
05 Ago Kojève IV
Ensayo de una historia razonada de la filosofía pagana I
La evolución de la filosofía durante el periodo pre-kantiano
2- Las filosofías antitéticas
Kojève plantea en este apartado, no sólo la tesis de Parménides y la antítesis de Heráclito, sino también unos esbozos paratéticos que conducirán hasta Platón y Aristóteles.
Aristóteles supone a Platón y éste a Sócrates, que no puede disociarse de los sofistas a los que se opuso frontalmente.
Se puede situar filosóficamente a Anaxágoras entre Parménides y Platón como paratesis tética, a Empédocles entre Heráclito y Aristóteles como paratesis antitética y a Demócrito como paratesis sintética.
I – La tesis de Parménides
No tenemos el poema completo de Parménides, pero Platón, cuando lo comenta, sí lo tenía; de modo que Kojève hace un comentario de lo que lee en Parménides y de la lectura del comentario de Platón.
Puede parecer a primera vista que Parménides integra todo afirmando que Ser y Pensar son más o menos lo mismo; pero claro, no es que pensar en la salud y tener salud sea lo mismo.
Lo que dijo es que algo que Es puede ser pensado; precisamente distingue Ser y Pensar para afirmar que los pensamientos existen tanto como lo pensado.
Desde el principio de la primera parte de su “Poema” dice que importa aquello de lo que se habla tanto como el discurso mismo; tanto que hace intervenir a una diosa que le habla para redecir él lo que ella ha dicho, haciendo suya la intención de hablar de la diosa.
El declara su intención de hablar en Filosofía de modo que el preámbulo de su Poema es una actualización de la Hipótesis de la Filosofía. Esa intención se realiza por su discurso que desarrolla el sentido Concepto de la noción concepto.
Parménides distingue entre el acto de conocer y el de decir discursivamente; se puede conocer el Ser y decir todo lo que Es, y distinguir esos dos actos porque no es lo mismo el Morfema del Discurso que el Cuerpo del que se trata. Si la salud del cuerpo, que puede faltar, es otra cosa que el cuerpo mismo, ella no coincide tampoco con su sentido, ligado de modo no necesario al morfema, que puede nombrar una salud ausente.
Si Parménides dice que el Ser y el Pensamiento son lo mismo, es que habla de otra cosa que del sentido del discurso y de la Esencia de los objetos; entonces se puede decir con verdad que existe una sola y misma cosa que existe en tanto que Esencia y Sentido, pero que no es la una ni el otro. Se trata de la cuestión del Concepto que él plantea explícitamente en tanto Hipótesis de la Filosofía y que lo lleva a hablar para responderla.
Parménides liga el Concepto con el morfema Ser, que está lejos de ser claramente definido, por lo que Platón propone ligarlo al Sentido de Uno, que remite a Inmóvil. No es un Uno extenso, el Uno en el sentido del Espacio, que es divisible por definición.
El Espacio es la pluralidad, la diferencia de lo idéntico, dice Kojève. –Toma los mismos elementos que Vappereau para la definición de Narcisismo, aunque para llegar a algo completamente diferente, no? Es muy interesante-.
El Uno sería un punto, sin extensión? No, no está situado en el espacio. Dice Platón que es el Inmóvil perfecto, que no está en todos lados sino en ninguno.
Tampoco tiene ninguna duración, es homogéneo en lo espacial y en lo temporal; es un aquí y ahora absoluto; es la Eternidad misma.
Parece que lo primero que le propone la diosa es desarrollar el sentido de Eternidad, que es el sentido de la noción concepto. Podemos entender que la Eternidad es divina, porque su diosa le habla de otra diosa, la diosa Αληζεια que es la Verdad y la Realidad, que se muestra por el Pensamiento, sentido del discurso verdadero, y que se esconde por el Ser, en tanto esencia de los objetos reales de los que habla el discurso.
Pero la diosa le avisa que hay dos vías de para el pensamiento, de las que la segunda es completamente desaconsejable.
Esta segunda no puede ser la contraria de la primera, porque para Parménides no hay manera de conocer lo que no puede ser, el no-Ser; a tal punto que la diosa debe insistir, para que Parménides entienda, en que hay dos vías aunque la segunda no deba seguirse.
La vía desaconsejada es la de los mortales, que hablan de lo que puede ser o no ser, de lo que puede ser en un lugar o en un momento o no ser en otros.
La manera que aconseja la diosa dice que vale la pena buscar la Sabiduría, porque el Saber, en el sentido de una perfecta certeza, para alcanzar la Verdad absoluta, es posible. Se puede conocer ese algo uno -en sí mismo- y único -en su género- e inmóvil –idéntico a sí mismo- que es la Eternidad.
La otra manera, la de los mortales, consiste en decir que el concepto como la eternidad no son sino vanas palabras. El cosmos de los mortales está a la vez lleno de luz y tinieblas, la eternidad descompuesta en pasado presente y futuro, el uno se descompone en multiplicidad, a cada parte de lo cual los hombres asignan un nombre.
Es exactamente la vía de la opinión, que, según la diosa, Parménides debe conocer, pero no para contradecirla, que lleva a un discurso inútil por indefinido, sino para redecirla completamente y mostrar que sólo lleva a la locura de la palabra vacía o al silencio de los contrarios que se anulan mutuamente.
Entonces, la segunda vía no es la contraria de la primera, la Antítesis no aparecerá hasta Heráclito porque para Parménides es impensable; la vía de los mortales no es sino un pseudo discurso, una ilusión sin sentido, la existencia empírica llamada sensible.
Para evitar que el Concepto en tanto uno pudiera ser también no-uno, Parménides dice que es Uno, que Inmóvil y Eternidad, serían distintos morfemas con el mismo sentido; pero Platón se da cuenta que el sentido no puede contradecirse porque no se puede engendrar así ningún discurso. Es Platón quien se da cuenta de que el discurso de los mortales, al reducirse al silencio, no contradice el discurso filosófico, que Parménides en la primera parte del poema ya ha dicho todo lo que había que decir respecto a la Tesis filosófica.
La cuestión es que la definición de Concepto de Parménides también termina en el silencio, no hay discurso posible fuera del tiempo; pero no hay nada de absurdo en esa Sabiduría absoluta y silenciosa. No es el silencio escéptico de que nada se puede saber, de querer hacer callar a la Filosofía para poder seguir hablando indefinidamente, sino el Silencio sabio, el Saber absoluto de la Verdad eterna, no discursiva.
Esa Sabiduría no tiene nada de decepcionante, al contrario, lleva a la satisfacción de tener la certeza de Saber la Verdad, aunque sin poder decir una palabra; salvo que uno sea un intelectual, dice Kojève, amante del discurso filosófico, pues Sabiduría y filosofía no tienen nada que ver. Sin embargo no es tampoco el silencio oriental místico, es, a pesar de todo, un silencio filosófico.
Parménides plantea la Hipótesis de la Filosofía, la cuestión del Concepto con la idea de dar una respuesta definitiva; pero se equivoca al creer que su sola Tesis puede dar inmediatamente la respuesta; para él no hay Antítesis, ni Paratesis, ni Síntesis discursivas posibles.
Parménides cree como Hegel que el discurso filosófico debe redecir todo lo que se ha dicho con sus contradicciones pero sin contradecirse uno mismo, la diferencia es que Parménides acaba diciendo que para eso el único modo es el Silencio.
Hegel dice que luego la Historia de la Filosofía (tiempo) puede redecir (discurso) todo lo que se ha dicho antes de él, hasta llegar a un final que es su propio inicio. Parménides parte de su silencio y no puede llegar más que al silencio.
La cuestión es que su Silencio, en el sistema de Saber de Hegel, se demuestra discursivo en tanto su Tesis tiene existencia en un momento; tanto su Concepto de Eternidad como su Silencio mismo sólo se revelan discursivamente.
Parménides es un filósofo auténtico que quiere demostrar discursivamente la necesidad del Silencio, la imposibilidad de la Verdad discursiva.
El poema de Parménides demuestra que si el Concepto es la Eternidad, no se puede decir ni que es la Esencia del Objeto ni que pueda ser el Sentido del Discurso. El Uno solo inmóvil son nociones que para él no pueden tener ningún sentido discursivo.
Para sobrepasar filosóficamente a Parménides, hay que desalojarlo de su silencio y hacerlo hablar, y eso es exactamente lo que hace Heráclito planteando la Antítesis de la Filosofía.
Angeles Moltó
16. 11. 2021