Deseo es la metonimia - Oír

El deseo es la metonimia de la carencia en ser

(“El deseo y su interpretación, Sem. 6 – clases II - V)

(“La dirección de a cura” – Hay que tomar el deseo la letra)

Trataremos de dar cuenta hoy de esta nueva definición de deseo, empezando por la anterior, que tenemos pendiente: “el  deseo es su interpretación” .

Decíamos que no hay palabra para nombrar el deseo, que el deseo no es un significante, que no es articulable; y que, sin embargo, está articulado.

Nos ayudaremos con la topología para verlo; tenemos el toro con el recorrido de las demandas.

Metonimia - Oír
Metonimia - Oír
Metonimía - Oír

Si cortamos el toro por cualquiera de ellas cerrándola, tendremos un cilindro, en el que pongo el corte, que acabamos de hacer, así como el recorrido de las demandas, en azul.

Luego cortamos el cilindro por el trazo rojo y tenemos que el toro, que es tridimensional en sus características extrínsecas (las del espacio que ocupa), es bidimensional intrínsecamente: un cuadrilátero.

Metonimia - Oír

Hasta aquí todo lo que es articulable, pero hay un trazo que no se ve y sin embargo está: la suma de todas las demandas hace una vuelta más, esa que no es articulable pero está articulada (punteada en rojo) .

La interpretación de las demandas nos permitirá entrever el deseo de un sujeto; no podrá nombrar con un significante su deseo, pero si podrá encontrar algo que dirige su proyecto.

Freud habla del deseo y su interpretación cuando en “ La interpretación de los sueños” dice que el sueño es una realización de deseo.

Ya hemos visto que Freud no dice satisfacción o cumplimiento del deseo sino realización, en el sentido de hacerlo realidad según el principio del placer, de modo alucinatorio, con el mismo mecanismo de las alucinaciones.

Freud dice que de entrada una moción pulsional se adhiere a la inscripción de un objeto, al recuerdo de una vivencia de satisfacción -siempre representaciones-, sin distinguirla de una percepción, de modo que la satisfacción, guiada por el principio del placer, será alucinatoria. En el sueño, en el que la motilidad para 

buscar un objeto externo está excluida, se mantiene el mecanismo primario de la alucinación.

Recuerden que llamamos principio de realidad a la actividad judicativa por la que el sujeto distingue recuerdo y percepción, renunciando al placer inmediato a cambio de conseguir una satisfacción que  no se contente con meras apariencias.

Lacan pone el ejemplo de una imagen que podría pertenecer a un sueño: 1 “una mesa” que se asocia metonímicamente“, por contigüidad , a “cerezas sobre la mesa”, y aparecen los labios como metáfora. ¿es por el color, por la forma? No es sólo eso, un significante “cereza” sustituye al otrolabios” porque la cereza puede ser ofrecida en los labios como gesto erótico y eso está presente en el discurso, en la cultura. Esa imagen es estimulante del deseo porque está contenida en un relato y al mismo tiempo es un momento de suspensión, que toma valor de fantasma.

En su trabajo de la interpretación de los sueños, Freud se sorprende de la existencia de las pesadillas, que parecen desmentir por completo su teoría del sueño como realización de un deseo. Al trabajarlas, le aparece la situación de que la deformación, necesaria para poder realizar el deseo de modo que pueda burlar la censura, no ha sido suficiente, y de ahí  la aparición de la angustia y el despertar.

Lacan encuentra también otro motivo: cuando el sueño se une a la demanda, del sujeto o del Otro, en lugar de realizar el deseo, si se renuncia al deseo, aparece la pesadilla y el sujeto se despierta. Es del mismo orden que lo que hemos señalado varias veces de que el deseo surge más acá y más allá de la demanda, y que el sujeto necesita decir no a la demanda del Otro para preservar un espacio para su deseo; si en el sueño traicionamos nuestro deseo aparece una pesadilla . Son como los dos extremos de la situación.

Para la definición de hoy: “ El deseo es la metonimia de la carencia en ser ”, retomamos la palabra de  Lacan:

Articulamos sin embargo lo que estructura al deseo.

El deseo es lo que se manifiesta en el intervalo que cava la demanda más acá de ella misma, en la medida en que el sujeto, al articular la cadena significante, trae a la luz la carencia en ser con el llamado a recibir el complemento del Otro, si el Otro, lugar de la palabra, es también el lugar de esa carencia.

Lo que de este modo al Otro le es dado colmar, que es propiamente lo que no tiene, puesto que a él también le falta el ser, es lo que se llama el amor, pero también el odio y la ignorancia.” 2

Si el Otro, en lugar de dar lo que no tiene –puesto que esa es una definición de amor:dar lo que no se tiene” -, atiborra al pequeño sujeto con lo que tiene, no queda espacio para el don simbólico del amor, y el sujeto tiene que rechazar los cuidados para preservar un lugar para su deseo, hasta llegar a pagar esa forma de amor con odio; la anorexia es un ejemplo que puede ser mite. 

1 Lacan, J.: “El deseo y su interpretación” El seminario libro 6 pg. 59
2 Lacan, J.: “La dirección de la cura” pg. 607

El sujeto no puede perdonar al Otro que no quiera saber nada de su falta –la pasión de la ignorancia -, porque el niño “exige que la madre tenga un deseo fuera de él, porque este es el camino que le falta hacia el deseo” 3, puesto que el deseo es el de seo del Otro.

Cuanto más se satisface la necesidad articulada en la demanda más se estrella la demanda de amor contra algo que es vivido como un engaño.

Cuanto más se trata de colmar la demanda más se “colmata” el deseo. Es un neologismo que usa Lacan años después de lo que estamos viendo.

Al sujeto le falta el ser puesto que no tiene un significante que lo nombre, no puede nombrarse porque ningún significante significa por sí mismo.

Al mismo tiempo tiene que descubrir que tampoco el Otro, en tanto tesoro del significante, tiene palabra para todo, puesto que no hay significante que diga la relación entre los significantes y el sujeto .

Por tanto el sujeto descubre el deseo, de entrada, en la falta en el Otro: puesto que pide algo le falta y algo quiere, y puesto que la palabra no es unívoca: detrás de lo que pide ¿qué quiere? ¿qué desea?.

El deseo es pues una metonimia, un desplazamiento de la carencia en ser.

Para continuar trabajando el deseo como la articulación del sujeto con el objeto tendremos que proseguir con la construcción del grafo, para ver concretamente el fantasma en el que se sostiene, se fija el deseo, porque recordamos que dice Lacan que buscando directamente en el objeto no vamos a encontrar el deseo .

En cuanto al objeto, ya vamos viendo que tiene muchas caras, tenemos que tener claro:

  • que no se trata del objeto de ninguna necesidad,
  • y con lo que hemos visto, ya sabemos que el objeto más primitivo es el de la demanda, que por supuesto es un significante, que son tanto el de la pulsión , como el del amor .

El objeto del deseo es aquel que sostiene al sujeto, aquel al que el sujeto se aferra, en el momento en que se desvanece porque ningún significante lo nombra. Este significante ya no es el objeto causa, ese perdido que nunca existió, sino el que Vappereau dice que viene del futuro a ese lugar vacío, y que se trata de encontrar para luego reescribir cada vez    mejor.

Angeles Moltó

3 Op. cit. Pg. 608
Angeles Molto
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