De la seducción al deseo - Oír

De la seducción al deseo. La tentación.

“Del trauma al fantasma” y “De la seducción al deseo” son dos títulos, de la clase pasada y ésta, que marcan un viraje en la teoría en los comienzos del planteamiento freudiano; pero un viraje que es actual, que tiene que darse en cada caso para poder decir que hay análisis: la seducción es un deseo realizado en  la  fantasía  y el trauma es de estructura.

Los pacientes llegaban a Freud, como siguen llegando actualmente, contando un sufrimiento que tiene su origen en la  relación  con  los  demás: el otro no nos  entiende, no nos quiere como merecemos, o directamente nos quiere mal. De un modo u otro el goce del otro interfiere con el nuestro y eso nos hace sufrir.

Muy pronto Freud descubre, detrás de esos  otros de los  que se queja  el sujeto a  la entrada, la repetición de escenas infantiles donde los adultos, y concretamente los padres, abusan de los menores. El relato de seducción por adultos en la infancia de los pacientes era muy presente, y al principio Freud sitúa la causa de las neurosis en el trauma que representa para los niños la intrusión de la sexualidad de los adultos. 

Tan presente era ese relato que Freud sigue indagando, sorprendido de la extensión de la perversión entre sus conciudadanos, hasta que descubre que la seducción es una  fantasía desiderativa de los neuróticos y que la sexualidad es  traumática sin  necesidad de padres pervertidores (aunque si el abuso de los mayores se da la situación para el niño es aún más difícil).

Como esos deseos infantiles, inconfesables para el sujeto ante mismo  y  por  tanto reprimidos, son lo que se realiza en las formaciones  del  Inconsciente  recordemos: el sueño es una realización de deseos sexuales infantiles- y son la causa eficiente en los síntomas, Lacan hace del deseo un concepto a formalizar.

Ya en “Función y campo…” 1 dice que “el deseo es el deseo del otro” en el doble sentido: que el deseo del sujeto es ser reconocido por el otro, y  que es  el  otro  el que tiene la llave del objeto que el sujeto desea.

Y en este texto destinado a poner de relieve  la  importancia  del lenguaje, dice que “el momento en el que el deseo se humaniza es también  el momento en  el que el niño nace al lenguaje” 2, pero señala también que lo simbólico “anonadaría al ser vivo, si el deseo no preservase su parte en  las  interferencias  y  las  pulsaciones  que  hacen converger sobre él los ciclos del lenguaje” 3, por tanto 

1 Lacan, J.: “Función y campo de la palabra y el lenguaje en Psicoanálisis” 1953 Escritos 1 Ed. Paidos
2 Lacan, J.: op.cit. pg. 306 12ª edición.
3 Lacan, J.: op.cit. pg. 268 12ª edición.

marca ya que el deseo no es lenguaje, lo que no implica que  tengamos  otro  lugar  en  que  reconocerlo  que  la palabra.

Un poco más adelante 4 ya Lacan modifica un poco su fórmula para escribir Otro con mayúscula, al relacionar deseo y falo.

Por un lado, el falo es un significante, y por tanto sólo podrá encontrarse en el lugar del Otro; pero por otro, es un significante  que  sólo  aparece  velado y como razón del deseo del  Otro; no  es, entonces,  un  significante  cualquiera, no aparece directamente en el discurso, sino sólo como significación, como resultado de un ejercicio de lectura. Decir que el niño quiere ser el falo para satisfacer el deseo de falo de la madre, es otra manera de decir que “el deseo es el deseo del Otro”. El sujeto necesita leer el deseo del Otro, reconocer ahí su falta, a pesar de la  angustia  que  eso  le  comporte, para tratar de encontrar su lugar en ese texto que es su realidad. ¿Qué quiero? y ¿Qué soy para el Otro? son sus preguntas fundamentales.

De ahí la escena típica de los niños tratando de seducir a sus padres  -ya  ampliando el plano-, es la imagen de un deseo de deseo, ¿qué está haciendo sino intentando tentarlos? La tentación es deseo de deseo.

Lacan  dedica todo un seminario a  “El deseo y su interpretación” 5 donde termina de desarrollar el grafo.

El grafo - Oír

Ya hemos visto que el deseo surge de la conjunción de dos demandas -demanda  al Otro y demanda del Otro-, en un más allá  de ese discurso, como  lo  que se decanta de esos significantes, pero que no es un significante.

Como no hay objeto que satisfaga la demanda, el sujeto tiene que ir más allá, preguntarse “¿qué quiere?” y escribir con su cuerpo ese texto que son las pulsiones.

4 P. ej. en “La significación del falo” 1957 Escritos 2 pg. 673 12ª Edición
5 Lacan, J.: Seminario. Libro 6 “El deseo y su interpretación” inédito clases 1 y 2

Recuerden que en una definición “la pulsión es el  resto  que queda cuando todas las demandas han  sido hechas, cuando se ha  comprobado que no hay objeto de la satisfacción”, pero que en el seminario del síntoma dice que “la  pulsión  es un  eco  en el cuerpo de que hay un decir, que el cuerpo resuena con él, consuena”.

Es en la constitución misma de la pulsión que se constituye también el deseo.

Pero además la primera percepción del deseo es del deseo del Otro, que en el mismo movimiento hay que aceptar que está faltado; la inquietud es inmediata: si él desea, entonces ¿qué soy para él?

En el primer piso del grafo el Otro omnipotente tiene respuesta,  que  se constituye en síntoma si llega antes que la pregunta, lo que no deja de ocurrir alguna vez. El neurótico presenta su conflicto con estos componentes e inscribe su deseo en términos de demanda.

Pero para la pregunta en el piso ¿quién soy para ti, qué quieres,  qué  me quieres? el Otro no tiene respuesta, él también está faltado, y  el  sujeto  se  construye una respuesta que incluye la dimensión imaginaria del objeto: el fantasma.

Lacan dice en las primeras clases  que el deseo está  ligado no a un  objeto  sino a un fantasma, que desear a alguien es implicarlo en el propio fantasma.

No hay objeto del deseo más que desplazándose, por tanto el deseo no se satisface, se realiza fantasmáticamente o en el sueño, por tanto en imágenes, pero imágenes  que hay  que leer como un jeroglífico por tanto como significantes, aunque no hay significante del deseo. Por eso el título del seminario: el deseo  es  su  interpretación,  lo  podremos cernir, pero no decir.

Hacia el final del seminario Lacan dirá que “El deseo se organiza en un discurso que se desarrolla en lo insensato, en el Inconsciente, un discurso de metonimias y metáforas, pero metáforas que no engendran ningún sentido y metonimias donde el sujeto no reconoce algo que se desplaza, que no llevan  a ningún ser” 6

Encontramos  en  otro  lugar del seminario 7 que “el deseo es algo que no puede asirse ni comprenderse más que como un nudo muy estrecho… en  el  punto  más estrecho donde se anuda para el hombre real lo imaginario y su sentido simbólico”.

El deseo flota en algún lugar en esta línea, dice  Lacan, siempre en  un allá  del Otro, regulado por esta ida y vuelta inconsciente.

Es en este seminario donde Lacan trabaja Hamlet y dice que esa obra muestra la tragedia  del deseo; no hay tiempo  de desarrollarlo  ahora, mi 

6 op. cit. clase 20
7 op. cit. clase 7

trabajo  está  colgado  en la  web, pero lean  Hamlet y  lean  esas lecc. de Lacan; dice: 8 “Si somos conmovidos por una obra… es a causa de que nos ofrece el lugar a  tomar  de  eso  que  encierra  en nosotros de problemático nuestra relación con nuestro propio deseo” La traducción es infame, pero retoma lo que decía el día pasado: hay que tomarse el trabajo de encontrar nuestro propio lugar en la obra.

“El deseo está interesado en  una relación  siempre ligada  a  lo  patético, al dolor de existir como tal, de existir puramente o  de existir como  término sexual” 9

Aquí tenemos la relación a la sexualidad y la muerte, el deseo en la neurosis obsesiva y en la  histeria. Y además la  diferencia entre el deseo masculino y femenino en tanto su diferente posición ante el falo.

Angeles Moltó

8 Op. cit. Pg. 573
9 Op. cit. Pg. 573
Angeles Molto
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