Kojève XI

Kojève XI

Ensayo de una historia razonada de la filosofía pagana II (clase 3)

La Paratesis tética de Platón

I – La noción platónica del Concepto

Vamos a ver hoy el papel que juegan los –conocidos y mal explicados- Mitos platónicos en su Discurso. Cuando Platón habla de Mitos está diciendo lo mismo que cuando los antropólogos hablan de mitos? Se podrán poner en relación con lo que dice Lacan en un momento, que un mito es un modo de dar explicación a algo que no se conoce?

Toda grafía es por definición una imagen, dice Kojève, una representación de lo presentado por la percepción; pero se pude pensar una grafía verbal para-discursiva que evoca una imagen que se refiere a un fenómeno, el conjunto de los cuales constituye la fenómeno-grafía, que se transforma en fenómeno-metría, cuya base, auténticamente discursiva, es la Fenomenología, tercer piso del Sistema del Saber, distinto de la Energología y la Ontología.

En cambio, la Realidad-objetiva es tan poco perceptible como el Ser-dado, que se revelan sólo por el discurso, sin mediación por sus manifestaciones en el Cosmos; sólo pueden ser imaginarizados por y en una ficción que los sitúe en la duración-extensión de la Existencia-empírica. El lenguaje imaginarizado de la Onto-grafía y la Energo-grafía para-discursivas es necesariamente ficción, una transposición imaginarizada del lenguaje de las imágenes de la Fenómeno-grafía.

Puede parecer un trabalenguas, pero fíjense que se trata “sólo” de distintas lecturas, de distintos matices de lectura, de aprender a leer. Ontología, Energología y Fenomenología, aisladas, se transforman y dejan de ser auténticamente discursivas, pero devienen susceptibles de otra lectura.

Para Hegel, que hacía corresponder las grafías a las Vorstellungen e ignoraba las metrías, toda Energo-grafía es imaginaria haciendo corresponder una realidad-objetiva a nociones para-discursivas que se refieren a los fenómenos.

Platón se daba perfecta cuenta de que el lenguaje imaginarizado de sus Mitos se refería de hecho a fenómenos y que el Mundo-ideal no podía corresponder a este lenguaje; pero el lenguaje imaginarizado de sus Mitos estaba determinado por su Filosofía discursiva, por sus tres logías y sus relaciones recíprocas. El platonismo auténtico está constituido por la separación de sus tres discursos y su relación dialéctica, de modo que el Uno es trascendente en relación a las Ideas, y el Mundo ideal lo es en relación al Cosmos fenoménico. Esta doble trascendencia significaba para Platón la imposibilidad discursiva de trasponer verbalmente el Uno-solo parmenidiano a la Existencia-empírica.

No conocemos ningún Mito platónico que se refiera al Bien en tanto tal, el que aparece en la primera Hipótesis de Parménides asociado al Uno, un Bien más allá de la Idea de Bien. Todos los Mitos de Platón se refieren al Mundo ideal, son transposiciones de la Realidad-objetiva, trascendente al Cosmos, a la Existencia-empírica; historias imaginarizadas, para-discursivas que se refieren al Mundo ideal.

Platón parte, para sus Mitos, de admitir que hay Algo de lo que no habla porque es trascendente a lo que está diciendo con imágenes verbales. Sus relatos míticos son siempre imágenes verbales de un Mundo que exige un más allá que lo trasciende y a la vez es él mismo trascendente al Cosmos fenoménico; es por tanto el Mundo intermedio de la Energo-logía.

La noción de Trascendencia sólo tiene sentido aquí si se la refiere a un sentido de un Trascendente considerado objetivamente-real y situado más allá del Mundo.  Evidentemente estamos en el Cosmos porque estamos vivos y dejamos de estar en él al morir. El morfema más allá no lo es de una noción auténtica que tiene el sentido más allá, sino de una pseudo-noción degenerada en símbolo que no tiene ningún sentido. Se considera habitualmente el más allá como lo que hay después de la vida, sobrevivir más allá, pero eso no implica ninguna trascendencia, es seguir viviendo; en rigor, trascendente es aquello que está más allá de la vida y de la muerte. 

De todos modos, para hablar de la Realidad-objetiva trascendente, Platón habla de una realidad espiritual, sabiendo que construye una ficción, para desarrollar sus Mitos. Todos sus Mitos hablan del Alma para hablar de la Realidad-objetiva que es su Mundo ideal, pero él mismo repite seguido que ese para-discurso no debe ser tomado a la letra. Los Mitos de Platón hablan de lo mismo de lo que habla su Dialéctica: de la realidad-objetiva de lo Trascendente o de la trascendencia de la Realidad-objetiva.

Desde luego Demócrito niega toda Trascendencia, circunscribiendo la Realidad-objetiva al Mundo atómico; pero Platón considera que Demócrito hace también un mito al trasponer, sin darse cuenta, la Realidad-objetiva a la Existencia-empírica que sólo se refiere a los fenómenos; aunque plantea que es mejor mostrar un Mundo que se supone objetivamente real, privado de un más allá, e inmanente a lo que existe empíricamente en la Duración-extensión fenoménica, de modo que la Existencia-empírica tampoco tenga ningún más allá.

La Duración-extensión es precisamente el Rio heraclitiano, donde se puede vivir o morir, pero no hablar indefinidamente sin contradecirse; donde no puede, pues, darse el Saber discursivo sino si se habla en un Mundo con un más allámás allá del cual hay sin duda todavía algo más. 

Platón rechaza totalmente toda teoría o mito que niegue la Trascendencia. En sus Mitos, el Alma inmortal pertenece a un Mundo a la vez objetivamente-real y trascendente, que nos permite entrever el más allá del Mundo en el que vivimos, mostrándonos que en nuestra vida discursiva hay algo trascendente. Convertir esa Trascendencia en un Alma es un modo ficcionado de contarlo, pero no es menos un mito plantear, como Demócrito, que somos sólo conjuntos de Átomos.

Por un lado, la Realidad-objetiva trascendente es ideal para la Filosofía de Platón, por otro, es animista en sus Mitos. Si la Energo-logía de Platón pretende equivocadamente demostrar la Realidad-objetiva de  las Ideas trascendentes, es decir del Concepto eterno referido a la Eternidad, sus mitos nos muestran la Realidad-objetiva de las Almas eternas o inmortales que viven en un Mundo espiritual.

 

Si los mitos animistas no alcanzan para mostrar la doble trascendencia del Uno-solo de Parménides y Platón –que en Parménides es la Eternidad que equivale al Concepto, pero en Platón sólo es el origen del Concepto eterno en y por su relación con la Eternidad misma- sin embargo nada podrá mostrar esa trascendencia por fuera de los mitos, tratados de modo que nos hagan entrever que hay algo más allá de las Almas, ellas mismas trascendentes en relación a la Existencia-empírica.

El primer Trascendente es el Más allá que es ese otro mundo donde pre-viven y sobreviven las Almas de los cuerpos que viven en este mundo sensible –si se puede decir que viven, puesto que ni nacen ni mueren-. Hay que hablar, por tanto, de Algo que existe por fuera de la Duración-extensión, que es entonces utópico en el sentido de que no está en ninguna parte.

Como admitir un Uno-solo por fuera de lo Múltiple, siendo que la multiplicidad implica necesariamente diversas unidades? Por supuesto en su Energo-logía distinguía -como veremos- los cardinales de los ordinales para resolver esta supuesta contradicción; pero un hombre profundamente religioso como era Platón encontró ese otro recurso que son los Mitos espiritualistas.

La actitud religiosa se caracteriza por la conciencia de la imposibilidad de satisfacción en este mundo, de modo que la consecuencia lógica sería el suicidio plenamente voluntario buscando la satisfacción en el Más allá; pero la Existencia discursiva religiosa encuentras tres variables diferentes de existencia trascendente en este mundo, que disuaden del suicidio. 

La primera admite la satisfacción aquí, con la condición que el hombre actúe según una voluntad que no es la suya; la segunda platea una satisfacción sólo en el más allá, pero una satisfacción que no será humana, consciente; la tercera –sintética- propone una satisfacción en el más allá pero de carácter discursivo; un satisfacción necesariamente trascendente en un más allá donde el hombre sobrevive en tanto tal en un Mundo trascendente a aquel donde vivimos. 

Esta tercera variante supone una doble trascendencia que implica tres Mundo superpuestos: el de aquí -de los Cuerpos, de las almas encarnadas-, el más allá -de las almas puras- y el tercero divino -no encarnado e inanimado-. 

Los dos primeros son fenoménicos, conscientes de sí mismos –constituidos por elementos que son Mónadas o unidades estructuradas–, cada una única en su género y una en sí misma. Los dos tienen un más allá de sí mismo, pues diciendo todo lo que constituye a cada uno no se agota la totalidad de lo que se puede decir en un Discurso uni-total, es decir coherente y completo.

Sin embargo el segundo no es una réplica del primero. La diferencia entre ellos es que en el Mundo de la Existencia-empírica el hombre vive y actúa sin poder conseguir la satisfacción; ésta sólo se encuentra en el Más allá al que sin embargo el Alma sólo podrá llegar por la inacción, por voluntad divina. El mundo de las Mónadas, de las Almas, es intermedio con el divino que es inaccesible incluso para ellas, el de un Dios inanimado, literalmente sin alma.

Los Mitos platónicos son precisamente su manera de hablar de esta doble trascendencia. El Dios doblemente trascendente de los Mitos platónicos es una imagen verbal  del Uno-solo de Parménides.

Para Kojève, la teología de Platón puede ser llamada Heno-teísmo: la creencia en un Dios doblemente trascendente que acepta la existencia de otras deidades inferiores. El Dios del Monoteísmo es trascendente, una Mónada, uno en sí mismo, aunque no homogéneo sino estructurado, y único en su género, pero no es doblemente trascendente. Propone considerar Politeísmo no sólo a las teologías que admiten múltiples Mónadas divinas, sino también la posición de Aristóteles, para el que el Dios doblemente trascendente no excluye unidades divinas no monádicas. Finalmente considera Ateísmo, no sólo el Budismo para el que lo único trascendente es la Nada, sino el hegeliano para el que la Nada es inmanente al Ser.

Retomaremos los Mitos y la teología más adelante, pero en las clases siguientes nos dedicaremos a su Sistema filosófico.

El Sistema filosófico de Platón trata de:

  • el Ser-dado, que es para él el Uno-solo de los Eleatas, en una Onto-logía desarrollada en el “Curso sobre el Bien” que apenas conocemos; 
  • la Realidad-objetiva, que son las Ideas platónicas, en una pseudo-Energo-logía, que descubrimos en sus Diálogos; 
  • y de una Existencia-empírica de aspecto heraclitiano, en una Fenomenología apenas esbozada, que podemos deducir de sus críticas a las de los otros.

 

Angeles Moltó
Febrero 20223

Angeles Molto
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