
11 Jul El deseo es su interpretación
(“El deseo y su interpretación, Sem. 6 – clases I, II)
Aunque Freud no desarrolla la noción de deseo, para Lacan no hay duda de que hay que trabajar este concepto que es fundamental en la obra freudiana; como se ve por la importancia que Freud da a la cuestión de la libido, que Lacan define en este momento como: “la energía psíquica del deseo” 1. Aquí Lacan hace una aclaración muy importante y poco habitual sobre el aspecto energético, que es que “ para que subsista la noción de energía son necesarias ciertas conjunciones entre lo simbólico y lo real.” 2 No dice más, pero siendo la cuestión energética uno de los escollos de la teoría, propongo conservar esta aportación para ponerla en relación con otras que irán apareciendo.
Lacan inicia este seminario cuestionando el modo en que el psicoanálisis había ido perdiendo el filo cortante freudiano al haber cambiado la importancia del deseo por la de la armonía del amor y de una supuesta maduración libidinal.
Y aclara que si en el análisis nos ocupamos de las formaciones del Inconsciente es porque éstas ponen en juego el deseo; que si la angustia está presente en la determinación de los síntomas es porque la actividad que entra en juego en ellos está erotizada , es decir, tomada en el mecanismo del deseo.
Entonces ¿qué es el deseo? “Algo marcado por cierta función del lenguaje, por la relación del sujeto con el significante.” 3
Ya hemos visto que el cachorro humano no sobrevive si no entra en el lenguaje, y que sus necesidades tienen que convertirse en demandas al Otro, que sólo pueden ser respondidas a su vez por ese Otro bajo la forma de demandas. La incorporación del lenguaje por las orejas y la incorporación del cuerpo por el lenguaje desvía el cuerpo a un funcionamiento pulsional, que se rige por las leyes de la palabra .
Pero que el lenguaje no es unívoco es rápidamente claro para el pequeño futuro sujeto, por poco que las cosas vayan bien. Los juegos de la madre con su hijo son estrictamente una acción simbólica: aparecer – desaparecer, encender – apagar (que no se dice desencender), … revelan al niño enseguida la multivocidad, la riqueza, la potencia de ese Otro: madre y tesoro del significante.
La asunción de la ley del lenguaje es la identificación primera, que Freud llama identificación con el padre, antes de toda elección de objeto, en tanto el padre será el representante de la ley .
A pesar de la riqueza, el pequeño sujeto percibe que no es automático, que no hay completud. Entonces, el Otro dice algo, demanda algo, pero el niño se
1 Lacan, J.: “El deseo y su interpretación” Seminario , libro 6. Pg. 12
2 Op. cit. Pg. 12
3 Op. cit. Pg. 14
pregunta ¿qué quiere? ¿qué me quiere?
Hay un más acá y un más allá de la palabra que le incumbe. Esa es para el nuevo sujeto la primera aparición de deseo: el deseo del Otro , algo que aparece “en el intervalo entre la articulación de la palabra y lo que marca que el sujeto realiza en ella algo de sí mismo” 4.
Algo del Otro se desliza en su palabra, entre líneas. Algo le falta puesto que demanda, pero a la vez en la palabra aparece la necesidad de interpretación, el malentendido. El Otro está faltado, incluso el Otro tesoro del significante está faltado.
Ante el deseo del Otro aparece la pregunta ¿Qué quiere?, pero no hay respuesta posible para esa pregunta, “porque la única respuesta es el significante que designa sus relaciones con el significante” 5.
Lo ven ¿no? Cualquier significante sería uno más de esos con los que se relaciona el sujeto. El significante que designaría la relación del sujeto con el significante no es posible; la experiencia es de castración.
Cuando el sujeto habla no sabe lo que hace, no sabe qué es hablar, ni quien habla. Cuando el niño perciba que el Otro sabe qué dice, pero no sabe que dice, le resultará traumático. El trauma de la escena primaria resignifica esta primera experiencia traumática; Lacan lo dice en la última clase de su último seminario: “el trauma es que los padres no se oyen gritar”
Me avanzo mucho, volvamos a la primera percepción de la falta en el Otro, al descubrimiento de su deseo, al “ Che vuoi?” , a la pregunta para la que no hay respuesta; en ese punto el sujeto está sin recursos, la experiencia es de desamparo, de angustia.
Justo ahí donde se ubica el deseo del Otro, en ese espacio, lo que el sujeto puede y tiene que hacer es situar su propio deseo, no hay otro lugar. El deseo se origina en el mimo lugar que la angustia, pero no es en el nivel del deseo donde se produce la angustia, el deseo es ya una defensa contra la angustia.
En ese mismo tiempo el sujeto está viviendo ya la experiencia especular, constituyéndose como sujeto, sólo desde esa posición es posible sostener el deseo.
Pero esa experiencia implica también la constitución del yo, y todo el desarrollo imaginario: yo ideal, Ideal del yo y la relación con el otro. El descubrimiento del semejante, la posibilidad de la identificación –amor y rivalidad– el juego de la prestancia, el aprendizaje de la victoria y la derrota, son también una defensa contra la angustia, contra el desamparo, algo que puede mediar en la relación entre el sujeto y el Otro.
En el tiempo de los primeros seminarios Lacan privilegió lo Simbólico, luego de haberlo hecho con lo Imaginario y muchos siguen entendiendo que lo imaginario no tiene importancia, es un error: lo imaginario es tan fundamental como
4 Op. cit. Pg. 25
5 Op. cit. Pg. 46
cualquiera de los otros dos registros .
En este seminario dice Lacan 6 que la relación con el otro es más flexible que la propia experiencia especular, y nos recuerda que en el otro nos reflejamos como sujeto hablantes, no como puras imágenes.
Si recurrimos al grafo…
-que para entenderlo tenemos que contar que los vectores Δ I, D S, A s(A), y el vector que pasa por X surgen a la vez –
veremos que el lugar del otro, i(a) en el primer piso (piso que sirve para escribir el sujeto antes de su constitución, o el discurso consciente, depende de lo que estemos trabajando), corresponde al lugar del fantasma en el 2º piso (del sujeto hablante, del Inconsciente).

6 Op. Cit pg.28
En el fantasma ($<>a) el $, sujeto hablante, se revela al otro como mirada. En el fantasma está siempre incluida la relación del sujeto hablante con el otro imaginario i(a).
Por todo esto la cuestión del fantasma es tan compleja: se trata de una imagen, pero también de una frase; tiene que ver con el otro, pero también con el objeto causa.
Lo que es claro es que para buscar el deseo no lo encontraremos articulado a un objeto, sino sostenido, fijado en el fantasma.
Continuaremos con el grafo y el deseo porque todavía no entendemos qué significa que el deseo es su interpretación.
Angeles Moltó