
25 Mar El inconsciente, la revisión de Lacan
El Inconsciente, el lenguaje. Sujeto – Otro.
Freud encuentra el Inconsciente buscando una explicación para la neurosis. Su rigor lo lleva a pensar que esos síntomas tienen que tener alguna explicación razonable. Y así encuentra, no sólo representaciones no conscientes, sino un Inconsciente eficaz, un Inconsciente que, como dirá después Lacan, articula lo real del cuerpo con el lenguaje1.
Freud descubre un Inconsciente que busca manifestarse, un Inconsciente que trabaja, cuyas las formaciones –lapsus, sueños, síntomas- son realizaciones de algo no realizado. Freud descubre que es precisamente en los tropiezos del lenguaje donde encuentra elementos que puede leer como un mensaje cifrado, una interpretación que da cuenta de un sentido que articula deseo y prohibición.
Por tanto, en la Psicología de Freud, no sólo psiquismo no es igual a conciencia, sino que no se trata de lo inconsciente no consciente, sino de una instancia que estructura al sujeto, si lo decimos en palabras de Lacan.
Freud pensaba que su descubrimiento modificaría la Psicología, no imaginó la situación actual en la que el Psicoanálisis tiene que distinguirse de la Psicología para preservar el descubrimiento freudiano.
La primera concepción de aparato psíquico, la que se encuentra en el “Proyecto de una Psicología para neurólogos”, que él nunca pensó publicar, es un sistema basado en el aparato neuronal; él nunca renunció a la idea de que un día las investigaciones neurológicas y bioquímicas confluirían con el Psicoanálisis.
En su rigor científico no cabía una concepción espiritualista y los saberes de su tiempo no le daban material para una concepción que no fuera biologicista. Pero ese mismo rigor lo lleva a reconocer, en la palabra de sus pacientes, una eficacia terapéutica.
1 Veremos en otro momento la lógica que sostiene la negación freudiana.
Así crea un nuevo saber al que sólo exige coherencia interna; y, en pos de esa coherencia, modifica su teoría cada vez que los nuevos descubrimientos lo hacen necesario. No es distinto de lo que hace Einstein, que, seguro de la coherencia interna de su teoría, no se inquieta por la verificación.
Freud lamentaba que sus historias clínicas tuvieran más aspecto de novelas que de informes científicos, pero exigía a la ciencia de su tiempo que admitiera el valor de su descubrimiento en tanto no tuviera una explicación mejor.
Con una intuición genial, pues no podía saber de espacios no tridimensionales, llama al Inconsciente, a ese aparato constituido por representaciones, “otra escena”.
Lacan dice2 que Freud busca la causa de lo que cojea y que encuentra un Inconsciente que habla y que funciona de un modo tan elaborado como la conciencia. Puesto que el Inconsciente habla, Lacan recurre a la Lingüística de Saussure y Jakobson, que ya tenía a mano, para aplicar los conocimientos sobre el lenguaje al estudio del Inconsciente. Lacan aclara que no hace Lingüística, que toma lo que necesita para aplicarlo al Psicoanálisis y llama a lo que hace lingüistería.
Como Levy Strauss recorre un camino paralelo para la antropología, Lacan recoge también las aportaciones de la nueva antropología estructural para pensar la constitución del sujeto del Inconsciente.
El lenguaje es una estructura de elementos discretos -los significantes- que significan por diferencia. En tanto el significante no se significa a sí mismo, el lenguaje es necesariamente multívoco, metafórico, es decir requiere lectura, requiere interpretación.
Lo que Freud llama la identificación primera, con el padre, Lacan lo interpreta como que el sujeto tiene que asumir la ley del lenguaje para entrar en el dominio humano. Lacan señala que las fases de desarrollo libidinal –freudianas- dependen de la relación con el Otro, de la demanda con la que el Otro responde a la demanda del sujeto y no de algún tipo de maduración. Con ello empieza a separarse del biologicismo y el evolucionismo freudiano, aunque no será hasta muy avanzada su obra cuando diga “bye bye” a la biología.
A partir de estos desarrollos puede decir que “el Inconsciente está estructurado como un lenguaje”. Un lenguaje que preexiste al sujeto y en el que tiene que reconocerse.
2 Lacan, J.: “El seminario. Libro 11. Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis” Lecc. II. Ed. Paidos.
El sujeto tendrá que aprender a leer la realidad, para construir la suya, puesto que no hay, para el ser humano, otra relación con la realidad que la realidad psíquica; tendrá que aprender a distinguir los indicadores determinados y los indicadores no determinados, esos que dependen del sujeto del enunciado, de los que el más significativo es el par: tu – yo.
También tendrá que arreglárselas con lo que los estoicos3 llamaron los “incorporales”, porque plantean dificultades para ser leídos. El concepto de incorporal es complejo; los estoicos hablaban de cuatro tipos de incorporales: lo expresable, el vacío, el lugar y el tiempo. Aquí tomaremos sólo el primero, de momento, diremos que los incorporales son la significancia, el efecto de la palabra en
el que escucha; lo incorporal es lo que el extranjero no puede entender de una lengua, lo que comparten los que son de la misma “parroquia”, en el sentido que lo usa Freud cuando dice que para entender un chiste hay que ser de la misma parroquia.
El Otro, tesoro del lenguaje, espera al sujeto antes de su nacimiento; será en su discurso donde el “infans” encontrará los significantes con los que constituirse como sujeto; Lacan dice que “el Inconsciente es el discurso del Otro”. El sujeto encontrará los significantes de la demanda con los que aprenderá a pedir, los significantes con los que constituirá sus identificaciones; pero, al mismo tiempo, en tanto ningún significante se significa a sí mismo, ni encontrará un significante que le diga quien es -el significante representa al sujeto para otro significante-, ni podrá evitar el malentendido ni en su escucha ni en la del Otro. Ese será su primer encuentro con la falta.
El cachorro humano nace prematuro, le faltan los programas instintivos con los que se manejan el resto de los mamíferos; tendrá que leer en la palabra del Otro lo que necesita, lo que quiere o no y finalmente lo que desea, y eso no es sin consecuencias:
- el resto no simbolizado se constituirá en objeto de goce, eso no inscrito que, retornando desde lo real, generará esa satisfacción paradójica, ese malestar que sin embargo el sujeto siempre busca.
- la primera experiencia de satisfacción se constituirá como objeto perdido que nunca existió, como objeto del deseo, este sí ya inscrito, pero en tanto primer eslabón de los objetos: articulado pero inarticulable, de modo que el sujeto tendrá que hacer un trabajo de escritura, la metonimia, para luego poder articular sus demandas, ya metaforizadas.
3 El estoicismo (nacido en el S. III a. C.) es una ética materialista y racionalista, que plantea que los cuerpos materiales son las únicas realidades y la única sustancia, y que la materia es una, sustrato y sustancia de los elementos; las demás cosas, inclusive los elementos, no son más que cuerpos y modos de ser de la materia. Identifican «existencia» con «cuerpo», y así se ven forzados a admitir, si no como existencias al menos como cosas definidas [lo subsistente], tanto los efectos de unos cuerpos sobre otros, lo que expresan los verbos, como las ficciones del espíritu que sólo tienen realidad en el pensamiento y, por tanto, no tienen materialidad alguna. Para estas “nadas” crearon la categoría de «lo incorporal». Así, los incorporales no existen sino que subsisten. http://www.scb-icf.net/nodus/175Estoicismo.htm .
De modo que, a falta de programas instintivos el sujeto escribe las pulsiones con su cuerpo, y el deseo como vuelta no contada, para poder finalmente demandar siempre un poco más allá o más acá de lo que desea.
Descubrirá también que el Otro, en tanto habla, algo quiere, y por tanto está faltado, se cuestionará qué quiere el Otro, qué le falta, para tratar de ocupar el lugar de querido por el Otro. Ese objeto que el Otro desea es el que tendrá que resignificarse como falo para que se desencadene el complejo de Edipo, que se saldará con el olvido, con la caída de la barrera de la represión.
En el seminario “Fundamentos del psicoanálisis” 4, en el que Lacan revisa su enseñanza anterior, dice: “el Inconsciente es el sujeto, en tanto alienado en su historia, donde la síncopa del discurso se une con su deseo.” 5
A partir de estos desarrollos Lacan puede decir que la concepción de aparato psíquico que Freud plantea en el “Proyecto…” basada en un sistema neuronal es acertada con la sola condición de pensar ese sistema como una metáfora, que basta cambiar neurona por significante para que la teoría funcione.
Lacan encuentra en las teorías de los Estoicos un antecedente de la Lingüística moderna, y en su diferencia entre cuerpo e incorporal el referente material necesario con el que sustituir a la biología sin caer en el espiritualismo, puesto que Lacan se declara realista y materialista.
Los estoicos diferenciaban la palabra como emisión vocal, una materia articulada en fonemas, que pertenece a la categoría de los cuerpos, y el lenguaje como significación por la que se expresa un estado de los cuerpos. Estos estados son los atributos, y son, propiamente, lo incorporal expresable.
Para los estoicos, el significante o palabra -la materia fónica articulada- y el objeto real eran cuerpos, mientras que el significado no, pues se trata de lo que afecta al objeto real, y no puede ser considerado como cuerpo sino como atributo, es lo que llaman un incorporal. Esta teoría, por un lado, suprime el vínculo necesario entre la palabra y el objeto –como ya había hecho Platón, por otro lado-; la Filosofía griega ya sabía de la no necesariedad de la ligazón de lo mucho después Saussure llamaría signo lingüístico, pero además los estoicos tratan al significante como materia fónica.
En “Función y campo…” 6 ya Lacan había dicho que “… el lenguaje no es inmaterial. Es cuerpo, sutil, pero es cuerpo.” Pero es mucho después cuando desarrolla la teoría de los Estoicos de la materialidad del significante: “La estructura se atrapa de ahí, del punto donde lo simbólico toma cuerpo. (…) “Vuelvo al cuerpo de lo simbólico que de ningún modo hay que entender como metáfora”. (…) “La prueba es que sólo él (el cuerpo significante) aísla (subvierte) el cuerpo tomado en sentido ingenuo, es decir que aquel cuyo ser, que se sostiene en él, no sabe que es el lenguaje el que se lo otorga, hasta el punto de que no se constituiría si no pudiera hablar.” (…) “El primer cuerpo hace que el segundo ahí se incorpore”. 7
Lacan juega aquí con incorporar e incorporal, que remite a la incorporación de la identificación primera.
Esta es la teorización que Soto encuentra en Lacan para responder a la crítica de acientificismo que hace la epistemología al psicoanálisis, sobre todo a partir de Mach. No es que Lacan diga que con esa conceptualización supera la crítica de la ciencia empirista al Psicoanálisis, esa es la lectura que hace Soto de este aspecto de la enseñanza de Lacan.
4 Recuerden que así llamaba Lacan a al Seminario que ha sido bautizado como “Los cuatro conceptos…”
5 Lacan, J.: “El seminario. Libro 11.Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis” Lecc. II. Ed. Paidos.
6 Lacan, J.: “Función y campo de la palabra y el lenguaje. Escritos 1. Ed. Siglo XXI.
7 Lacan, J.: “Psicoanálisis. Radiofonía y televisión” 2ªrespuesta Ed. Paidos.
Por otro lado, como decíamos, Freud llama al Inconsciente “otra escena”. Aquí todos habíamos leído una metáfora y es la lectura de Lacan la que muestra que no hay que leerlo como una metáfora. Lacan recurre a la topología, a una geometría no tridimensional para situar los elementos del aparato psíquico, y dice que la topología es la estructura; por tanto la “otra escena” no ocurre dentro de las neuronas, donde los empiristas tienen razón en no encontrar significantes, esa materialidad se encuentra en un espacio bi o cuatridimensional, fuera de lo que la intuición del sentido común puede leer.
Lacan señala además que la lógica necesaria para leer a Freud no puede ser la lógica clásica, lo que es coherente con la topología: la geometría euclidiana es la “extensión” que corresponde a la lógica clásica, para la topología lacaniana será otra lógica la que corresponda, la lógica modificada que está desarrollando Vappereau.
Angeles Moltó