Hamlet – ¿Paradigma de la duda? _ Oír

Hamlet – ¿Paradigma de la duda?

El deseo por la madre y el deseo de la madre

El deseo y su interpretación – sem. 6 - (1958 -59)

Lacan le dedica a esta tragedia 7 lecciones en el seminario “ El deseo y su interpretación”, porque la considera la tragedia del deseo.

Lacan se queja nuevamente de la traducción francesa, dice que no transmite la densidad de la obra; no sé si es que las traducciones al francés son especialmente “traicioneras” (traduttoretraditore) más que en otras lenguas; yo en castellano encuentro mucha densidad en la obra; nunca será como leído en inglés, de eso no cabe duda .

Haremos un seguimiento muy a la letra del seminario porque es muy denso y  nos da mucho material para el recorrido que estamos haciendo.

Empezaré por resumirles la obra, pero no usaré las palabras del autor, la belleza del discurso la dejo para el espacio de literatura .

El primer acto es una acumulación de información en distintas escenas, llena de confusiones, se respira un ambiente angustiado:

En la primera escena: E s el cambio de guardia, a media noche en el patio del castillo de los reyes de Dinamarca; los que llegan a hacer el cambio preguntan “¿quién va?” en lugar de ser al revés.

Es media noche, pero en el reloj suena la una y entonces aparece el espectro del rey muerto. Horacio está presente y avisará a Hamlet del suceso.

Justo después en la 2ª escena: El nuevo rey le dice a la reina que es hora de dejar el duelo. Hamlet muestra aparte su indignación ante las segundas nupcias de su madre con alguien tan inferior a su padre muerto.

En la 3ª escena: Hamlet, que todavía no se encontró con el espectro de su padre, rechaza brutalmente a Ofelia, de quien hasta ese momento había estado enamorado; mientras su padre –Polonio- y su hermano –Laertes- la invitan, también de modo desagradable, a desconfiar de Hamlet.

En la 4ª escena: Otra vez en el patio del castillo, Hamlet va sin vacilar al encuentro con el espectro de su padre y se deja arrastrar por él a un rincón donde le cuenta que sobrevive en un lugar tan horroroso, que no puede ni describírselo porque los órganos mortales de su hijo no podrían soportarlo. A continuación le da una orden: que haga cesar el escándalo de la lujuria de la reina, que hasta ese momento había parecido casta . Le dice,  aunque en una situación nuevamente confusa , que fue su hermano Claudio quien lo mató, mientras dormía, envenenándolo por la oreja, para quedarse con su esposa y su trono. Confusa porque no se entiende como sabe lo que ocurrió si estaba dormido.

A pesar de lo que le cuenta de Claudio, el acento está puesto en el deseo de la madre, a la que debe sacar de la situación incestuosa, pero contra la que no debe actuar. Hay un especial cuidado en el espectro en no seguir transgrediendo la ley: un hijo no debe dañar a su madre, de eso que se ocupe el cielo.

El ambiente del 2º acto es , al principio, completamente diferente, es tragicómico; se centra en vigilar a Hamlet, pues Claudio convence a todos que el 

príncipe no es de fiar, y él se hace el loco, precisamente porque se da cuenta que es él el que no puede fiarse ni de sus amigos; los diálogos son simplemente hilarantes sin dejar de referirse a algo realmente trágico.

Hamlet hace el papel de bufón, aprovecha los equívocos del lenguaje para hacer aparecer la verdad.

Al final del acto llegan unos cómicos a palacio, y, viendo Hamlet como llora uno de los actores por el papel que representa, su discurso cambia por completo: está solo sobre el escenario y se desespera: surgen de su boca las peores injurias contra Claudio, para acabar preguntándose si no será un cobarde, si no será que no tiene sentimientos. Ser o no ser”.

Luego les propone a los cómicos que representen una obra que remedará por completo lo que ha pasado entre su padre, su madre y su tío.

El principio del 3er acto es esa escena dentro de la escena. Es el intento de Hamlet de poner palabras a lo que ocurre, un intento de reorientarse él mismo, más allá que diga que lo hace para pescar a Claudio, para comprobar la versión del espectro. Y efectivamente Claudio no lo soporta, pero entonces la madre llama a Hamlet para reconvenirlo.

En el camino encuentra a Claudio rezando, lo tiene a su merced, pero ¿lo va a matar entonces para mandarlo directamente al cielo, mientras su padre sigue penando sus pecados? No saca la espada.

La escena con la madre es sublime: ese hijo, que claramente ama a su madre, tiene que decirle que ella está viviendo en un estercolero, que salga de esa cama con un sapo … pero la madre no se inmuta.

Hamlet cambia el tono, trata de convencerla, le dice que si renuncia, luego cada día que pase le será más fácil, y entonces reaparece el espectro, al que la madre es la única que no ve (en el patio de noche lo vieron todos), y  le dice  a Hamlet: deslízate entre ella y su alma en lucha” 1.

Lacan comenta aquí que ese es el trabajo del analista; podríamos decir: meterse entre el yo y los síntomas.

Pero la reina no cede, “ella es una auténtica genital”, dirá Lacan, que ya veremos qué significa; la cuestión es que consigue que su hijo se rinda.

En el ínterin vuelve a haber una escena cómica: Polonio, que está entre los cortinajes por si la reina necesita ayuda, se mueve y Hamlet, haciéndose  el loco, dice: un  ratón, un ratón y lo mata. Luego lo esconderá bajo una escalera, y, cuando todos lo buscan y no lo encentran, él dirá, riéndose, que ya lo encontrarán en pocos días por el olor.

En el acto 4º vuelven a pasar muchas cosas muy deprisa:

Envían a Hamlet a Inglaterra de donde volverá antes de tiempo porque mata a los amigos que han enviado a matarlo a él.

En el intervalo Ofelia se ha vuelto loca por la muerte de su padre, pero  sobre  todo  porque Claudio piensa que no haciendo funeral conseguirá que el clamor de sus hijos pase más desapercibido. Ya vemos que Claudio es un hombre de acción y pocas palabras, las menos posibles.

El último acto empieza en el cementerio: están enterrando a Ofelia que se ha suicidado, pero en este caso si hay rito funerario. Cuando Hamlet llega de

1 La traducción es mía, apoyada en los comentarios de Lacan

Inglaterra encuentra a Laertes, llorando a su hermana dando gritos. Eso tiene un efecto inmediato en Hamlet , que recupera su amor por Ofelia y desafía al amigo a: quien ama más? quien grita más? quien llora más?

Claudio, que ha preparado con Laertes un duelo a espada, trucado, con una espada envenenada, para matar a Hamlet, aprovecha el desafío de Hamlet.

El  duelo es  un lio donde tanto Hamlet como Laertes resultan pinchados por la espada envenenada, la reina se bebe una copa también envenenada –cuanto le gustaban los venenos a Claudio -, y cuando Hamlet entiende lo que está pasando, mata a Claudio y ordena a Horacio vivir para contarlo.

Un duelo a espada, donde se producen un montón de muertos, acaba ocupando el lugar del rito del duelo por el padre, que no había tenido lugar.

Se ha dicho que Hamlet es e l paradigma de la duda, ese “Ser o no ser, he ahí la cuestión” ha tenido su peso, pero Lacan no lee ahí una duda, sino un sujeto atrapado en la cadena significante que marca su destino.

Hamlet recibe una orden que quiere cumplir y no puede, y hay dudas en su discurso, si, pero no respecto a la decisión de cumplir su cometido, ahí no tiene duda ninguna, el acto se le hace imposible, pero no porque dude.

Ya desde antes de Freud se había estudiado esta obra , unas veces centrándose en la psicología del protagonista: el propio Goethe había dicho que en Hamlet el exceso de pensamiento paraliza la acción; otras poniendo el acento en el medio: se han dicho disparates incluido el que en realidad Hamlet era  una mujer disfrazada para seducir a Horacio…

Se ha dicho una cosa y la contraria: algo muy inconsciente para cada cual se juega en esta obra.

Es  Freud  el primero  que  señala  que  “algo en  el alma del protagonista, que tiene que permanecer inconsciente, se presenta como un escrúpulo de conciencia ” y lo pone en relación con Edipo.

La gran diferencia con Edipo es que él no sabe. Que el Otro no sepa es algo que siempre nos conmueve; es una revolución para cada cual el momento en que descubre que el Otro no sabe nuestros pensamientos: una decepción, aunque pueda ser también un alivio.

En cambio Hamlet sabe, ya sabía demasiado: que la madre no estaba respetando el duelo por su padre y eso lo separa de Ofelia; pero luego de la aparición del espectro sabe además que el padre fue asesinado por la oreja, y que estaba en pecado. Es una información que le resulta traumática, es del estilo de una respuesta que llega antes que la pregunta.

Después de Freud los psicoanalistas han hecho diversas interpretaciones, siempre centradas en el deseo de Hamlet por su madre.

Claudio podría ser un rival frente a la madre, un desplazamiento del padre que despertaría sentimientos ambivalentes al haber realizado  la fantasía edípica; eso lo podría llevar a admirarlo de algún modo, o podría generar culpa por desplazamiento y ambas retardarían la acción. Pero no queda ni rastro de la rivalidad con el padre después de la revelación del espectro, ni por tanto lugar para la culpa, y 

no hay ni sombra de admiración hacia ese sapo”, su tío.

El mandato del padre admirado es muy claro, pero la orden no es matar a Claudio, eso lo decide Hamlet, y el supuesto deseo hacia su madre lo impulsaría precisamente en ese sentido. ¿Por qué lo decide pero no lo hace?

Se trata de  una situación edípica clara, pero no de un conflicto edípico típico; las  interpretaciones de los postfreudianos se han quedado muy cortas respecto a la que puede hacer Lacan, gracias a que pone el acento en el discurso: el problema no es el deseo por la madre, que no se ve aparecer en ningún momento, sino el deseo de la madre.

Tomando lo que dice Freud , Lacan habla de deseo inconsciente, de que algo no  funciona en el deseo de Hamlet; lo cual aparece con claridad cuando vemos como rechaza a Ofelia, aunque ese no sea sino un objeto consciente de su deseo.

Y aquí vemos un objeto del deseo nombrado ¿Cómo puede ser eso? El objeto causa es efectivamente innombrable en tanto real, el objeto que viene del futuro, no. Lo que es innombrable es el deseo mismo, no el objeto; Ahí radica la complicación de la cuestión del deseo, la demanda es un significante, el deseo no .

Lo que está en juego en Hamlet es ese acto que no puede cumplir, -ni la psicología de Hamlet ni su medio – y que no es un acto edípico, no es un conflicto con el padre; está capturado entre “Ser o no ser”, capturado en la cadena significante, ser o no ser el que debe ir al encuentro del lugar que ocupa el pecado no pagado del Otro, de su padre. No puede pagar en lugar del padre, ni dejar la deuda sin pagar, debe hacerla pagar, pero tendrá que ser a través de mismo, no sin antes estar tocado de muerte.

Hamlet no es el conflicto edípico universal de la castración y el deseo, a pesar de que también en este caso, como en la tragedia edípica, el pecado del padre arrasa el destino de los hijos, y también allí alguien –Antígonatiene que pagar con su vida para poder hacer respetar la Ley, pero es una muerte decidida, después de que el propio padre ha pagado y ha vuelto a poner al mundo sobre su eje.

Shakespeare modifica las coordenadas de modo que aparezca, no sólo el carácter problemático del deseo, sino las condiciones necesarias  para que éste sea posible.

La castración eficaz es la de la madre, el deseo que permite el deseo del hijo es el deseo de la madre, y el punto culminante de la obra es la escena en la alcoba de la madre, cuya lectura está en el límite de lo soportable.

Hamlet no es un jovencito, se puede deducir que tiene alrededor de 30 años y le dice a su madre que no está ya en la primera juventud como  para no  poder apaciguarse, luego insulta a su tío con toda brutalidad. Finalmente inicia una demanda en nombre de la dignidad, que, si fuese respondida con otra demanda por parte de la madre, permitiría el intento de Hamlet de que se abriera la posibilidad para empezar a poner palabras en ese mundo que está fuera de su eje.

En ese momento, incluso el espectro viene en su ayuda, pero la madre no se inmuta. En realidad sí, le dice que le parte el alma, llora, pero no está dispuesta a modificar su situación con Claudio, y Hamlet no puede más, se va derrotado .

Nuevamente derrotado por la madre, pues cuando había intentado que  la obra  de  los  cómicos, repitiendo la situación de palacio, le sirviera para reorientarse, no es el enfado de Claudio lo que marca la continuación de la obra, sino 

el llamado de la madre para reconvenirlo. El enfado de Claudio produce que Hamlet sea enviado a Inglaterra, pero es una solución sin consecuencias porque Hamlet no se deja matar y vuelve a Dinamarca antes de tiempo.

El problema es el deseo de la madre. Lacan sentencia:ella es una auténtica genital”.

Me había preguntado desde hace mucho ¿qué significaba este “una genital pura”? ¿No era que la genitalidad era precisamente el punto al que Freud decía que había que llegar?

Es difícil leer a Freud, contra lo que puede parecer: hasta 1922 planteaba que las zonas erógenas tenían que acabar sometiéndose al primado de la genitalidad, pero en 1923 hay un cambio muy grande, que, como ya he dicho, nadie vió hasta Lacan, cuando dice que se trata de resignificar la sexualidad bajo la primacía del falo. Una genital pura es la genitalidad, no el primado del falo.

Es ahora, cuando con Lacan, leído por Vappereau, entendemos lo que es el falo: de entrada el falo es la palabra, que sólo queda puesto en el cuerpo en el estadío el espejo cuando el pene toma su lugar como elemento en punta que permite distinguir el cuerpo de la imagen. Después en la resolución del Edipo se trata, precisamente, de renunciar a serlo y a tenerlo, para poder considerarlo nuevamente un significante. Ahora podemos entender que la resignificación lica del objeto consiste en escribir con palabras y no con el cuerpo o personajes edípicos.

Esa resignificación es lo que la reina no puede hacer, el objeto sigue pegado al cuerpo, no puede poner palabras, no puede reconstruir el objeto con palabras; en ella funciona la pulsión, no el deseo.

En esta madre se ve muy bien la diferencia entre sexualidad y sexuación, cómo el  falo no está en  la palabra sino en el cuerpo. Y Lacan, que en este momento que está trabajando Hamlet, no tiene todavía el concepto de sexuación, lo que dice es que la reina es una genital pura.

Lo único que encamina la obra hacia su final es la identificación de Hamlet con Laertes a través de su duelo.

Freud nos dice en “Duelo y melancolía” que si un duelo tiene lugar se debe a una introyección del objeto perdido; pero para poder introyectar un objeto es necesario que ese objeto esté realmente constituido en calidad de objeto.

Para la reina, el rey muerto, a pesar de lo que él creía, no era objeto de su deseo, sino un objeto de su pulsión, y por ese motivo puede cambiar de objeto con toda facilidad sin necesidad de hacer duelo alguno; el  objeto de  la pulsión se define por ser fácilmente desplazable.

Hamlet, en cambio, sí había hecho de Ofelia un objeto de su deseo,  por  eso cuando  ve en Laertes a Ofelia como objeto, puede, identificándose con Laertes, recuperar a Ofelia como objeto y ahí puede empezar su duelo. Es en ese momento cuando  puede  comportarse  como un  sujeto,  hasta el  punto  que empieza por identificarse: “Soy Hamlet el danés”.

Si  un sujeto es  lo que nos enseñan  Freud y Lacan –aquel que dependiendo del significante, sin embargo no tiene significante que lo signifique, que lo único que le dice qué es, es ser el objeto que es para el Otro- sólo por mediación del deseo del Otro puede desear, y sólo reconociendo un objeto de su deseo podrá encontrar algún significante que le sirva como  identificación.

Angeles Moltó

Angeles Molto
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