Antígona y el deseo - Oír

Antígona y el deseo

La ética del psicoanálisis – sem. 7 – (1959 – 60)

En el mes de enero en el espacio de literatura , trabajamos ya la tragedia de Antígona , desde el punto de vista de la literatura, de la articulación de lo público con lo privado; hoy vamos a tomar la historia de esa heroína clásica para trabajarla desde el psicoanálisis como heroína del deseo.

Para los que no comparten el espacio de literatura y no hayan leído o no recuerden la tragedia de Antígona, voy a contar mu y brevemente la obra para situar lo que Lacan va a decirnos respecto a esta heroína.

Edipo, rey de Tebas ha muerto y  sus hijos Polinices y Eteocles acuerdan turnarse en el trono cada año. Tras el primer año Eteocles no quiso ceder el turno a su hermano, entonces Polinices trae un ejército foráneo contra Tebas. Los hermanos se dieron muerte mutuamente, pero fueron los defensores de Tebas los que vencieron en el combate.

Ahí toma el trono Creonte, que entierra a Eteocles, pero se niega a hacerlo con Polinices porque ha traído a ese ejército extranjero.

Antígona cuenta a su hermana Ismene que Creonte impone la prohibición de hacer ritos fúnebres al cuerpo de Polinices, por traición a su patria; y pide a Ismene que le ayude a honrar el cadáver de su hermano siguiendo la ley de los dioses, pese a la ley de los hombres, pero ésta se niega por temor a las consecuencias. Antígona reprocha a su hermana su actitud y decide seguir con su plan.

Creonte anuncia ante el coro de ancianos su decisión y el coro se compromete a respetar su ley. Pero un guardián anuncia que Polinices ha sido enterrado, sin que ningún guardián supiera quién lo ha hecho.

El coro de ancianos cree que los dioses han intervenido para resolver el conflicto de leyes, pero Creonte amenaza con pagar menos a los guardianes porque cree que alguien los ha sobornado. El cuerpo de Polinices es desenterrado.

Pronto Antígona intenta una vez más enterrar e l cuerpo y realizar los ritos funerarios y se descubre que es ella quien había enterrado al hermano  y  es capturada por los centinelas. Llevada ante Creonte, explica que ha desobedecido porque las leyes humanas no pueden prevalecer sobre las divinas. Además se muestra orgullosa y no teme las consecuencias. Creonte la increpa por su acción, sospecha que su hermana Ismene también está implicada y, a pesar del parentesco que lo une a ellas, se dispone a condenarlas a muerte.

Ismene, llamada a presencia de Creonte, desea compartir el destino con su hermana y se confiesa también culpable. Sin embargo, Antígona, resentida contra ella porque ha preferido respetar la ley promulgada por el rey, se niega a que muera con ella. Entonces sólo Antígona es  condenada  a  muerte: será encerrada viva en  una tumba en una cueva.

Hemón, hijo de Creonte, prometido de Antígona, señala a su padre que el pueblo tebano no cree que Antígona merezca la condena a muerte y pide que la perdone. Creonte se niega y manda traer a Antígona para que muera  en presencia de 

su hijo. Hemón se niega a verlo y se va.

Camino a su muerte el coro canta la belleza especial de Antígona , la belleza de la heroína que no retrocede ante la muerte. La posición de Antígona es tan insoportable que muchos críticos dicen que camino a la muerte ya no se la ve tan entera; por supuesto es mortal, tanto que la van a matar;  lo esencial es que no retrocede ante su deseo.

Tiresias interviene en ese momento para señalar a Creonte que las aves y los perros arrancan trozos del cadáver de Polinices y los dejan en los altares y los hogares, señal de que los dioses muestran señales de cólera. Acusa a Creonte de imprudente y vaticina que alguien de la sangre de Creonte pagará sus errores con su muerte. El coro de ancianos también aconseja al rey que cambie de actitud. Creonte,  ante las profecías de Tiresias, cede y se dispone a rectificar sus faltas.

Un  mensajero explica a Eurídice, esposa de Creonte, que su esposo, tras suplicar perdón a los dioses, lavó y honró el cadáver de Polinices, erigiéndole un túmulo funerario. A continuación se disponía, juntos con los guardianes, a liberar a Antígona del sepulcro donde había sido encerrada, pero ésta fue hallada ahorcada y Hemón se había suicidado clavándose una espada tras encontrar a su prometida muerta. Murió abrazado a ella.

Creonte, al volver a palacio con su hijo muerto en brazos, es informado de que su esposa Eurídice también se ha suicidado al conocer las noticias por un mensajero.

Les señalo el lenguaje riguroso de la tragedia, ésta y todas, que arrasan al lector,  que  producen una catarsis,  pero que no  cede  un ápice al lenguaje apasionado del drama.

En la tragedia de Edipo, Antígona, igual que el resto de sus hermanos, es hija de Edipo y Yocasta, y pagarán por ser hijos de una unión incestuosa, aunque sus padres no lo supieran; aunque en  Edipo rey” se trasluce que Yocasta lo sospecha.

El Edipo es inconsciente en todos y sin embargo el sujeto es responsable de sus deseos incestuosos .

Así como el padre de Hamlet no puede descansar porque no ha pagado sus pecados, y ellos caen encima del hijo, al punto que la ley del duelo no respetada exige el final de la dinastía;  Edipo sí ha pagado su  pecado  en  cuanto  lo supo, pero los hijos tendrán que pagar también, por ser fruto de la ley no respetada: los dos hijos varones se matan mutuamente por el poder y las hijas no tendrán descendencia de modo que la línea dinástica también desaparecerá .

La tragedia de Antígona está así mismo relacionada con la Ley. En este caso podemos poner en relación a Creonte, en ese momento rey de Tebas, con Claudio, tío de Hamlet, ambos queriendo transgredir la Ley: Claudio matando a su hermano y desposando a su mujer sin respetar el tiempo del duelo, y Creonte negándose a dar sepultura al hermano de Antígona, de modo que no pueda hacer el tránsito a la vida de los muertos, como el padre de Hamlet .

Antígona se erige en defensora de la Ley, lo que en la tragedia aparece como la ley de los dioses, contra la ley de los hombres, representada por  Creonte. A  pesar  de  la prohibición de Creonte, Antígona da sepultura a su hermano y es castigada a ser enterrada viva, castigo que ella acepta con tal que la Ley  sea respetada. Para

Antígona su hermano puede ser lo que sea, incluso un criminal, pero hay castigos que no pueden imponer los mortales, a las leyes de los dioses no se puede faltar en ningún caso, no se puede dejar sin funerales a un ser humano único, un ser de lenguaje que tiene un nombre que lo sobrevivirá y que debe constar en algún lado para que sea recordado .

(Actualmente de eso se ocupa el registro civil, por eso se han podido simplificar tanto las ceremonias funerarias, de lo contrario no sería posible)

La diferencia en Hamlet es que ya no puede recurrir a la ley de los dioses, él tiene que reinstaurar la Ley.

Cuando, hacia el final de la obra, Antígona ha sido ya enterrada viva, y los ancianos y Tiresias avisan a Creonte de que los dioses están dando muestras de rechazo a su actitud, éste intenta enterrar a Polinice y desenterrar a Antígona, pero es tarde: ella ya se ha suicidado. Además, luego Hemón también se quita la vida y lo mismo hace la reina al saber de la muerte de su hijo.

A Creonte se le hace tarde porque antes de ir a rescatar a Polinice y Antígona quiere rendir los honores que Eteocles merece; siempre atendiendo a las normas de los hombres, a estar en paz con su conciencia, a un cierto quedar bien, que lo acaba perdiendo.

Lo que Lacan resalta en su lectura de Antígona en este seminario es la relación entre la Ley y el deseo, lo que también quedaba claro en su trabajo sobre Hamlet, aunque allí no era dicho expresamente, porque no era ese el eje de su estudio.

Tanto Hamlet como Antígona son héroes, que aquí Lacan describe como personajes sin temor ni compasión .

La diferencia  entre Creonte y Claudio, no siendo héroes ninguno de los dos, es que Creonte no es un malvado como Claudio, es un cobarde, el representante de la ley de los hombres: Polinice ha levantado la mano contra su hermano mediante extranjeros y merece ser castigado; el problema de Creonte es  del orden del error: al poner el castigo entra en un campo en el que no tiene jurisdicción: la ley de los dioses. Creonte aparece al principio sin temor ni compasión, pero al final de la obra se lo ve temblar cuando Tiresias lo avisa, cuando ve muerto a su hijo y a su mujer; es un simple humano que se equivoca, pero sobre todo un cobarde que no atiende al deseo .

Lacan, siguiendo a Aristóteles, pero haciendo una lectura psicoanalítica, presenta las tragedias como una catarsis, como un ceremonial de purificación.

Pilar Ortiz dice que las tragedias son catarsis que nos dejan exhaustos y que cuando nos recuperamos es cuando podemos hacernos las preguntas que importan.

Veamos las diferencias con los dramas románticos que estamos viendo en este momento en otro espacio :

  • La tragedia remite a la ley universal que subtiende la organización social, defendida como una misión por un héroe sin temor ni compasión;
  • el drama se ocupa de las leyes del corazón de los protagonistas, que se enfrentan a sus propias contradicciones:  el corazón tiene razones que la razón ignora .

En las tragedias clásicas se representan ante el público –que tiene su papel en la escena jugado por el coro- situaciones reprimidas que nos ocurren a todos y cuyo visionado despierta en cada uno la realización de vivencias inconscientes; esa realización, como el chiste, según lo presenta Freud, tiene una función catártica: se produce una descarga de la tensión inconsciente, sin tener que hacer el gasto del trabajo de la construcción de la formación del Inconsciente. En este caso la descarga se produce por medio del temor y la compasión que representa el coro para que lo sienta el público.

Lo impresionante de Antígona es precisamente esa falta de temor y  compasión, el  modo en  que acude, esa víctima tan terriblemente voluntaria, a encontrarse con su destino, a ser enterrada viva , sin titubear.  Eso hace  a  la belleza de la muchacha una belleza deslumbrante que hace que no la podamos mirar de frente. Se resalta que es una chica muy joven, casi una niña, que ya no tendrá futuro.

Ser enterrada viva es algo que Lacan pone en relación con la muerte: la primera muerte es la biológica, la segunda es la imaginada por Sade en sus víctimas, es esa muerte segura que el sujeto vive estando todavía vivo, o la vivencia de Antígona enterrada viva;  pero que ella acorta suicidándose.

Pero lo es también la que aparece en el espectro de Hamlet, que se sabe muerto a medias, por la falta del ceremonial del duelo, que habría perdonado sus pecados y le habría permitido descansar.

Goethe toma ese mismo tema respecto a Creonte, que llevado por su ley busca romper una barrera fuera de su jurisdicción: apuntando a su enemigo Polinice más allá de los límites que le están permitidos, queriendo  asestarle  esa  segunda  muerte que no tiene derecho a infligirle. Creonte desarrolla todo su discurso en ese sentido, y eso basta para precipitarlo a su pérdida.

No se trata de un derecho que se opone a un deber sino de un producir a su sobrino un perjuicio que se opone a la Ley de los dioses, a lo que Antígona se opone, ella se erige en representa nte de la Ley .

Aquí encontramos una diferencia entre el héroe clásico y el moderno: en la tragedia clásica quien se salta la ley de los dioses se precipita a su  pérdida, en  la tragedia  moderna no: Claudio acaba muriendo, pero sin sentimiento de culpa. Creonte entiende que él se perdió, Claudio no ; ya no tenemos a los dioses para que representen la Ley.

Creonte se sitúa bien como representante de la ley, de una ley válida  para  todos,  lo  que Kant dice que es el imperativo en la búsqueda del bien. Creonte busca el bien de la comunidad, puede ser un buen gobernante: decreta que no se puede honrar igual a quien defendió la patria como Eteocles que a quien la atacó como  Polinice, pero comete un error de juicio: invade un campo que no le corresponde .

Ese campo en el que no hay que entrar es el de las leyes no escritas, las leyes de los dioses; o después de Levy Strauss la Ley del incesto. Fíjense que no están en los mandamientos, son leyes no escritas que los subtienden.

Como nos muestra Lacan al poner en relación a Kant con Sade, el bien no puede reinar sobre todo sin que aparezca un exceso real, de cuyas consecuencias nos avisa esta tragedia.

Les recuerdo que Kant plantea que la guía de conducta debe ser tal que  sea aplicable a todos, de tal manera que no sea válida en ningún caso si no lo es en todos; Sade demuestra que cumpliendo ese mandato se puede establecer el mal absoluto: “Tengo derecho a gozar de tu cuerpo, puede decirme cualquiera, sin ningún límite me detenga en los caprichos que me venga en gana saciar en él”. La maniobra de Sade es poner la ley en boca de Otro, de ese modo lo hace universal.

Lo que Lacan nos quiere mostrar es el peligro del bien reinando sobre todo, es con qué facilidad se pasa del soberano bien al soberano mal, como le ocurre a Creonte.

Recuerden que es necesario distinguir placer de goce, que el deseo no apunta a ningún bien, y sin embargo la ética que descubre el psicoanálisis es que no se puede ceder ante el deseo, so pena de llenarse de culpa y tristeza.

El bien queda enfrentado en la obra con la belleza, con la belleza de Antígona sosteniendo el deseo, un deseo que, llevado al límite que ella lo lleva, es inhumano: apunta a lo que sólo pueden sostener los dioses, por eso es una belleza a la que no podemos mirar de cara.

El héroe en la tragedia participa siempre de cierto aislamiento, fuera de los límites, siempre en esa zona entre la vida y la muerte.

Antígona lleva hasta el límite la realización de lo que se puede llamar el deseo puro, el puro y simple deseo como tal, que no es otro que el deseo de muerte.

En el límite articulado por el significante donde la palabra mata la cosa encontramos la pulsión de muerte, donde al precio de cierta mortificación el sujeto encuentra su sitio entre los significantes; pero en el límite del deseo no hay más significante que el significante fálico, ese que no tiene referente.

Si el deseo de Antígona es encarnar la Ley, un puro significante, no puede sino morir.

Por otro lado, para ella también el deseo es el deseo del Otro, el deseo de su madre, un deseo incestuoso, criminal. Igual que en Hamlet, pero más radical, la descendencia de la unión incestuosa no puede continuar una dinastía.

Antígona encarna el hecho de un crimen que no tiene perdón, sólo se pueden perdonar las transgresiones de los mandamientos escritos, las de los no escritos que los subtienden, no. Ella hace el sacrificio de su ser para el mundo recobre su eje sobre la ley de los dioses, para que la civilización sea posible .

Hamlet hace lo mismo, no puede apelar a los dioses, pero la ley del incesto es inconsciente en  todos y para encarnarla  hay que morir.

Angeles Moltó

Angeles Molto
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