
08 Ago Levy Strauss
La antropología estructural
Levy Strauss en Nueva York
Claude Lévi-Strauss nació en Bruselas el 28 de noviembre de 1908, hijo de padres franceses. Realizó sus estudios en París, Derecho y Filosofía en la Sorbona, pero sólo acabó Filosofía en 1931. “Me matriculé en leyes. Pero me disgustó, lo confieso, y volví a la Filosofía. Esta me desilusionó y me volqué hacia la Etnología. En ella soy un completo autodidacta”
Eligió Filosofía porque eso le permitía combinar su gusto por las ideas, el arte, la música, las antigüedades,…; no quería “compartimentar” su vida. Introducido por un compañero en el socialismo, leyó Marx y Engels. Otro compañero le habló de Freud, que fue, dice, una de las grandes revelaciones de su vida. “Freud me enseñó que en lo más trivial y absurdo puede encontrarse una razón”
Después de trabajar unos pocos años de docencia en enseñanza secundaria, tomó parte de la misión cultural francesa en Brasil, como profesor visitante en la Universidad de São Paulo.
Mi interés por la Etnología «Nació de un telefonazo. Marcel Mauss y su equipo reclutaban entre los licenciados en Filosofía gente que quisiera trabajar en el recién creado departamento de Etnografía, una ciencia que acababa de adquirir rango universitario y que hasta entonces había dependido de misioneros y administradores coloniales. Yo hacía sólo dos años que ejercía como profesor de Filosofía, en Mont-de-Marsan y en Laon, en 1932 y 1933. El primer año es apasionante, tienes que construirte todo un programa, pero los cursos siguientes te limitas a retocarlo. Estaba claro que no era eso lo que iba a dar sentido a mi vida. Tenía ganas de descubrir el mundo. Y de ahí que aceptase un puesto en la universidad de São Paulo y comenzase mis viajes de etnólogo».
Vivió en Brasil desde 1935 a 1939, donde llevó a cabo su primer trabajo de campo etnográfico, dirigiendo exploraciones periódicas en el Mato Grosso y la selva tropical amazónica. Dice que esta experiencia lo hizo antropólogo.
La primera vez estuvo con los Bororó algunas semanas. Era un “paraíso etnológico”, un lugar al que querría ir cualquier etnólogo, pues tenían una cultura muy rica y no alterada por influencias occidentales. Pero, en su “ingenuidad de aquel momento”, la organización social de los Bororó le pareció tan elaborada que quiso estudiar algo más primitivo, más salvaje. Así encontró a los Nambikwara, “la cosa, si
1 Caruso, P.: “Conversaciones con Levy Strauss, Foucault y Lacan” Ed. Anagrama
2 Entrevista por Piere Beuchot. You Tube
3 Entrevista en el País 11. 1. 2003
se me permite, más piojosa que uno pueda imaginar”: personas sucias, debilitadas, mutiladas, una sociedad primitiva pero degradada por las influencias recibidas, principalmente las occidentales. Ahí se dio cuenta que cualquier sociedad primitiva tiene una historia larga, una riqueza de instituciones y una organización social elaborada. La pobreza social se debe pues a la degradación, no a un menor desarrollo.
Entonces empezó a plantearse cuales son los elementos mínimos que tiene que tener una sociedad para ser una sociedad humana.
Volvió a Francia en vísperas de la Segunda guerra mundial y fue movilizado de 1939 a 1940. Lo enviaron a la línea Maginot, entre Bélgica y Luxemburgo, a recibir a las tropas inglesas que tenían que llegar, pero no había tropa inglesa alguna, de modo que no tenía nada que hacer. “Un día tumbado en la hierba, mirando las flores, me convertí en estructuralista, sin saberlo entonces, claro.” Estaba pensando cuales serían las leyes combinatorias que darían como resultado lo que estaba viendo, pues no podía imaginar que fuera un cúmulo de fenómenos azarosos.
Después de la guerra “conseguí llegar” a Nueva York donde le ofrecieron dar clases de Sociología en el New School for Social Research . Él se seguía sintiendo un estudiante pues no había estudiado la etnología que necesitaba para sus investigaciones, y durante un tiempo dedicó todas sus horas libres a estudiar a los etnólogos americanos, y lingüística con Jakobson, que era colega en el N.S.S.R.
Dice deber a la Etnología americana la revelación de que aún existían pueblos que se podían estudiar “en su lugar” y su espíritu despiadadamente crítico, válido para cambiar las grandes construcciones ideológicas de finales del S. XIX: difusionismo, evolucionismo, sociologismo, etc.
Lo que aprende con Jakobson le recuerda sus pensamientos sobre la Botánica en la línea Maginot. La diversidad de los fonemas y las significaciones, y la articulación, que hace la lingüística estructuralista, le parece un modelo trasladable a la diversidad del material que ofrece cualquier sociedad.
Que esa estructura de la lengua sea inconsciente la pone al abrigo de las interpretaciones secundarias que sobre nosotros que tendemos a hacer y que son el mayor obstáculo para el estudio objetivo. Del mismo modo, pensaba, tenía que encontrar esos elementos mínimos, inconscientes, de cualquier cultura, para hacer un estudio objetivo de una sociedad.
Llamado a Francia en 1944 por el Ministro de Asuntos Exteriores, regresó a Estados Unidos en 1945. Tras un breve paso por la embajada francesa en Washington como agregado cultural (1946–1947), regresó a París para doctorarse en la Sorbona tras presentar la tesina y la tesis (1948): La vida familiar y social de los indios Nambikwara y Las estructuras elementales de parentesco .
4 Caruso, P. op. Cit.
La vida familiar y social de los indios Nambikwara fue publicada al año siguiente, y enseguida fue reconocida como una de las más importantes obras de la antropología. Las estructuras elementales de parentesco contiene en el título un homenaje a Émile Durkheim ( Las formas elementales de la vida religiosa ).
Mientras los antropólogos británicos sostenían que los parentescos estaban basados en la ascendencia de un ancestro común, Lévi-Strauss pensaba que estos parentescos tenían más que ver con la alianza entre dos familias cuando la mujer de un grupo se casaba con el hombre de otro.
“Yo buscaba una institución suficientemente amplia como para poder explicar la cantidad de situaciones posibles de la sociedad humana, la diversidad y la aparente arbitrariedad”. En la prohibición del incesto, contracara de la obligación de la exogamia, encuentra esa institución. Si lo cercano está prohibido, se impone la necesidad de intercambiar miembros de una sociedad con otra, lo que asegura la permanencia de los grupos.
Lo universal es que hay una regla para las alianzas de parentesco, que no se puede hacer cualquier cosa; luego el contenido, y el “ancho de manga” de la regla, admite grandes variaciones, aunque también acordes a reglas, y a ello se debe la diversidad de las culturas.
La naturaleza se rige por leyes, uniformes y universales, la cultura se rige por reglas, que admiten enormes variaciones siempre que mantengan los elementos estructurales mínimos fijos. Si se encuentra una regla, con las características de una regla, pero universal, se podrá empezar a pensar la articulación, el pasaje, de la naturaleza a la cultura.
A principios de la década de los 50 no se encuentra cómodo entre sus colegas, no le gusta cómo se enfocan los trabajos de campo. “No me gustan los viajes y los exploradores”, así empieza su obra “Tristes trópicos”, en la que dice que durante unos meses escribe lo que le da la gana.
Con su regreso a Francia, se implicó en la administración del CNRS y el Museo del Hombre , antes de llegar a ocupar un puesto en la École Pratique des Hautes Études .
En 1962 se publica “El pensamiento salvaje” donde muestra que la diversidad de la naturaleza aporta al hombre la posibilidad de clasificar, de introducir una lógica. Esa lógica no es distinta de la nuestra, dice, proviene de un apetito intelectual y no emocional, tan racional como el occidental.
En el último capítulo responde a Sartre, porque “sus ideas sobre la organización social no me parecen adecuadas en absoluto”. Dice que el Existencialismo, y no es una crítica, es la última manifestación de la gran Metafísica, pero no un pensamiento que permita opinar sobre la antropología. Sartre separa naturaleza y cultura de un modo que sólo le permite hablar del hombre occidental adulto, y la antropología muestra que éste es sólo una forma posible dentro de un marco más amplio.
Preguntado por la relación entre historia y estructura, responde que los etnólogos no estudian la historia de las sociedades que investigan porque
- por un lado, no disponen de ella al ser pueblos sin escritura, pero que por supuesto sería un interesante objeto de estudio
- y por otro, son sociedades que tratan de resistir a los cambios, que intentan mantener un modo de hacer que sea “el de siempre”, que se considera el mejor precisamente por ser “el de siempre”, sostenido, avalado, por los mitos.
Desde luego, dice, hay acontecimientos en una sociedad mientras la estudiamos y es interesante ver qué efectos tienen. Lo que ocurre es que si se está investigando la estructura hay que obviar los acontecimientos y viceversa, no se pueden trabajar ambos a la vez. (Salvando todas las distancias, se plantea un problema análogo en la física con la imposibilidad de medir momento y posición de las partículas, que conocemos con el nombre de principio de incertidumbre de Heisenberg y que Popper discute).
“La distinción entre sincronía y diacronía es bastante arbitraria. La diacronía pura no existe, y cuando pretendemos estudiar un fenómeno en el plano sincrónico debemos darnos cuenta que estamos ya en la dimensión diacrónica.” La cuestión es que en ese momento la antropología necesitaba empezar por las descripciones sincrónicas. Soto apunta que en esta concepción se corre el riesgo de sustancializar los conceptos, pues las dimensiones no son lugares donde podamos estar.
Desde 1962 a 1972 se dedica al estudio de los mitos. Los hombres crean mitos allí donde el saber no alcanza.
Le llama la atención que el ser humano se dedique a inventar, escuchar con gusto y repetir esas “historias que aparentemente no tienen pies ni cabeza”.
Desmontando el mito en sus elementos elementales se ve que son explicaciones del mundo, como lo son las teorías científicas, pero que en vez de explicar partes, recortes, tratan de explicar todo de una vez: el cielo, la tierra, la vida, el origen, las sociedades, sus costumbres,… todo en un solo relato.
Es una construcción colectiva, que se va generando a base de repeticiones, y en la repetición va sufriendo cambios y añadidos involuntarios, inconscientes.
Entre los indios de América del sur encontró que la diferencia entre naturaleza y cultura se establecía fundamentalmente entre comer crudo, como los animales, o comer cocido (la conquista del fuego), como los humanos. A partir de la estructura de estos mitos, pudo ver que el tema del agua tenía la misma estructura y aparecía como en espejo con el tema del fuego.
Después encontró que había un más acá de lo crudo y un más allá de lo cocido.
5 Caruso, P.: op. cit
La recolecta de la miel salvaje en momentos determinados es como un retorno del hombre a lo crudo, y el tabaco, más allá de lo cocido, es un modo de relación con el mundo de los espíritus.
Según fue trabajando más mitos y los problemas que planteaban, encontró que tenía que ampliar el tema, pero también el área geográfica a América del norte. Para los indios americanos la mujer está más cerca de la naturaleza y el hombre más cerca de la cultura, de modo que tenía que estudiar la cuestión de la feminidad y de la educación de las hijas, en la que reposaba la articulación fundamental y la permanencia de la sociedad.
Alguien me sugirió, dice, que pensara la relación de los mitos con la música, y me parece que el desarrollo de la música occidental a partir del S. XVII coincide con la desaparición de la función social de los mitos, con la aparición de la ciencia. A partir de ese momento son las composiciones musicales las que se repiten y se escuchan con gusto, viniendo a ocupar el lugar vació dejado por los mitos.
En la entrevista que le hace Paolo Caruso (1969) le pregunta acerca de las influencias recibidas:
El término Antropología fue adoptado por los anglosajones desde el S. XIX para abarcar el conjunto de las investigaciones que se refieren a la observación de los pueblos exóticos, pero ya Kant lo había utilizado para designar la parte de la Filosofía que trata de interpretar el fenómeno humano en general.
El punto de partida de Levy Strauss se sitúa en la Etnología, en la observación de los pueblos lejanos en el tiempo y el espacio, pero trata de obtener, de esta observación, principios que sean aplicables, en un nivel precisamente filosófico, a la interpretación del fenómeno humano como tal. La revolución kantiana consiste en apoyar toda la Filosofía en el inventario de las constricciones mentales, las categorías; y eso es lo que él trata de hacer: individualizar algunas constricciones aplicables al espíritu humano en general, a partir de situarse en sociedades lo más diferentes posible. Eso distingue su Antropología de la anglosajona: el que constituye una Filosofía; pero a diferencia de la Filosofía que busca saber en qué medida el espíritu humano es libre, L. Strauss trata de establecer en qué medida no es libre.
Lo que le interesa es investigar si, en el ámbito de lo que se llama ciencias humanas, es posible descubrir cierto número de relaciones rigurosas como las que rigen las ciencias naturales. Se ve claramente en este planteamiento la influencia kantiana.
También Marx es una influencia de su pensamiento, pero “mi Marxismo, dice, a diferencia del de Marx, es un Marxismo pesimista; no veo evolucionar el mundo en el sentido de una liberación.” Su Marxismo “se reduce a unas cuantas proposiciones muy elementales”: que el hombre está en el mundo, que piensa en el mundo, y que el pensamiento humano se manifiesta siempre en relación con cierto número de constricciones. Además “mi obra no pretende transformar la sociedad, me contento con explicar y constato que los hombres mienten a los otros y sí mismos”.
Este comentario lo lleva a hablar de Freud
Freud tiene un doble papel en mi formación, ante todo me enseñó la crítica del significado, a no tomar los términos como se presentan, porque siempre hay una significación oculta, distinta de la que cree la conciencia; por otro lado “me ha enseñado una especie de Marxismo generalizado”.
Con Freud descubre un campo de investigación de los fenómenos humanos mucho más amplio que el considerado generalmente.
Preguntado sobre el estructuralismo en antropología
Con Saussure aprendí que la lengua no es propiedad del hombre, sino que, teniendo unas leyes que el humano ignora y que determinan rigurosamente su modo de hablar y por tanto de pensar, está dominado por ella. Saussure había revelado leyes, similares a las que rigen en la naturaleza, en la lengua, que era lo que él andaba buscando en las sociedades.
En “Las estructuras elementales del parentesco”, había tratado de reducir un conjunto de creencias y usos incomprensibles y aparentemente arbitrarios a algunos principios simples que agotaran su inteligibilidad, en un campo donde las constricciones son evidentes.
Lo que pretende al trabajar los mitos es conseguir descubrir unas leyes del tipo de las encontradas para el lenguaje, pero en un campo aparentemente más libre, para demostrar que hasta el elemento aparentemente más arbitrario del pensamiento humano está rigurosamente determinado, que hasta en sus manifestaciones más libres, el espíritu humano está sometido a constricciones rigurosamente determinantes.
Levy Strauss en Nueva York
Las dos conferencias que da Levy Strauss en Nueva York son muy interesantes para ver como los prejuicios pueden pasar por supuestos valores en esta sociedad “occidentada”, como la llama Jean Michel Vappereau
En los años 60 da en la Unesco una conferencia sobre “Raza e Historia” donde explica que las razas se construyen con rasgos contrarios como los fonemas, que son una construcción cultural, una construcción del lenguaje, que no hay nada en la naturaleza que dé cuenta de ellas. Durante 10 años la Unesco usa esa conferencia para deslegitimar el racismo.
En los años 70 da una 2ª conferencia sobre “Raza y Etnología” donde dice que hay diferencias, que hay rasgos etnográficos diferenciales (en nuestra teorización, son esos rasgos banales y excepcionales que remiten al N. P.) y su planteamiento es rechazado. Él sabía que no iba a ser entendido, que bajo el rechazo al racismo se esconde una tendencia a la uniformidad, a negar las diferencias, que le parece tan rechazable o tan peligrosa como el propio racismo.
Después del holocausto nazi el antirracismo era muchas veces: más una moda de la doxa que el fruto de una reflexión como la de Levy Strauss.
Levy Strauss y Lacan
Levy Strauss asignaba a las ciencias estructurales, como objeto, aquello que “presenta un carácter de sistema”, todo conjunto del que ninguno de los elementos puede ser modificado sin provocar una modificación en todos los demás, proponiendo como instrumento la construcción de modelos y como ley los grupos de transformación que gobiernan la equivalencia entre modelos.
El estructuralismo es un método, pero Levy Strauss ha establecido una serie de afirmaciones generales, fundadas y referidas a los hechos, y ha fundado la relación de lo universal con lo particular sobre los vínculos de transformación de los modelos entre sí.
Como hemos visto, estima que la explicación estructural articula diacronía y sincronía, que una no es posible sin la otra.
Plantea que los hechos humanos son la expresión de una estructura inconsciente, sí, pero ésta es extensible a los fenómenos biológicos y finalmente a los físico-químicos. Ahí no cabe el concepto freudiano de pulsión; toma de Freud, del psicoanálisis, lo que le interesa para su investigación, pero se mantiene en su campo, tampoco critica los conceptos que no toma.
Encontró las leyes de parentesco que rigen las alianzas en sociedades elementales, descubriendo que hay por lo menos una siempre presente: la prohibición universal del incesto; estas leyes obligan a las sociedades a hacer circular a las mujeres en busca de un partenaire permitido. Mucho más difícil sería encontrar esas leyes en una sociedad compleja como la nuestra, pero Levy Strauss afirma que no hay sociedad sin ley y que la que se mantiene universalmente es la prohibición del incesto.
Sin embargo no entiende el complejo de Edipo como modelo, como una estructura que permite pensar la construcción de un sujeto, sino sólo como una versión del mito, porque para él el concepto de sujeto es inadmisible en el Estructuralismo.
Lacan comparte con Levy Strauss la noción de constricción y toma la universalidad de las leyes de parentesco para formalizar el complejo de Edipo como estructura. Pero así como el Estructuralismo de Lacan no es el de Saussure y dice no hacer Lingüística sino lingüistería, tampoco es el de Levy Strauss y podemos decir que no hace Antropología sino antropologistería.
El Estructuralismo de Lacan, que incluye el concepto de sujeto, pero de ese sujeto subvertido respecto del sujeto de la teoría del conocimiento, será trabajado por Milner como hiperestructuralismo, como veremos el año próximo.
Angeles Moltó