
27 Mar El deseo y su realización
“La interpretación de los sueños” (1900) (cap. III, cap. VII –C. A.E. T.- IV, V)
En diversas cartas a Fliess Freud hablaba del sueño y de los síntomas como “realización de deseo”, sin que eso tuviera de momento ninguna relación explícita con la sexualidad articulada a la pulsión.
Es en “La interpretación de los sueños” donde Freud empieza a hablar abundantemente del deseo, aunque no lo define ni lo desarrolla . La tesis fundamental de este texto es que el sueño es la realización de un deseo (Wunscherfüllung) sexual infantil.
Erfüllung es tanto cumplimiento como realización. Etcheverry lo traduce por cumplimiento y López Ballesteros por realización, comoLacan.
Decir cumplimiento de un deseo está demasiado cerca de la satisfacción como para que no genere confusión, porque se trata , en todo caso, de una satisfacción por medio del mecanismo alucinatorio que es el sueño (principio del placer, proceso primario); lo que propone Lacan es que se trata de realización en el sentido de hacer real mediante la figuración, algo que está más cerca de lo que ocurre que un cumplimiento en el sentido de una satisfacción.
Freud empieza escribiendo sobre sueños cuya función es mantener dormido al durmiente (cap. III ), de modo que el deseo que se cumple, éste sí, es el de seguir durmiendo cuando alguna necesidad ( Bedürfnis) amenaza con despertarnos. Este cumplimiento ocurre a través de la realización de ese otro deseo asociado a alguna necesidad o molestia que despertaría al durmiente si no se resolviese de alguna manera mediante el sueño .
Son éstos, los llamados sueños infantiles, unos sueños, cuyos deseos pueden hacerse conscientes sin problema, porque no surgen de conflictos inconscientes. Desde luego, con el trabajo de Lacan sobre el deseo, estos deseos que pueden expresarse sin problema no son deseos sino demandas.
Freud comenta enseguida, sin embargo, que la idea de que los niños no conocen el apetito sexual es errónea, que también en ellos “ las pulsiones de la vida pueden convertirse en fuente de desengaño y por tanto de estimulación onírica” 1
Etcheverry habla de pulsiones vitales y López Ballesteros de instintos vitales, cuando Freud escribe Lebenstriebe, que prefiero traducir por pulsiones de la vida (siempre recordando que tenemos que pensar pulsión como deriva, desvío), que no es exactamente lo mismo .
En el cap. VII da Freud una descripción bastante completa del sueño : “El sueño es un acto psíquico de pleno derecho; su fuerza pulsional (Triebkraft ) es, en todos los casos, un deseo que se realiza (erfüllender); el que sea irreconocible como deseo, así como sus múltiples extravagancias y absurdos, se debe a la influencia de la censura (Zensur) psíquica que debió soportar en su formación; además (…) de que cooperaron en su formación la condensación del material psíquico, un miramiento por la figurabilidad en imágenes, y –aunque no de forma regular- un miramiento por dar una fachada racional e inteligible ” 2.
Etcheverry y López Ballesteros hablan de fuerzas impulsoras y Freud está usando el término pulsión, lo que no es negligible; además, en este curso nos interesa especialmente que use “Trieb” porque estamos tratando de ver precisamente la aparición de los términos deseo y pulsión.
La fuerza pulsional del sueño es u n deseo que se realiza; Freud habla aquí de pulsión y deseo actuando conjuntamente.
1 Freud, S.: Gesammelte Werke. T. II/III. Pg. 136. Traducción propia.
2 Freud, S.: Gesammelte Werke. T. II/III. Pg. 538. Traducción propia.
Por otro lado, traducen el participio presente (erfüllender) como “por cumplir” en el primer caso y “a realizar” en el segundo; ya dije por qué es mejor realizar, pero, además, Freud dice que “el presente es el tiempo en que el deseo se figura como realizado” por tanto no me parece que ese participio presente sea sin importancia , y por eso traduzco: “que se realiza”
Veamos qué nos dice Freud del sueño:
- Que –como el resto de las formaciones del Inconsciente – es un producto psíquico tan valioso y válido por lo menos como los conscientes .
- Que es provocado por un deseo que busca mostrarse, pero cuya consciencia provocaría angustia y por eso es censurado –noción de conflicto-.
- Que la distorsión que lo hace irreconocible es, además de la censura, el hecho de que el Inconsciente se expresa en un lenguaje que se rige por unas normas distintas de las de la consciencia: el proceso primario – condensación y desplazamiento; y una característica propia del sueño: tener que expresarse en imágenes. Finalmente algunos sueños añaden la distorsión suplementaria de dar la apariencia de un interés racional.
A continuación Freud habla del escenario del sueño, lo que en otro momento llama la “otra escena”, es decir el Inconsciente; no entraré en ello porque no es el tema de este año, ya vimos el curso pasado los esquemas del aparato psíquico que hace en este texto; sólo quiero señalar que subraya que no es un lugar anatómico y que no es un ordenamiento realmente espacial, lo que prefigura la búsqueda de una topología apropiada por Lacan.
El apartado C de este VIIº capítulo Freud lo dedica a la “ realización de deseo” .
En el adulto los deseos capaces de producir un sueño sólo pueden provenir del Inconsciente; los deseos conscientes , como los restos diurnos que encontramos en los sueños, sólo aparecen en ellos si logran despertar un deseo reprimido al que se asocian, y que queda disimulado detrás de ellos. La presencia de restos diurnos en todos los sueños, es explicada por Freud como la consecuencia de que las representaciones inconscientes como tales son incapaces de penetrar en el Precc. y por tanto las asociaciones son fundamentales –la doble inscripción -.
Los deseos inconscientes son, por definición, deseos infantiles reprimidos, que no pueden resultar sino penosos para el yo. Esa es la explicación de que también las pesadillas sean realizaciones de deseo, cuya única diferencia es que el soñante no ha conseguido desfigurarlo hasta hacerlo irreconocible. Del mismo modo ocurre con los sueños de castigo, que significan que el deseo prohibido ha sido ya satisfecho, por lo que el soñante, en realidad, recibe de buen grado el castigo a cambio de la satisfacción ya dada por obtenida.
Freud llama deseos pulsionantes a aquellos capaces de provocar un sueño, y se pregunta “por qué durante el sueño lo Inconsciente no puede ofrecer nada más que la fuerza pulsional para una realización de deseo” 3.
Tenemos aquí la relación entre deseo y pulsión, y Freud dice que la respuesta a esta pregunta nos dará la “naturaleza psíquica del desear”.
En este punto retoma lo que había escrito en “El proyecto…” para explicar la constitución de la pulsión y el deseo.
3 Freud, S.: Gesammelte Werke. T. II/III. Pg. 570. Traducción propia.
Como hemos visto repetidamente, la tendencia primera del aparato es a mantenerse en lo posible exento de excitación (principio de constancia), y los estímulos de las urgencias de la vida, de las grandes necesidades corporales, lo obligan a buscar el drenaje por la motilidad.
El niño hambriento llora o patalea en una respuesta inespecífica que no hará desaparecer la excitación de un estímulo que no cesa. La cancelación sólo puede provenir de la acción específica procurada por Otro -que tendrá que enseñarle que necesita y qué necesita – que producirá la vivencia de satisfacción, cuyo recuerdo quedará asociado a la huella de la excitación producida por la necesidad.
Cuando reaparezca la necesidad se suscitará el recuerdo de la vivencia de satisfacción, tratando de restablecerla de ese modo. Esta identidad perceptiva entre vivencia y recuerdo: la alucinación, acabará necesariamente en fracaso, pues la excitación no desaparece con esta satisfacción alucinatoria.
En realidad la primera vivencia de satisfacción es irrepetible, es ese primer objeto perdido que nunca existió. Será necesario detener la regresión tópica y poner en marcha un segundo sistema de funcionamiento que distinga entre percepción y recuerdo, para que una identidad de pensamiento consiga finalmente una cierta satisfacción.
La respuesta inespecífica y la satisfacción alucinatoria nos demuestran que el cachorro humano es prematuro, que no tiene instintos.
Que el concurso de los cuidados y sobre todo de la palabra del Otro sea imprescindible , constituye el modo en que las necesidades tienen que pasar por e l lenguaje de manera que el cuerpo quede desviado de su funcionamiento fisiológico, y eso son las pulsiones.
La nostalgia de esa primera experiencia de satisfacción irrepetible es el deseo.
Si leemos pulsionante como desviante, si recordamos que la fuerza pulsional es la fuerza capaz de desviar al cuerpo y vemos que el deseo surge en el mismo proceso que la pulsión, tenemos que sólo los deseos surgidos en la sexualidad pulsional infantil son capaces de producir un sueño, una realización de deseo, que no es más que el modo alucinatorio primordial por el que se regía el aparato en su primer tiempo.
De momento el deseo es una noción central en el funcionamiento psíquico, pero seguimos sin saber qué es, más que fruto de una nostalgia; siendo además que Freud no distingue entre demanda y deseo, lo que le permite decir que el pedido en sueños de “ fresas, frutillas, natillas” es un deseo onírico de su hija.
Después, en los textos de los años 20, habrá que ver cómo se modifica el deseo con la resignificación fálica .
Angeles Moltó