De la Psicología a la Ética - Oír

De la Psicología a la Ética

Proyecto de una Psicología para neurólogos

Espacio Campo Freudiano de Tarragona

Aquí, el 24 de julio de 1895, se le reveló al doctor Sigmund Freud el enigma de los sueños" "Bellevue"

Escrito en el otoño de 1995, fue publicado en alemán en 1950 y en  ingles en 1954. La primera edición en castellano, traducida por Ludovico Rosenthal para Santiago Rueda Editores, es  de 1956.  La  traducción es  directa del alemán aunque recoge las notas de la versión inglesa de Strachey. La  traducción, así como las notas de L. Rosenthal, son  una buena versión con una traducción muy correcta y no es servil de la versión inglesa. La más nueva versión de Etcheverry ha recogido la  experiencia  de todos estos  años, pero, para mi gusto, resulta en muchos puntos forzada, y quizás desaprovecha algunas interesantes observaciones de L. Rosenthal.

Formó parte del paquete de cartas que Flies conservó y su familia, durante la guerra, vendió. Salió de Alemania por vía diplomática por la mediación de la Princesa Marie Bonaparte y llegó a Inglaterra en un envoltorio a prueba de naufragios. Freud quiso que no se publicasen y ofreció a M. Bonaparte comprárselas. La tozudez de la discípula salvó este material, en el que el «Entwurf» estaba incluido, de su desaparición. Lacan aconseja leerlo prescindiendo de las notas de los comentadores, anotadores y connotadores, como él dice. Si recordamos que el seminario sobre la ética es  de 1959, vemos que es un material aún novedoso; no cuando se tradujo al francés, pero es obvio que Lacan lo leyó en ingles y alemán.

En la carta a Flies 27, del 16/ 8/ 95, Freud (que tenía 39 años) dice que «la psicología es  realmente un calvario»; aclara que él  «solo quería explicar la defensa, pero me encontré explicando algo que pertenece al núcleo mismo de la naturaleza».

Esto está en línea con lo que dice Lacan en p. 12 (Libro 7), que de la energía del deseo se desprende la instancia de la censura. La relación del  deseo con  la  dimensión moral (primera experiencia de satisfacción en relación al Otro) arranca, entonces, en Freud mismo. Vemos por qué «La ética del psicoanálisis» se sitúa en la obra de Lacan en continuidad con el Seminario acerca de «El deseo y su interpretación»: porque ya en la reflexión de Freud la instancia de la «censura» se desprende de la energía del deseo (particularmente pensar en «Tótem y tabú»).

Las abreviaturas:

ϕ, ψ, ω : sistemas de neuronas

Q, Qη : Cantidad y cantidad neuronal

En la introducción Freud sienta dos premisas: 1) lo que distingue la actividad del reposo debe concebirse como una cantidad (Q) sometida a las leyes generales del movimiento, 2) como partículas materiales deben admitirse las neuronas.

Estas premisas entrañaran un esfuerzo de reducción teórica enorme, cuyos efectos se verán en cuanto al concepto de representación (Vorstellung).

 

A continuación hay 21 apartados numerados de los cuales los dos primeros tienen un título, como todos los demás, pero precedidos de la expresión «Primera tesis básica» (o «Primera proposición principal» AE) y «Segunda tesis básica», expresión que no se repite en los siguientes aunque la numeración sigue correlativa (quizá introducida por los editores). Hay que recordar que se trata de un borrador y no de un texto para la imprenta.

Me parece importante señalar que en la «Primera tesis básica» comienza haciendo referencia a que esta concepción «…deriva directamente de observaciones clínico-patológicas, en particular de las relativas a las representaciones hiperintensas, tal como ocurren en la histeria y en la neurosis obsesiva…».

Esto no sólo está en relación con lo que señalamos antes en la carta 27, sino también con el hecho de que los «Estudios sobre la histeria» había aparecido muy poco tiempo antes (y de hecho algunos temas tienen continuidad), y en conjunto constituye el testimonio de la presencia de la clínica, no siempre aparente pero que el conjunto de la correspondencia con Flies confirma.

A continuación formula el principio de inercia neuronal según el cual las neuronas tienden a descargarse de cantidad (Q).  Esto explicaría la  existencia de dos tipos de neuronas (sensitivas y motrices) como medio de efectuar la carga y la descarga correspondientes. El sistema de descarga directo constituye la función primaria de los sistemas neuronales y por él toda la carga únicamente tiende a la descarga. Puede también haber otro método que, en obediencia al mismo principio, tienda a una fuga del estímulo, método que será preferido y constituye una función secundaria. Estos conceptos corresponden a los de proceso primario y secundario.

Existen ciertos estímulos para los cuales la fuga no es eficaz, son los estímulos endógenos. Para acallarlos hace falta una acción específica. Estos apremios de la vida (Not  des Lebens Ananké) exigen una acción específica para la cual el sistema no  estaría preparado sin  una cierta reserva de cantidad (Q η) suficiente para satisfacerla. Entonces el sistema abandona la tendencia a la inercia que queda modificada por  una  tendencia  al menor nivel posible. Este nivel tiende a ser constante, obedeciendo las leyes de la termodinámica. La función secundaria es impuesta por el apremio de la vida.

Estas dos tendencias, tema retomado en «Mas allá del principio del placer», también serán destacados en Lacan, porque entrañan el principio del placer y su más allá, los dos instintos, y, en el Libro 7 permite diferenciar placer de goce, previo haber diferenciado satisfacción de placer.

En la segunda tesis básica se refiere a la neurona como unidad discreta donde circula la cantidad (Q η) según una dirección (en la que la neurona individual reproduce al conjunto del sistema, es decir una vía afluente representada por las dendritas y una vía eferente representada por el  axón  o cilindroeje). Esto permite representar adecuadamente la función primaria, la que tiende solo a la descarga; la  función secundaria, que requiere una cierta acumulación de cantidad, se representa por las barreras de contacto, hipótesis  con la que Freud se adelanta en dos años a Foster y Sherrington y a lo que ellos llamaron sinapsis. Es decir, unos obstáculos a la descarga que permiten el  mantenimiento de un cierto nivel de carga adecuado para dar cuenta de la acción específica.

Hice referencia a que Freud se adelantaba a la ciencia de su  época, en  este punto se le reprocha también el estar por detrás de lo que se sabía ya en la neurofisiología;  es interesante destacar que el enfoque lacaniano pasa por considerar el psicoanálisis, en tanto que descubrimiento freudiano, como correlato de la ciencia, con lo cual lo de adelantado o retrasado con respecto a ella pierde sentido.

Volviendo a la barrera de contacto, de ella dirá Freud que hay  una relación entre el fluido de la energía y el medio en que fluye, es decir, si la neurona permite el flujo

energético y el protoplasma, en el que se produce el contacto (entre las neuronas), plantea alguna dificultad (barrera de contacto), esto es causa y efecto del propio fluir; este razonamiento prepara el terreno al concepto de «Bahnung» que L. Rosenthal (como Etcheverry) traduce como «facilitación», aunque haciendo notar cierta impropiedad, y  en  el que Lacan quiere resaltar la vertiente de «encadenamiento», proponiendo traducir «concatenación».

Estas hipotéticas «barreras» cumplen una función importante; permiten dar cuenta del fenómeno de la memoria, fenómeno difícil de explicar ya que exige un soporte material capaz de retener una modificación producida por un acontecimiento, para el caso un pasaje de energía, y por lo contrario, capaz de mantenerse siempre en iguales condiciones  de recepción  de nuevos acontecimientos. La  barrera entonces  constituiría  el

soporte  de  esa  función  y  distinguiría  dos  tipos  de  neuronas, unas ( φ) anteriores a la «barrera»  que  permanecen  inalteradas,  siempre  dispuestas  a  nuevos  flujo,  y otras ( ψ), posteriores, que retienen las alteraciones, los pasajes de energía, que tienen «memoria» por

lo tanto, y además son soporte de los procesos psíquicos en general. A renglón seguido Freud deja explícita cierta indeterminación acerca de si la modificación (permanente) se opera en la propia neurona o en la «barrera» por facilitación, por «concatenación».

Para dar cuenta a su vez del efecto de lo  que llama «sobreaprendizaje» (que  hoy llamamos «deuteroaprendizaje», es decir del hecho que un aprendizaje facilita la adquisición del siguiente, que se aprende a aprender), propone, como ya adelanté, la idea  de que  el  plasma  de que  está  constituida  la «barrera», ante el pasaje de una cantidad, adquiriría una mayor capacidad de conducción a la que llama Bahnung.

Esto permite una definición de la memoria como diferencia de facilitación entre las neuronas y (o sus barreras). Y esa diferencia depende tanto de la magnitud como de la  frecuencia con  que una impresión se produce (cuestión que retomará).

Pero siguiendo el hilo del razonamiento anterior, tenemos que la capacidad del sistema ψ  para retener carga le permite  a su vez al propio sistema, establecer «facilitaciones» con las que evitar el acúmulo de catexias en el  circuito.  Dicho  de otro modo que las «facilitaciones» también pueden servir a la «función primaria», que es de descargar inmediatamente, es decir tendencia a Q = 0.

Como mi intención es ofrecer un bosquejo de la construcción freudiana, voy dejando cosas de lado, así por ejemplo, no voy a entrar en el detalle de los efectos de la magnitud de Q η, cosa que Freud  discute, solo indicaré que llega a la conclusión (p. 403)  que una cantidad Q η =3 > 3( Qη=1).

Freud discute el punto de vista biológico y el problema de la  cantidad. De estos apartados retendremos que hay diferentes formas de relación entre las neuronas y

de estas con  lo  que les es  exterior. Así,  mientras que las neuronas φ se relacionan por un lado  con   el  exterior  del  organismo  y   por  el  otro  con   las  neuronas ψ, éstas reciben cantidades Q η  por  una parte desde φ y por otra del interior del propio organismo. Este «interior»  es  de  hecho  un  exterior  al  sistema,  que  se  diferencia ( ψ  de  φ) solo por la ausencia de la pantalla de cantidad (como llama Freud a los  receptores terminales de los nervios sensoriales) en las terminaciones nerviosas, que recogen estímulos del interior del cuerpo (interoceptores, somatoceptores, vísceroceptores, propioceptores, etc., como los denominó  Sherrington  once  años  después). 

A  destacar,  entonces,  que las neuronas ψ, además de la  relación mediada por φ (y sus pantallas de cantidad) con el mundo exterior, tiene una relación directa con el propio cuerpo.

El modelo en cuestión le permite distinguir lo que es del orden de la función y lo que es del orden de la estructura, ya que el aparato hipotetizado estaría construido de modo tal que aparta la  cantidad  (Q) de la  neurona (estructura), mientras que la  función  de las mismas consiste en descargar la cantidad (Q η) por la vía motora.

Este punto naturalmente retendrá la atención de Lacan, ya que, como se  ve en el L. 7, le permitirá diferenciar el Inconsciente en  función (después veremos en ese lugar   al Ich) del Inconsciente en estructura, o lo que acostumbramos a llamar discurso y significante.

Freud se pregunta, dada la  función  que  caracteriza  a  estos  dispositivos,  si existe un fenómeno que consista en el fracaso de  los  mismos.  Esto  lo  conduce  a  la  reflexión acerca del dolor al que caracteriza  como irrupción de grandes magnitudes de Q hacia  ψ.  Dada la  concepción,  según  la  cual la facilitación es función de la cantidad, se concluirá  que  el   dolor   deja  facilitaciones permanentes  en ψ. Esto marca la estrecha relación entre dolor y mundo exterior, entre dolor y motilidad, que señala Lacan, como veremos enseguida.

A continuación, en los apartados 7º y 8º, trata del problema de la cualidad y de la conciencia. Dice que la teoría deberá explicarnos todo lo que conocemos a través de la «conciencia» y, como que ésta «nada sabe de todo lo que hasta ahora hemos estado presuponiendo -de cantidades y de neuronas-, dicha teoría habrá de explicarnos también esa falta de conocimiento». De modo que «…la totalidad de éstos [procesos] debería ser considerada, de primera intención, como inconsciente y a ser inferida igual que todos los demás fenómenos naturales.»

Por supuesto que se refiere a su  hipótesis ya elaborada acerca del inconsciente  y en términos de «no sabido»; Lacan también subrayará el carácter inconsciente de los procesos de pensamiento, tal como lo dice Freud.

Se presenta aquí una dificultad de traducción a la que  hace referencia Rosenthal (OC SR T XXII p.391, AE TI p.352), donde se plantea la cuestión de si lo diferencial es entre las cualidades (diferencias que se  referirían  al mundo exterior) o  se trata de lo diferencial de la cualidad.

De todos modos se tratará de referir esos procesos cualitativos a procesos cuantitativos, tal como lo exige el enfoque adoptado. Se pregunta donde se originan, y descarta el mundo exterior, donde sólo se  trata  de  masas  en  movimiento;  también descarta  el  sistema  de neuronas φ, ya que ellas están en la base del edificio y estos procesos parecen ser superiores. Es decir en un superior nivel de complejidad neuronal.

En   cuanto  al  sistema ψ, objeta que éste está referido al recuerdo, a la reproducción, por lo tanto, por un lado carece de la movilidad de la conciencia y por otro carece de la cualidad perceptiva. Esto lo lleva a proponer un tercer sistema de neuronas perceptivas (Wahrnehmung, W = ω) que darían lugar a las sensaciones conscientes.

En principio Freud considera  esta  transformación  de  cantidad  en  cualidad, como coherente con lo  ya  desarrollado  acerca  del  apartamiento  de  toda  cantidad,  al menos en lo posible. Pero luego se le plantea un problema, a saber ¿con qué operan las neuronas ω si son impermeables a la cantidad? Aquí encuentra otro recurso de la física, el «período  «. 

Propone entonces, que si   las neuronas ω no son afectadas por Q η (salvo lo indispensable) son «pasadoras» (AE) del período; es decir de la «frecuencia» con que discurre la onda de Q η en el sistema. Esto  le  conduce a  considerar  a  su  vez (y  lo  indico sólo  porque el tema es retomado en el final del «Proyecto» y aludido por Lacan) que en ψ este período es monótono (y aclara Rosenthal: en el sentido tanto de monótono como de monotónico, monotonal).

La cuestión del origen de estas diferencias de período la resuelve por la vía de los órganos de los sentidos puesto que son selectivos y no solo filtran cantidad, sino que, además criban estímulos de períodos determinados (auditivos, olfativos, visuales, etc.). «Esta transmisión de cualidad no es  durable, no deja  tras de rastro alguno y  no puede ser reproducida».

Pero además de la cualidad perceptiva hay en la conciencia otra serie muy distinta: la de las sensaciones de placer y displacer.

Hasta aquí tenemos descrita la estructura, la «arquitectura» (como traduce Etcheverry (T. 1 p. 350)), (GW p. 399 Aufbau) antes de seguir más adelante quiero responder a lo que formula Lacan en su seminario acerca de la necesidad de construir una topología con esto. Hago notar que esta preocupación estuvo siempre presente en Freud tanto como en Lacan.

No hay conexión directa de ϕ con ω. (S.R. T. XXII p. 395; A.E. T. I p. 356)

En cuanto al funcionamiento, es necesario concebir que  a  la  «pantalla  de cantidad» llegan todo tipo de estímulos de  los  cuales  sólo  aquellos  que  no  son  ni  muy bajos   ni   muy   altos  en   magnitud tienen ingreso; además como estos terminales teleneuronales están especializados, realizan la función de discriminación que Freud conceptualiza  como  «período».  Al  sistema ϕ llegan, después de este primer umbral, cantidades reducidas y quizás iguales a las de los estímulos intercelulares,  que  se descargan  directamente  por  liberación  en   el  aparato  de  la   motilidad,  acoplado  a ϕ, mientras  que  por  transferencia  pasa  una  parte  de  la cantidad  a ψ.

Esta  cantidad se expresa en ψ, como dijimos, como complejidad, es decir que la cantidad implica una diversidad de ramas nerviosas conectadas, una cierta cantidad de facilitaciones, mientras que la cualidad se expresa en topografía, dada la especialización  de  los  órganos sensoriales que dirigirán la carga a unas u otras neuronas y, por unos u otros recorridos. Pero ψ recibe también cargas endógenas, lo cual obliga a concebir dos tipos de neuronas ψ, neuronas nucleares  y neuronas del pallium o manto (ver p. 398 **, también L. 7 p. 55 y    AE T.  I  p. 360) [Ver  la  versión  alemana, no encuentro las Spinalneuronen , Espinal: en P. 419 (SR)  (GW  p. 433,  AE p. 383)  es  lo  más parecido, lapsus de Lacan]. GW p. 408 Mantel Neuronen y Kern Neuronen.

Aquí nos encontramos con otro problema de traducción. Las neuronas en su relación con las vías endógenas carecen de protección, tanto de las «pantallas» como del sistema ϕ (aunque  se puede pensar que también él recibe cantidades  endógenas). Entonces, traduce Rosenthal (p. 398-9): «Esto implica,  empero, que ψ se halla expuesto sin protección alguna a las cantidades (Q)  procedentes  de  esa  dirección,  y  en  este  hecho radica precisamente el impulso motor del mecanismo psíquico.»

Traduce Etcheverry   (p. 360): «Pero si es así, por este lado ψ está expuesto sin protección a las Q, y en esto reside el resorte pulsional del mecanismo psíquico».

GW p. 408: «Dann ist aber ψ auf dieser Seite den Q schutzlos ausgesetzt, und hierin liegt die Triebfeder (resorte pulsional) des psychischen Mechanismus (Ver, de paso, que las cantidades del interior del cuerpo son designadas Q al igual que las cantidades exteriores, es decir que unas y otras son exteriores al aparato que Freud está describiendo, cuyas cantidades denomina Q η) [Las primeras páginas del Cap. V del Libro 7 están destinadas a esta cuestión, aunque de una manera indirecta; en el Cap. VII, Lacan aborda, una de las primeras veces, esta cuestión de la pulsión.]

De estos  estímulos endógenos dice que son  de índole intercelular, se  generan en forma continua y periódicamente se convierten en estímulos psíquicos. Por encima de determinada cantidad (Q) actúan en forma continua. Un proceso de esta índole se llama «sumación» [también se podría llamar «quantas»]. Tampoco aquí entraré en detalles acerca del funcionamiento de ψ y de ϕ en cuanto a las cantidades endógenas, solo es necesario

por  ahora  hacer  constar  que,  en  este  punto, llama voluntad ( «Abkömmling (derivado, retoño)  der Triebe»)  al estado que se genera en ψ, cuando la afluencia de cantidad alcanza un nivel de saturación, suprimiéndose los limites o barreras para las afluencias de más Q.

Es decir que aquí tenemos a la pulsión vinculada a la voluntad, al querer.

Esto conduce a una Drang, una urgencia que se libera por la motilidad, en principio como alteración interna (emoción, grito, inervación vascular), pero esto no basta para suprimir la fuente de excitación; para ello  se  requiere  de una «acción  específica», la cual supone la asistencia ajena (ej. llanto y respuesta materna) y por esta vía «la importantísima   función   secundaria de  la Verständigung (comprensión, entendimiento, comunicación), y el inicial desvalimiento del ser humano conviértese así en la fuente primordial de todos los motivos morales.» (p. 400. AE p. 362. GW p. 410). Aquí tenemos la base de la relación al semejante. Y también el fundamento del orden moral.

Una vez que se ha prestado la asistencia, el individuo asistido está en condiciones, por medio de dispositivos reflejos en el interior de su cuerpo, de eliminar el estímulo, (hambre por ej.); este proceso se llama vivencia de satisfacción e incluyó:

1) El semejante, por la acción específica, proveyó lo  necesario para producir una descarga de la Drang, urgencia, (perentoriedad) que generó displacer en ω.

2) Catectización en el manto de las neuronas correspondientes al objeto.

3) A otros lugares del manto llegan noticias de la descarga lograda mediante la acción específica y se establecen facilitaciones entre

4) las Kernneuronen (excitadas por la fuente endógena) y éstas (2 y 3, es decir neuronas del manto que retienen recuerdos de rasgos del objeto y de la acción específica). [Mantel neuronen: concepto embriológico traducible por Telencéfalo en oposición al Diencéfalo (SR p. 398.)]

Y agrega Freud [cosa que nos interesará inmediatamente porque son el soporte de las Wortvorstellungen (representaciones de palabra)], que las noticias de la descarga refleja surgen gracias a que todo movimiento, en virtud de sus consecuencias accesorias,

da lugar a nuevas excitaciones sensitivas -de piel y músculos- que producen en ψ una imagen motriz ( Bewegungsbild, movimiento, agitación emoción).

Aquí (p. 401-2 AE p. 364) retoma una cuestión que ya planteó antes (p. 384 AE

p.  345  GW  p. 393)  acerca  de la  relación entre cantidad y facilitación o concatenación (como también la llama Lacan, escuchar ese «catena» que alude a «cadena»). Es decir que la cantidad  en  el  sistema  equivale al encadenamiento. Cosa en la cual la traducción de Lacan coincide con la de Rosenthal y Etcheverry, y discrepa de la de Strachey.

Cuando la cantidad (Q) vuelve a  crecer, se  restablece el  estado de urgencia o  de deseo ( Drang o Wunsch , anhelo) las imágenes mnemónicas vuelven a catectizarse, es decir la del objeto deseado y la del movimiento tendente a la descarga, y, dice Freud, que probablemente la del objeto sea  la  primera produciendo algo similar a  una percepción, o sea una alucinación. Si el acto reflejo se produce habrá defraudación o desengaño (Enttäuschung ).

A esto se referirá Lacan como la escasa o más bien atípica o inadecuada incidencia del principio de realidad, y al peligro del individuo de verse presa de la alucinación a poco que el proceso se desencadene demasiado rápidamente.

Cuando más adelante habla de «la vivencia de dolor» (p. 402)  vemos que éste se manifiesta paralelamente al displacer (o «que se hace reconocer junto al displacer» (traduce Etcheverry p. 365), que no es lo mismo).

A continuación tenemos (p. 403 y *. AE 365. GW 413) el «lapsus» al que se refiere Lacan en las ps. 55 y 76 (L. 7); no es claro que Lacan lo considere o no un «lapsus», como lo llaman los editores; en realidad lo parece; lo que señala Lacan  es «que está ahí para indicarnos la fundamental homología de la relación del dolor con la reacción motora»

y esto para situar el dolor en relación con  la inmovilización, cuestión con  la que se avanza a las reflexiones que hará acerca, tanto de las formas torturadas del barroco, como de lo  que se verá en torno al hombre del placer del siglo XVIII.

Pero estas dos observaciones son  inentendibles si  no nos adentramos un poco,   lo  indispensable, en materia. ψ está expuesto a cantidades tanto desde las vías endógenas como por la  irrupción de cantidades excesivas a  través de ϕ, estas cantidades constituyen la «vivencia de dolor»  y produce en ψ:

1) un gran aumento del nivel de Q   η que es sentido como displacer por ω;

2) una tendencia a la descarga;

3) una facilitación entre la imagen mnemónica (del objeto que produce dolor) y la tendencia a la descarga.

«Además, es indudable que el dolor posee una cualidad especial que se manifiesta paralelamente al displacer», agrega Freud, y aquí es donde se produce la diferencia de traducción que antes vimos [es decir «…vemos que éste se manifiesta paralelamente al displacer (o «que se hace reconocer junto al displacer» (como traduce Etcheverry). El interés de esta diferencia radica en que no es lo  mismo pensar al dolor  como situado en el registro del principio del placer o…»más allá…».

Ahora bien, si la imagen mnemónica es recatectizada por cualquier circunstancia (se entiende «la imagen» sin incidencia del objeto productor de dolor), surge un estado que no es de dolor, pero que guarda cierta relación con él. Este estado incluye el displacer y la tendencia a  la descarga, y la pregunta que se plantea Freud  es por el punto  1), es decir por el origen de la «cantidad» si ésta no proviene del exterior y ya que esta recatectización, este  “afecto” dice Freud, funciona con Q η, es decir con cantidades que no justifican el tipo de incremento «exterior» productor de dolor.

Como señala Lacan en la «Respuesta al comentario de Jean Hyppolite» (p. 144) «…lo afectivo… no tiene nada que ver con una «qualitas» oculta psicológica para designar esa cosa vivída, (…) cuya búsqueda, cuando los vemos jadear ante sus formas más bobas, apenas evoca otra cosa que un husmear de poca ley». «Lo afectivo en este texto de Freud se concibe como lo que de una simbolización primordial conserva sus efectos hasta en la estructuración discursiva»

Esto es lo que obliga a Freud a postular un tipo de neurona secretora que a diferencia de las «motoras», que descargan cantidad, sean susceptibles de ser excitadas por un recuerdo (es decir que la catectización de un recuerdo desencadenaría displacer en el

interior  del  cuerpo)  y  aporten cantidad Q η «a estas neuronas «motoras» escribe Freud, «secretoras», proponen los editores y traductores, las llamaremos «neuronas llaves» (literalmente, o “percutoras”, como propone Rosenthal).

A esta parte corresponde nuestra segunda observación y es a lo que Lacan  se refiere como «que está ahí para indicarnos la fundamental  homología  de  la  relación  del dolor con la reacción motora». Este es el punto en el que llega a la  conclusión (p. 403) “de modo que el  efecto  facilitante de 3 Q  η puede ser  mucho mayor que 3xQ  η (Qη repetida tres veces)”  [la  escritura  matemática correcta sería: 1( Q η=3) > 3 (Qη=1)], dado el hecho que una catexia de recuerdo hostil puede desencadenar un displacer extraordinariamente grande, lo que indicaría una «gran» facilitación, es decir que la facilitación depende exclusivamente de la magnitud.

De este modo tendríamos que si el deseo opera por sumación  (éste  es  el  carácter i nsistente de la pulsión que Lacan recoge muchas veces, por ej. en Libro 11), como dijimos antes, el  afecto, el  dolor, opera por  desprendimiento repentino. Nos detendremos un momento en esto, dice Freud (p. 403/ 4): «Ambos estados tienen la mayor importancia para  el   pasaje   de cantidad  en ψ, dado que dejan tras de motivaciones de tipo compulsivo en favor de dicho pasaje. El estado desiderativo produce algo así como una atracción positiva hacia el objeto deseado o, más bien, hacia su imagen  mnemónica,  mientras que de la vivencia dolorosa resulta una repulsión, una aversión a mantener catectizada la imagen mnemónica hostil. He aquí pues, la atracción desiderativa primaria

y la defensa [rechazo] primaria». En este párrafo hemos de considerar:

1) El carácter «compulsivo», digamos «insistente» de estos «motivos».

2) Que el estado desiderativo primario se orienta «más bien» (aunque en la traducción de AE dice «respectivamente», lo cual es distinto), hacia  la  «imagen mnemónica» lo cual plantea la cuestión de la  relación  con  la  realidad, al mismo tiempo que da prioridad al signo, me refiero con esto al peligro de la alucinación positiva, en este caso, pero que en el otro, el de la defensa, podría ir hacia su forma negativa.

3) Antes que nada recordemos que esta fue la causa que lo impulsó a escribir todo esto, como ya lo dijimos al comienzo.

Aquí nos encontramos, en la traducción,  con  cuatro  palabras distintas, éste es un momento en que aún no se han instituido como conceptos estas nociones con las que Freud se maneja, estas cuatro palabras son a) Defensa, b) Rechazo, c) Repulsión y d) Represión.  a  y  b) la palabra Abwehr puede significar tanto defensa como rechazo; en el Manuscrito H, de comienzos de este mismo año, la usa como mecanismo en la paranoia,

en  un espacio que en  otros textos se cubrirá con  la palabra Ablehnung ; más adelante, en el apartado sobre Psicopatología, reaparecerá como defensa  patológica;  c)  la  tercera corresponde a la alemana » Abstoßung «, aquí tenemos ese  «stoßung»  que reaparecerá en otro de los textos que Lacan pone en serie con  el  «Proyecto…»,  «La  negación»,  como «Ausstoßung», es   decir,   rechazar,   empujar,  y   en   definitiva   opuesto a  la Bejahung, afirmación, que Freud establece como el proceso primario en que el juicio atributivo toma

su raíz; d) finalmente tenemos la Verdrängung , represión.

Es decir que estamos aquí en el núcleo del problema que Freud se planteó, a saber: la defensa; esta cuestión se irá desarrollando a lo largo de este trabajo, tanto como a

lo largo de toda la obra de Freud, en donde se trata de  distinguir  unos mecanismos básicos, por así decirlo universales, de otros mecanismos correspondientes a las diferentes estructuras y tipos clínicos. En este momento y  a  título ilustrativo tomemos un párrafo de la Segunda parte en el § 5 (p. 430) «Condiciones determinantes de la «protón pseudos», primera mentira histérica». «…el análisis demuestra que lo perturbador en  un  trauma sexual es, sin duda, el desencadenamiento afectivo, y la experiencia nos enseña que los histéricos son personas de las que sabemos que en unos casos se han tornado prematuramente excitables en su sexualidad…»

Se trata pues de «trauma», «desencadenamiento afectivo», y «prematuración

sexual».

La «prematuración sexual» alude a los dos tiempos de la constitución del

trauma, como dice Freud apenas unos párrafos antes, «…comprobamos que se reprime un recuerdo, el cual sólo posteriormente llega a convertirse en trauma…». Estos dos tiempos cronológicos son también, y quizás más, dos tiempos lógicos de los cuales el segundo es el que provee de los símbolos que permiten significantizar al primero.

El «trauma» es de naturaleza sexual precisamente en tanto que en el «ser parlante» el sexo no es «natural», hay allí una pérdida en la  coaptación, en  el ensamblaje del ser humano.

El «desencadenamiento afectivo» es lo que, antes vimos, opuso al deseo y tomo su forma del dolor.

He querido señalar estos elementos porque son los que darán la formula de la defensa como significantización del goce al mismo tiempo que constitución del Sujeto, en tanto que sujeto castrado es decir en tanto que $. Sin  embargo, paso atrás, hemos de ver  por qué dice Lacan que la instancia de la «censura» se desprende de «la energía del deseo» (L. 7, p. 12). Esta articulación, que en el Proyecto no tiene cabida, puesto que en él se trata de una energía indiferenciada que solo responde a atracción y rechazo, la refiere Lacan a «Tótem y tabú» en donde (L 7 p.14) «la transformación de la energía del deseo permite concebir la génesis de su represión, de modo que la falta (carencia y culpa) genera la represión y, felix culpa, es el principio de una complejidad mayor».

Retornando a nuestro recorrido nos encontramos con que  «introduce  el  Yo (Ich)», en realidad lo encuentra supuesto, supuesto  en  sus  consideraciones  anteriores  ya que con ese nombre designa el conjunto de las facilitaciones cuya organización dificulta pasaje de cantidades. «Resulta fácil imaginarlo [al Yo] si consideramos que la recepción regularmente  repetida  de  cantidades endógenas (Q η) por determinadas neuronas (del núcleo) y la consiguiente acción facilitante emanada de esa recepción repetida, darán por resultado un grupo de neuronas que retiene una catexia constante o sea que corresponde

al portador de la reserva que, según vimos, se deduce perentoriamente de la función secundaria.»

Si  el  Yo  es  definido  como  la  totalidad  de  las  catexias   ψ existentes en un momento dado, habrá que distinguir, se desprende de lo anterior, entre una porción permanente y otra variable. Sobre este punto regresaremos.

Para definir la función del Yo usa la palabra «Inhibición» y  utiliza  para explicarlo un esquema al que Lacan alude: Dada una cantidad que llega a  la  neurona «a», que dispone de una facilitación en dirección «b», si se encuentra próxima una neurona cargada » α» (con facilitación hacia β, γ,…), esta actúa como facilitación redistribuyendo la

carga entre «a» y «b» o incluso inhibiendo la dirección «b». De este modo tenemos inhibido el proceso psíquico primario por efecto del secundario (neurona “a” del Yo).

Freud se extiende con un ejemplo: si «a» es un recuerdo hostil y «b» una neurona-llave para el displacer, la evocación en «a» tendrá como efecto primario la liberación de displacer y la descarga de cantidad.  La presencia de » α» constituirá un efecto inhibidor que ahorrará al sistema todo ese trabajo. Y si el desencadenamiento inicial  es recibido  directamente  por   el   Yo,   allí  mismo  tenemos  la   fuente  de  la cantidad  (Q η) necesaria   al  Yo   para  su   acción   inhibidora  mediante  una  catexia colateral α» en el esquema).

Esta es la vía de entrada para considerar el problema de la prueba de realidad, puesto que el Yo, encontrándose en estado de deseo,  podría poner en  función el  proceso de descarga en ausencia del objeto en la realidad, presente sólo como representación de la fantasía. Es decir, que es necesario un criterio para distinguir percepción y representación. Este signo es también necesario cuando se trata de una imagen mnemónica hostil.

Freud recurre, para ubicar lo que  responda  a  esta  necesidad,  dentro  de  la teoría  que  está  construyendo,  a sus neuronas ω, ya que estas reciben información del período de cada percepción exterior, lo cual conduce a  una descarga, también perceptual,  por  mínima  que sea. Si  bien  la  carga  no interesa a ψ, a la descarga (como todo tipo de descarga) que la  registra. Este signo procedente de ω constituye el signo de realidad. Su funcionamiento efectivamente no constituye garantía, puesto que una catectización muy intensa podría disparar un signo perceptual  (por  alucinación)  dando  lugar  al  desarrollo del proceso. La función inhibidora del Yo tiene aquí su lugar, como  vimos,  pudiendo orientar la carga originada en la imagen mnemónica.

Es decir que si el Yo se encuentra en  estado de deseo  en  el  momento en  que surge el signo de realidad correspondiente, la descarga se dirige en el sentido de la acción específica; si   el   signo de  realidad corresponde  con  un aumento  del  displacer, ψ producirá una defensa merced a una catexia colateral. Si no se producen  estas circunstancias podrá sobrevenir o la alucinación o el desencadenamiento total de displacer, es decir los procesos psíquicos primarios.

A continuación, entonces, entramos en el motivo central de este comentario, la cuestión de la realidad, tratada en los parágrafos siguientes desde diferentes puntos de vista. El § 16 se titula «El pensamiento cognoscitivo y el pensamiento reproductivo» (o «El discernir y el pensar reproductor» A.E.), en él considera diferentes posibilidades comenzando por:

1) aquella en que la catectización desiderativa de la imagen mnemónica sea acompañada por la percepción de la misma, percepción que desde ω generará un signo de realidad que colaborará en la descarga eficaz.

Antes hablamos ya de «La negación» (1925), allí dice (T XXI p. 199): «Así, el primero y mas inmediato fin de la prueba de realidad no es  el  de  descubrir  en  la percepción real un objeto correspondiente a lo imaginado, sino el de redescubrir tal objeto (…) una condición esencial para el establecimiento de la prueba de realidad es la de que se hayan perdido objetos que procuraron otrora satisfacciones reales».

2) El siguiente caso que analiza Freud es el de la coincidencia parcial, que da lugar a un proceso de análisis que discrimina el elemento constante del elemento  accidental, que conocemos como «predicado», a  este proceso se lo conoce como «juicio» y, si recordamos los tipos de neuronas, encontraremos una analogía entre las Kernneuronen y las Mantelneuronen. 

Como se  ve, aquí podemos otra  vez recordar «La  negación» donde se establecen los juicios de atribución y de existencia (ps. 195 201 T. XXI SR) (ojo con los errores en algunas ediciones: «Verneinung» y «Vereinigung» (unificación)).  Siguiendo el hilo de la analogía formula la idea de la neurona «a» como la Cosa y la  «b»  como  el  atributo. De modo tal que podemos decir que la Cosa se sitúa precisamente en un lugar «extimo».

Pero retornando a los procesos en cuestión observa que, entonces, la función judicativa depende de la inhibición ejercida por el yo, la cual es provocada por la desemejanza entre la catexia desiderativa de un recuerdo y  una  catexia  perceptiva  similar.

Incidentalmente vemos en el desarrollo aparecer nociones que más adelante adquirirán valor conceptual en  la  obra de Freud. Así tenemos la  sensación  de identidad (p. 411-2), precursora de la identidad de percepción (y su contraria la identidad de pensamiento) que aparecerán en el Cap. VII de «La Interpretación de los sueños», y la idea de fin (en el sentido de finalidad) de cierto recorrido, que formalizará en «La metapsicología».

1) Una tercera posibilidad es abordada en el § 17 «Memoria y judicación» («El recordar y el juzgar» en AE), se trata de que, en presencia de una catexia desiderativa, surja una percepción que no coincida en ninguna forma con la imagen deseada. En tal  caso surgirá un interés por (re)conocer (p. 412 ** «erkennen» (AE discernir )) a pesar de todo esta imagen perceptiva.

Puede parecer que me entretengo en detalles insustanciales, pero es que es en esta tercera forma, que explora, cuando aparece precisamente tanto das Ding como el complejo del Nebenmensch (semejante). Razón por la cual hemos de detenernos nuevamente.

Ya es interesante que la cuestión que nos ocupará se presente en este apartado, el que se refiere al intento de «(re)conocer» un objeto cuya imagen no coincida en ninguna forma con la imagen mnemónica deseada.

Ante esta situación se abren dos posibilidades de actividades cogitativas:  a)  que la corriente se dirija a los recuerdos evocados (es decir orientado por las diferencias);

b) que el interés se dirija a la percepción, centrándose en la búsqueda de semejanzas y dando lugar a una actividad judicativa.

Entonces aparece la figura del «Nebenmensch» (SR (413): «semejante»;  AE (376): «prójimo») a  modo de ejemplo. Este ejemplo tiene la  fuerza de justificar el interés  por el objeto en cuestión, pues un semejante ha sido, dice Freud, «su primer objeto satisfaciente, su primer objeto hostil y  también  su  única fuerza auxiliar». «De  ahí que sea en sus semejantes donde el ser humano aprende por primera vez a (re)conocer».

El enfoque freudiano parte del supuesto que el recuerdo funciona en relación con el registro de las descargas, motrices por lo tanto, que toda percepción (en tanto que carga) produce. Por lo tanto ante la nueva imagen, si bien hay aspectos desconocidos, siempre habrá algunos (movimientos de las manos, grito, son los ejemplos que cita) que se asociarán por un lado con imágenes anteriores y por otro con el registro de los propios movimientos (por mínimos que sean) que serán los que operarán  el efecto de (re)conocimiento. Y dice Freud: «De tal manera, el complejo del semejante se  divide en  dos porciones, una de las cuales da la impresión de ser una estructura constante que  persiste coherente como una cosa (das Ding), mientras que la otra puede ser comprendida

por medio de la actividad de la memoria, es decir, reducida a una información sobre el propio cuerpo del sujeto».

Es así qué, como dirá en la 3ª parte (p. 438) «… las percepciones despiertan interés en virtud de su posible conexión con el objeto deseado, y sus complejos son descompuestos en una porción no asimilable (la  «Cosa») y  una porción  que es  conocida por el yo a través de su propio experiencia (los atributos, las actividades).»

Miciades Soto

Angeles Molto
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Oir Praxis Psicoanalítica