

“Por ello y en la menor de sus palabras, el sujeto en tanto que habla no puede  sino nombrarse sin saberlo, sin  saber con qué nombre.” 13

Otro modo de decirlo es que el sujeto recibe del Otro la  marca, el  significante en el que se aliena porque el Otro no existe, no tiene un significante que se signifique a sí mismo, no tiene identidad para dar; ese significante  sólo  representa  al  sujeto  para otro significante; por eso cada palabra lo representa como sujeto, aunque él no puede saber con qué nombre.

Lacan dice 14 que el nombre propio es una marca, una escritura,  pero  que no puede leerse.

El ser hablante es prematuro y tiene que aprender a leer todo lo que  tiene alrededor para sobrevivir. Pero lo que lee lo traumatiza  porque  todo  es  sexual  en tanto fundado en la diferencia, por eso necesita escribir; la pulsión  es  usar el cuerpo 

12 op.cit (Lecc. VI)
13  op.cit (Lecc. VII)
14  op.cit (Lecc. VII)

para escribir, dice Vappereau; también el sueño es una escritura, que  el  sujeto  necesita para poder dormir.

En la próxima, cuando veamos rasgo unario, trabajaremos más la cuestión de la lectura y la escritura.

El primer significante que el sujeto recibe del Otro es una demanda. En la  demanda, dice Lacan 15, el objeto metonímico se metaforiza, se significantiza al ser nombrado, y al mismo tiempo el sujeto se desvanece en la demanda, se aliena, identificado al significante de la demanda.

Para lo que le ocurre al sujeto, tomo las explicaciones de Lacan  sobre la alienación en “La significación del falo” 16: En el Otro “es donde  el  sujeto,  por  una anterioridad lógica a todo despertar del significado, encuentra su lugar en el significante”; y  en el seminario que estamos trabajando: “Pero  sólo  funciona  como significante reduciendo al sujeto en  instancia a no ser más que un significante, petrificándolo con el mismo movimiento con que lo llama a hablar como sujeto. Esta es propiamente la pulsación temporal en la que se instituye lo característico del punto de partida del Inconsciente como tal –el cierre-.”

En cuanto al objeto, al metaforizarse se pierde en cuanto real y  ese real perdido  se constituye en objeto perdido que nunca existió, causa del deseo.

Recuerden que el Otro convierte el grito en demanda a  la  responde  con  un objeto, que al no ser el objeto de la satisfacción es  ya  un  objeto  metonímico; ese es el que es metaforizado al ser nombrado.

“Lo que aparece en ese punto de desfallecimiento del Otro  es  a, dice Lacan, eso es lo que i(a) vela, y cuando ese velo se levanta: el sujeto desfallece, no hay más que a,  la función significante retrocede.” 17

Este i(a) es el “yo” que Soto les contaba la clase pasada. “A ese punto de falta de identidad viene el yo como imagen narcisista i(a) a ofrecerse como identidad, y el $ se engaña identificándose en ese punto de desconocimiento, de velo, para desconocer su falta en ser.” 18

A partir de ahí el sujeto busca ser objeto del deseo del Otro, ya que no pudo encontrar en él un nombre; por eso puede decir Lacan que “El destino del sujeto es la 

15  op.cit. (Lecc. XXIV)
16  Lacan, “La significación del falo” Escritos 2 pg. 669 Ed. SigloXXI 12ª ed
17  Lacan, J.: Seminario 9 “La identificación” inédito (Lecc. XXIV)
18  op. cit. (Lecc. XXIV)

Cosa” 19

Donde el Otro falla en darle un nombre, en el intervalo significante, el sujeto encontrará el deseo del Otro (“dice eso pero ¿qué me quiere?”) y se  identificará  al objeto de ese deseo, eso que supone haber sido en su erección de viviente.

“No se trata simplemente de presencia y ausencia del objeto, de a, dice Lacan 20, sino de su conjunción, del corte. En la disyunción de a  y ¬a  es donde viene a alojarse  el sujeto en tanto tal, ya que la identificación tiene que hacerse con ese algo que es el objeto del deseo.”

El objeto del deseo se constituye justo allí donde el  significante no se significa  a  mismo, donde el lenguaje no alcanza, donde no hay identificación posible para el sujeto.

Para salir de la alienación el sujeto se identificará al objeto del deseo (ese es el proceso de separación).

Pero el deseo es la  parte de la  demanda escondida al Otro por estructura. Frente  a la angustia de no saber qué objeto es para él, el sujeto no tiene más defensa que el deseo. Es lo imposible del Otro lo que deviene deseo del sujeto, deseo del deseo del Otro. Ese Otro que no garantiza nada, dice Lacan.

El sujeto responde con una falta a la otra falta, se identifica  con  el  objeto  del deseo del Otro a falta de un significante que lo nombre. Como el deseo del sujeto es el deseo del Otro, se identifica con el objeto perdido que nunca existió  a  falta  de identidad.

Tendrá que hacer todo un recorrido de lectura para poder llegar a escribir su fantasma, su identificación como objeto a. (que en el grafo ocupa un  lugar simétrico con el del yo)

Por otro lado es en la metaforización del objeto metonímico donde el sujeto encontrará significantes para construir sus identificaciones secundarias. “En esa metáfora son captadas todas las identificaciones articuladas de  la  demanda  del sujeto,” 21 dice Lacan. Esas son las que veremos en la próxima clase.

Angeles Moltó 

19  op. cit. (lecc. XV)
20  op. cit. (Lecc. IX)
21  op. cit. (Lecc. IX)
Angeles Molto
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