Kojève X

Kojève X

Ensayo de una historia razonada de la filosofía pagana II (clase 2)

La Paratesis tética de Platón

I – La noción platónica del Concepto

Vamos a ver hoy la interpretación propia de Kojève, comentando, en términos propiamente hegelianos, a Platón.

Para nosotros, dice Kojève, pero no para Platón ni Aristóteles, la Realidad-objetiva se distingue de la Existencia-empírica porque las Monadas de los fenómenos de ésta tienen estructura propia mientras los Átomos físicos objetivamente reales no son estructurados sino en la medida en que son elementos integrantes  del Ser-dado o de la Espacio-temporalidad que es, cuya estructura matemática está constituida por elementos no estructurados, homogéneos, en el sentido de que no tienen partes.

La Realidad-objetiva y la Existencia-empírica, constituidas por elementos heterogéneos –estructurados o no- difieren del Ser-dado, que no es estructurado sino homogéneo, cuyos elementos constitutivos idénticos no tienen estructura propia en tanto elementos.

Ateniéndonos a esta terminología, lo que Aristóteles dice es que las Ideas platónicas no son Átomos, exentos de toda estructura propia, sino Mónadas, cada una única en su género y una, a pesar de ser múltiple en sí misma, estructurada en tanto tal y no por las relaciones con otras Mónadas, que también están estructuradas en sí mismas. En la medida en que no hay diversas Mónadas iguales, que cada una es única en su género, no se puede decir que su conjunto es espacial. El Cosmos ideal no es extenso, está por fuera de la Extensión-empírica de los fenómenos; es un Mundo utópico, cuyos elementos no están en ninguna parte. 

Hay una pluralidad de Ideas diferentes, que constituyen un Mundo ideal estructurado, constituido por elementos distintos unos de otros. Este Mundo ideal se sitúa, como dice Aristóteles, entre el Ser-dado homogéneo, que es para Platón el Uno-que-es parmenidiano no espacio-temporal, y el Universo de los objetos matemáticos, espacial si no temporal, como Cosmos sensible, incluso si no es extenso, como tampoco lo es el primero.

Por un lado, en la medida en que el Mundo ideal se sitúa entre el Ser-dado y la Existencia-empírica, debemos decir que es objetivamente real, lo que resulta absolutamente platónico. Pero entonces, según Aristóteles, la Realidad-objetiva platónica debe ser considerada doble, en tanto Platón intercala entre la Eternidad del Ser-dado –no espacial- y el Espacio-tiempo de la Existencia-empírica no sólo el Mundo de las Ideas –eterno y no espacial- sino también el Universo –eterno pero extenso- de los Objetos-matemáticos, que se sitúa entonces entre el Mundo ideal y el Cosmos sensible.

Por otro lado, como cada Idea tiene una estructura monádica propia, que la distingue de todas las otras, el Mundo ideal platónico se sitúa de hecho en el seno de la Existencia-empírica, material, fenoménica; pero, como cada Idea es única en su género, no tienen extensión, y así su conjunto, el Mundo ideal, se sitúa no sólo fuera de la extensión-duración dela Existencia-empírica sino también del Espacio-tiempo objetivamente real, e incluso de la espacio-temporalidad del Ser-dado.

Parece, por tanto, que podemos afirmar con Aristóteles que hay en Platón una confusión entre las tres partes lógicas del Sistema filosófico; pero es justo en esa confusión donde reside la especificidad del platonismo tradicional.

Para Kojève el Universo matemático platónico no es sino la estructura de la Espacio-temporalidad del Ser-dado; de modo que le parece que, modificando el platonismo tradicional, se puede conciliar el platonismo auténtico con este planteamiento de los Objetos-matemáticos integrados en el Ser-dado, en lugar de  hacerlos formar parte de la Realidad-objetiva. Por un momento parece que va a empezar a resolver esa confusión, pero inmediatamente sigue mostrándonos las contradicciones que presentan las lecturas tradicionales de Platón, algunas de las cuales conocidas por el mismo Platón y combatidas en sus diálogos.

Si se habla de la Realidad-objetiva adecuadamente, como un Espacio-tiempo objetivamente real o físico, constituida por Átomos diferentes y múltiples, sin estructura propia, en interacción con el Vacío que se opone al Lleno, se obtiene un Mundo democritiano, donde no hay modo de integrar las Ideas platónicas. 

Kojève, por momentos, se acerca a la Filosofía clásica para ver de cerca la obra de Platón, y en otros observa desde su distancia hegeliana para ordenar el material. Así observa que si se integra  el Cosmos ideal en el Ser-dado, las Ideas quedan identificadas con los Objetos matemáticos; si se lo mete en la Existencia-empírica se las convierte en Formas aristotélicas; y si se lo quiere introducir en la Realidad-objetiva no se hará de ellas más que Átomos más o menos democritianos, que dejarán de ser no espaciales e inmóviles, y ya no serán lo que decía Platón.

Aristóteles, que plantea que su teoría de las Ideas como Formas inmanentes, contestada por su maestro en los Diálogos tardíos, es más socrática que la de Platón, sin embargo no falsea a su maestro, no niega que contradice a Platón y a su propuesta de Ideas trascendentes.

Kojève se pregunta, en su terminología hegeliana, lo que era para Platón –según la lectura de Aristóteles- el Mundo de las Ideas, el Concepto-ideal, eterno y trascendente del que habla el platonismo auténtico. 

Es la participación en una sola y misma Idea lo que asegura la unicidad esencial de todas las cosas sensibles que tienen el mismo nombre, de las que cada una corresponde al sentido de la noción que se refiere a todas ellas; cada cosa es una, aunque no única, en razón de su participación de una Idea una y única, y una multiplicidad de cosas constituyen un solo género; cada Idea es única en su género, pero las Ideas son múltiples; finalmente, todas las Ideas participan del Uno trascendente, absolutamente uno y único.

Para Platón el Mundo sensible, que es múltiple, fluido y fluctuante en sí mismo, es un Mundo uno y único en razón de su participación en el Mundo ideal, múltiple, pero único porque participa del Mundo transmundano; por tanto el Mundo es lo que es en razón de un participación doble: una inmediata con el Mundo ideal, y otra mediada con el Uno trascendente. Entonces el Uno transmundano (parmenidiano) es lo primero en tanto todos participan de él, el Mundo Ideal (platónico) es intermediario, y el Mundo sensible (heraclitiano) o Cosmos es lo último porque participa de los otros dos.

Así el discurso filosófico de Platón siendo único y coherente, y teniendo un sentido definido, se descompone en tres discursos irreductibles: una Ontología, una Energología y una Fenomenología, si usamos la terminología hegeliana. 

Desde luego, ni Parménides –que intentaba discursivamente anular cualquier mediación, al servicio de lo solo Inmediato- ni Heráclito –que trataba de hablar sin fin de lo solo Mediado-  hablaron de una Realidad-objetiva situada entre el Ser-dado y la Existencia-empírica. Platón fue el primero que quiso hablar de lo uno y lo otro, y tuvo que hablar también de un Mediador que transformaba lo uno en lo otro.

Sin duda, la Realidad-objetiva fue descubierta por Demócrito, pero no quiso o no pudo hablar de ella sino en tanto físico, relacionándola todo lo más con la Existencia-empírica y de ninguna manera con el Ser-dado. Es sólo la Filosofía de Platón la que desarrolla un discurso de la Energología propiamente dicha.

Sin embargo, Platón creía poder hablar de una sola y misma manera de tres cosas distintas; mientras que el Sistema del Saber hegeliano habla de tres maneras distintas de una sola y misma cosa, que existe empíricamente en tanto Es-lo-que-es y que sólo es objetivamente-real en tanto existe empíricamente.

En el Sistema del Saber, la Ontología, discursivamente aislada, degenera en Onto-metría, cuyo desarrollo pseudo-discursivo constituye las Matemáticas. La Energología, discursivamente aislada, en Energo-metría y Energo-grafía, que se desarrollan como física matemática o mecánica respectivamente. 

La Energo-metría, cuyo desarrollo inicia Demócrito, trata de una Realidad-objetiva no separada de la Existencia-empírica; en cambio la Realidad-objetiva, que es el Mundo ideal de Platón, es utópica, en el sentido de que se sitúa fuera de la duración-extensión del Cosmos, de modo que la trascendencia del Mundo ideal respecto al Cosmos lo sitúa en el Ser-dado, trascendente por definición.

Las Ideas platónicas se suponen objetivamente reales, en el sentido de que hay entre ellas una oposición irreductible como entre los Átomos democritianos –cada una inalterable e indivisible-. La diferencia es que los Átomos se oponen en un conjunto móvil que es el Espacio-tiempo físico, en tanto las Ideas se suponen inmóviles siempre y en todo lugar; y, por otro lado, las entidades que difieren entre sí sin oponerse en su movimiento son las matemáticas y no las físicas; debe ser por esto que Platón dijo que las Ideas degenerarían en Números  no en Átomos.

Pero Platón parece haberse dado cuenta también de que la naturaleza matemática de las Ideas aseguraba sólo su ser-dado, pero no su realidad-objetiva; entonces no identificó los Números y las Ideas, sino que intercaló los Números entre las Ideas y la Existencia-empírica. Con esta estrategia consiguió preservar la trascendencia del Mundo ideal; como la métrica de este Mundo es numérica –ordinal y no cardinal, como veremos- el Mundo conceptual no es inmanente al Cosmos, sino situado más allá de la duración-extensión, situado en ninguna parte. 

Para Aristóteles esta estrategia es una estratagema, pues para él el Concepto es inmanente al Cosmos y si no está situado en ningún lado no existe.

Para Platón la degeneración parcial de la Energología discursiva, trascendente, en Energo-grafía para-discursiva no deviene una Cosmografía de ningún tipo, pues será Matemática pura y no Física matemática. Para Platón la Cosmografía sólo puede ser una descripción gráfica del Cosmos fenoménico que existe empíricamente  sin ser objetivamente-real. La Realidad-objetiva no es cósmica o física sino ideal; no se sitúa en el Cosmos, sino más allá, en el Mundo ideal, del que es su realidad objetiva.

En su Energología, en lo que se ha llamado su teoría de las Ideas, Platón sólo habla de esta Realidad-objetiva ideal, atómica podemos decir, cuya degeneración en Energo-metría pseudo-discursiva produce la Matemática pura. Pero vemos también en Platón mismo una degeneración parcial en Energo-grafía que dará como resultado los conocidos Mitos platónicos.

Angeles Moltó

Enero 23