Carácter residual de la primera clínica psicoanalítica - Oír

Carácter residual

A finales del S. XIX la ciencia, y particularmente la ciencia médica, no estaba preparada  para aceptar que las enfermedades mentales, y menos aún que sus manifestaciones corporales  tuvieran otra causa que la orgánica.

Como vimos en cursos anteriores, a lo largo de la historia se habían barajado distintas causas para los problemas psíquicos, pero, a partir de  la  revolución científica y sobre todo a partir del positivismo del Círculo de  Viena,  toda  explicación no “natural” contiene el peligro del espiritualismo y por  tanto  es reputada de no científica. Cuando además en 1867 Fournier descubrió que la “psicosis” asociada a la PGP, así como  la  propia  parálisis, eran  de origen sifilítico, la ciencia médica confió en poder descubrir causas parecidas para todos  los desórdenes mentales además de para todos los síntomas corporales.

En 1888, en un momento en que Freud no es todavía  psicoanalista, aunque ya no es tampoco el neurólogo que fue puesto que ya ha vuelto de Paris, compara las parálisis orgánicas e histéricas y ya le discute a quien  llama  el  gran  Charcot  el origen de las parálisis histéricas.

Charcot habla de lesión dinámica, y deja para uso interno su comprobación de que las parálisis  histéricas  pueden  ser  no  sólo resueltas, sino incluso producidas bajo hipnosis;  Freud,  que  siempre  recoge también los datos marginales, plantea que “la histeria se comporta… en sus manifestaciones como si la anatomía no existiera”. El habla  públicamente de lo  que llama factores psicológicos, y añade que “el órgano paralizado o la función abolida están envueltos en una asociación subconsciente (todavía no  tiene  el concepto de Inconsciente) provista de un gran valor afectivo, y  se  puede  mostrar que se libera tan pronto como ese factor afectivo se borra” 1.

En ese mismo año compara los ataques convulsivos epilépticos e histéricos, dejando intuir, a partir de las diferencias fenomenológicas, la divergencia  entre  lo que llama un cuadro orgánico y otro que no  lo es. 2

Pero en 1909 3, cuando hace una descripción propiamente psicoanalítica del ataque histérico, señala que la comparación  con  el  ataque  epiléptico  no  aporta nada, “porque entendemos su génesis aún menos que  la  del  ataque  histérico”. (Suele parecer que, si se dice “origen orgánico”, ya se  sabe  de  qué  se habla, pero  salvo que la situación haya cambiado mucho en  los  últimos  años,  la  situación  

1 Freud, S.: “Algunas consideraciones con miras a un estudio comparativo de las parálisis motrices orgánicas e histéricas” A. E. T I
2 Freud, S.: “Histeria” A. E. T I
3 Freud, S.: “Apreciaciones generales sobre el ataque histérico” A. E. T IX

actual no es muy diferente de la descrita por Freud.)

Freud no prejuzga antes de saber; si había visto inducir una parálisis o  un ataque histéricos bajo hipnosis, y al revés, resolverlas también bajo hipnosis, eso  tenía que tener una explicación; incluso, si Charcot o el ginecólogo Chrobak le manifiestan en privado que en la histeria hay presente algo de lo sexual, tiene en cuenta esa información; para él la ciencia no admite prejuicios.

Eso le cuesta la amistad con J. Breuer. En  el relato del caso  de Anna O.  que  éste le hace, Freud confirma la  presencia de los  componentes sexuales en  la  histeria y descubre la importancia de la relación de la enferma con el médico. Ambos fenómenos son omitidos por Breuer en el primer relato  que le  hace del caso; Freud, en cambio, se prepara para entender  esos  fenómenos  cuando  aparezcan  en  su propia clínica.

En el texto que publican entre ambos 4 se  pueden ver las  diferencias  teóricas que los separan: Breuer sitúa la etiología en estados hipnoides congénitos  y  Freud habla ya de  trauma psíquico y    de   represión:  “…tanto   neuralgias como anestesias,  contracturas y parálisis,  los ataques histéricos y convulsiones epileptoides…tics, vómitos y anorexia…perturbaciones de la visión, alucinaciones visuales recurrentes, etc…

con harta frecuencia son sucesos de la infancia que han producido para todos los años subsiguientes un fenómeno patológico más o menos grave. …la naturaleza misma  del trauma excluía  una  reacción…  porque se trataba de cosas que el enfermo quería olvidar  y por eso las reprimió…” 5

Son tesis que, aunque irrefutables, a la medicina le cuesta aceptar aún hoy en día, escondiendo sus prejuicios detrás de discutibles estudios científicos que nunca alcanzan un resultado concluyente.

Hay que tener en cuenta, para entender el rigor científico y la altura ética de Freud, que en 1895 escribe el “Proyecto de una psicología para neurólogos” y que mantiene hasta el final de su vida la esperanza de que la bioquímica acabe demostrándose el sustrato material de los fenómenos de lenguaje que él descubre. Lenguaje y cargas energéticas recorren y complican toda su obra, de manera que el concepto de pulsión será inexplicable para el propio Lacan hasta muy avanzada su enseñanza. Ambos son materialistas, y hasta  que Lacan  no  propone como  sustrato la materialidad fónica no se podía renunciar a la biología.

Pero volvamos a la clínica pre-analítica. Cuando Breuer se hace cargo del caso de Anna O., ella  descubre y  demuestra que sus síntomas reaccionan a  la palabra; es la primera histérica para el psicoanálisis, aunque gracias a otro  que su  médico; el dos está muy presente en la vida de esta paciente.

4 Freud. S. y Breuer, J.: “Estudio sobre la histeria” A. E. T. 2
5 Freud, S.: “Sobre el mecanismo psíquico de los fenómenos histéricos: comunicación preliminar” A. E. T: 2

Para C. Soler 6 lo más llamativo de Anna O. no son  sus  síntomas,  que  le parecen los típicos de la histeria de aquella época,  sino  su  división  en  acto,  que haya dos Annas:

  • Una triste y angustiada, llena  de síntomas, pero consciente, que vive de día y se rige por el calendario
  • Otra sonámbula, en estado de ausencia autohipnótica, alucinada, que vive de noche y se rige por la hora del trauma del invierno anterior cuando vio enfermar a su padre.

Cuando la sonámbula habla, la Anna consciente se cura de sus  síntomas  y llama a su tratamiento “Talking cure” .

Lo que plantea en su texto C. Soler es que el mal final del tratamiento  de Breuer, condena a Anna a una escisión que no es la división de cualquier sujeto. Cuando ese tratamiento, que Breuer quiere asexuado, desemboca en los  dolores  de un parto imaginario y Anna dice: “Aquí llega el hijo de Breuer”, el padre de la transferencia huye y pone fin al tratamiento, para escándalo de Freud.

Berta Pappenheim, ni consiguió el hijo deseado, ni fue paciente  de  quien habría sabido hacer algo con eso: Freud, al que también conocía –con él  habría podido hacer el mismo triángulo que con Josef y  Matilde, puesto  que era  amiga tanto de Matilde como de Marta; esa era su elección histérica, su responsabilidad-. Ella siempre después detestó el psicoanálisis, por una confusión (entre  dos  terapeutas y dos métodos), pero no sin motivo.

Su femineidad quedó sacrificada, no quiso saber nada más con eso. No tuvo nunca ni marido ni hijos, siendo que evidentemente lo había querido (aunque no podamos saber exactamente qué ni cómo, porque su análisis no fue  llevado adelante); fue la hermana mayor de los huérfanos  que  recogía,  identificada  con ellos como huérfana de su padre: Sigmund Pappenheim.

Separada de su verdad que ya no era inconsciente sino publicada, y de su femineidad, finalmente quedó escindida incluso entre dos  nombres:  el  de  la primera trabajadora social, que representaba a la hija abnegada, con el que inmortalizó el nombre de su padre, y el que le puso otro Sigmund, que  inmortalizaba a la Otra que había en ella: Anna O.

Más acá de ese guiño a la teoría de Lacan sobre la femineidad –una mujer es Otra para sí misma-, Freud extraerá de esta  interrupción  tan  traumática  el germen de su teoría de la transferencia.

Los estados autohipnóticos de Anna  le  confirmaban  lo  que había  aprendido de hipnosis con Charcot y Bernheim; pero también descubre pronto los inconvenientes de esta técnica: los pacientes, al no recordar al despertar nada de lo que habían 

6  Soler,C.: “Lo que Lacan dijo de las mujeres” Ed. Paidos

dicho  bajo  hipnosis, no se hacían cargo de lo dicho y además no todos   se dormían fácilmente, eso dependía de lo sugestionables que fueran.

Puestos a sugestionar, decidió insistir en que hablaran,  estuvieran  más  o menos dormidos, y así encontró las  ventajas del recordar: el material que aparecía era más o menos el mismo y era más reconocible para el paciente; hasta que una paciente –Emmy von N.- le enseñó a no insistir diciéndole  que no  le  preguntara tanto y la dejara hablar.

Freud aprendía continuamente de  los comentarios de  sus colegas y fundamentalmente de sus pacientes:

  • la presencia de la confianza o desconfianza de los que acudían a él, que siempre acababa conteniendo elementos eróticos o agresivos
  • la aparición regular de recuerdos infantiles en cuanto se pedía  a  un sujeto que dijera todo lo que se le ocurriera  que podía  tener  que ver  con su sufrimiento
  • la otra lógica, que se escondía en lapsus y sueños

Con esos materiales construye una teoría que va

  • desde el “Proyecto…” hasta “Más allá del principio del placer” (que por  cierto debería traducirse por: el otro lado, la otra cara,…), con la concepción del Inconsciente y de la pulsión que implican otra lógica y otra geometría
  • desde la hipnosis hasta la  teoría de la  transferencia  pasando por la sugestión y ligado a ello “Psicología de las masas” y la identificación
  • desde el descubrimiento del mecanismo de los  fenómenos  individuales  hasta plantearse los mecanismos que rigen a las sociedades

Freud no podía dudar de que había generado una revolución en la psicología; psicología naciente que suponía que a partir de entonces integraría los nuevos hallazgos en su haber. Lo ocurrido luego entre psicología y  psicoanálisis  es  impensable en  el caso  de la medicina: hay un montón de técnicas  nuevas  en  medicina  que aportan  datos al médico que no éste puede descubrir en  un reconocimiento médico, y  a  nadie se   le ocurre que porque él no los puede leer en el cuerpo no valen. Salvo que comparemos la psicología con el curanderismo, con  los  que no  aceptan  el  avance de la medicina.

Pero por otro lado la medicina ha virado tanto hacia el empirismo y el positivismo, que la propia psiquiatría ha perdido sus bases clásicas, los cuadros clínicos que había conseguido a finales del S. XIX, para desembocar en  los  DSM,  una regresión lógica que habría sido impensable para Freud.

Al final del programa veremos que también Lacan propone en sus  últimos  años un cambio en la nosología psicopatológica, pero el viraje es al revés, hacia una comprensión más estructural, hacia un dejarse equivocar menos por lo fenomenológico, y no hacia una disgregación ilimitada de los síntomas.

Angeles Moltó

Angeles Molto
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