El deseo y el significante que falta: el falo

El deseo y el significante que falta: el falo

(“El deseo y su interpretación, Sem. 6 – clases I – VII)

(“La significación del falo” Escritos 2)

Lacan, sosteniéndose en la lingüística, para fundar el descubrimiento freudiano, dice que en el lenguaje hay un significante que falta necesariamente, que falta por estructura: el significante que nombraría la relación del sujeto con el significante.

Lo que Freud descubre en la clínica es que lo que falta es el falo; (al que nunca llamó significante, desde luego, como tampoco distinguió entre falo imaginario y falo simbólico, que son aportaciones lacanianas ).

Tendremos que ver la diferencia entre el falo imaginario y el simbólico, para llegar a entender que ese significante que falta en el lenguaje es el falo.

En tanto falta ¿cómo sabemos de él? Porque aparece metafóricamente. Es la metáfora lo que desafía lo que todo el lenguaje parece hecho para velar: que hay un significante que falta : Φ 1.

“El uso metafórico, dice Lacan, basta por sí solo para que aparezca en lo imaginario, en el otro que está allí como espectador, en el a, la imagen del sujeto en la medida en que está marcado por esa relación con el significante especial que se llama lo prohibido” 2.

Freud construye el mito edípico para dar cuenta de que el sujeto, en tanto implicado en la palabra, no accede al deseo sexual sino sometido al complejo de castración.

Que el significante que falta en el Otro, y que es el fundamento del deseo, sea el falo, ya nos da indicios de que la constitución del deseo tomará formas distintas en los sujetos masculinos o femeninos.

Recordemos el ejemplo de las cerezas de hace un par de sábados. Era evidentemente un ejemplo de deseo masculino.

Decíamos, y eso ya vale para ambos, que una imagen es estimulante del deseo porque está contenida en un relato inscrito en una cultura y al mismo tiempo es un momento de suspensión de ese relato, que queda fijado y toma valor de fantasma. Pero el proceso no será igual par a cada sexo.

El sujeto se constituye frente al espejo al encontrarse con la diferencia. En la Introducción del narcisismo” Freud plantea que el yo no es primario, que es necesario un “nuevo acto psíquico” 3 para que aparezca el narcisismo y se constituya el yo, y todo ello articulado a partir del cuerpo. 

En ese mismo texto dice que el narcisismo permite al sujeto percibir que el yo es a la vez: yo y otro, el cuerpo propio y un objeto.

1 Lacan, J.: “El deseo y su interpretación” El seminario libro 6 pg. 32
2 Op, cit. Pg. 33
3 Freud, S.: “Introducción del narcisismo” A.E. TXIV, pg. 74

Ese nuevo acto psíquico es lo que Lacan llama “ el estadío del espejo” 4 . 

En la experiencia especular el bebé, cuyas sensaciones propioceptivas son todavía fragmentarias, descubre su imagen unificada al reconocer la imagen del adulto que lo sostiene. Es un momento de júbilo, de identificación yoica con su imagen, de enamoramiento de ese yo ideal que se presenta con una unificación, que el niño está lejos de sentir. Esa identificación imaginaria se articula con la identificación simbólica de la palabra del Otro que lo nombra.

La libidinización de la imagen del espejo,  con la tensión que implica para el niño el enamoramiento de su propia imagen, será lo que acceso al sujeto al investimiento de sus objetos.

Lacan dice que en la fase del espejo el niño encuentra su cuerpo fuera de su cuerpo: en el espejo -“una imagen unificada ortopédica”, dice, precisamente porque la unificación no es en el propio cuerpo sino en la imagen-; y para señalar la diferencia entre cuerpo e imagen ,  plantea que la imagen está invertida respecto al cuerpo.

Todo el mundo entendió que lo invertido es el eje izquierda y derecha, pero el espejo es isomorfo en sus dos dimensiones y no invierte más el eje derecha – izquierda que el eje arriba-abajo. La imagen frente a nosotros tiene la derecha donde la tendría otro que estuviera frente a nosotros.

Si pudiéramos sacar la imagen de un cuerpo bidimensional del espejo, la podríamos superponer sobre el  objeto,  y  no  se  distinguirían .  Un  guante  bidimensional, el que no tiene el pulgar en oposición, no tiene orientación, sirve para cualquiera de las dos manos y no tiene imagen especular: la imagen es idéntica al objeto.

En cambio, un guante tridimensional, el que tiene el pulgar en oposición, si tiene imagen especular; si el guante ante el espejo fuera de la mano derecha, la imagen del espejo sería un guante de la mano izquierda; lo que no significa que el eje invertido sea el de derecha e izquierda.

Que un objeto pudiera no tener imagen especular también se entendió mal: se pensó que se trataba de una alucinación negativa. Que un objeto no tenga imagen especular significa que objeto e imagen son idénticos, que no se pueden distinguir, no que no se vea en el espejo.

La cuestión principal frente al espejo es la dimensión, esa es la que hace que la imagen y el objeto no sean superponibles. Eso ocurre en cualquiera de las 3 dimensiones del objeto, no es una característica intrínseca del objeto, depende de cómo lo pongamos frente al espejo, pues éste invertirá siempre la dimensión sagital. La dimensión que se invertirá es banal, puede ser cualquiera de las tres, pero al mismo tiempo es excepcional, pues, a partir del momento en que decidimos la posición del objeto ante el espejo, el eje  sagital hará dedimensión, la que definirá que objeto e imagen sean diferentes.

En esa experiencia especular, de conjunción – disyunción de lo idéntico y lo diferente, el bebé deviene un joven sujeto. Ahí se articulan el cuerpo y el lenguaje; 

4 Lacan, J.: “El estadío del espejo como formador de la función del yo [je] tal como nos la revela la experiencia psicoanalítica” Escritos T. I .Ed. S.XXI 12ª Edición

enguaje que no entendemos como inmaterial, las palabras no se las lleva el viento, sino cuerpo simbólico. El narcisismo es una experiencia de lectura y escritura que abre la posibilidad de leer la diferencia y por tanto introduce a la diferencia de los sexos, al complejo de Edipo.

En este proceso el significante faltante deviene el falo.

Hasta este momento, la palabra, por su poder, por suponerse siempre verdadera, había detentado el lugar de falo simbólico. El significante faltante por estructura es también ese, que si existiera, sería todopoderoso.

A partir de la experiencia del espejo, los elementos en punta, y concretamente el pene como rasgo que puede faltar,φ, se articula al nudo de esos cuerpos -el cuerpo propiamente dicho y el lenguaje- para constituir al sujeto como sexuado: masculino o femenino .

En este momento el desarrollo del niño deja de ser igual para ambos sexos y la diferencia anatómica implica dos recorridos que no serán simétricos.

Pero aquí ya estamos hablando de –φ. Como hemos pasado de Φ a –φ?

La falta de un significante en el lenguaje se resignifica como fálica, cuando el sujeto descubre que un órgano tan importante,  puesto que es un acumulador de goce, puede faltar.

Lacan llama entonces Φ al falo simbólico, al significante que falta; y –φ al falo imaginario, ese cuya ausencia hace a las niñas inferiores, y a los niños más o menos valiosos en función del tamaño de su órgano.

Freud encontró que el descubrimiento de la castración materna :

  • pone al varón en posición de temer que algo similar pudiera pasarle, de no alcanzar una posición masculina sino pasando por la “ amenaza de castración”
  • y a la niña en posición de pensarse castrada y de desear tener un pene: la conocida “envidia del pene”, que le ha valido a Freud la acusación de misógino, a pesar de reconocer que algo de la femineidad no acababa de quedarle claro.

El desarrollo del concepto de falo por Lacan recoloca ambas posiciones: nadie tiene ni es el falo, por tanto el pene es la forma masculina de la castración, y la “envidia del pene” no es el más puro deseo femenino sino histérico; el planteo freudiano confunde histeria y femineidad.

La cuestión es como situar el lugar del significante falo en la experiencia imaginaria, como articular Φ y –φ, la cuestión es que el falo no se puede demandar como otros objetos porque es un significante que falta, sólo se puede desear, sólo lo veremos aparecer metafóricamente.

“El deseo no es ni el apetito de la satisfacción, ni la demanda de amor, sino la diferencia que resulta de la sustracción del primero a la segunda, el fenómeno mismo de su escisión”

En  este  momento  de su  teorización  Lacan  plantea que en la relación amorosa  el   hombre  dará  lo  que  no  tiene,  y  la mujer aparecerá como su complemento en tanto simboliza el falo, ambos tratando de ocupar el lugar de la causa del deseo del otro, pero de formas no simétricas .

Angeles Moltó

Angeles Molto
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