
03 Ago Kojève I
Kojève I
Ensayo de una historia razonada de la filosofía pagana I
Esquema dialéctico cronológico del discurso filosófico
Leer a Kojève es toda una experiencia (muy recomendable, les diría).
Lacan lo considera su profesor de filosofía de referencia; Vappereau lo nombra siempre como un buen lector, que consigue hacer un comentario crítico sobre el Sistema de Saber hegeliano, es decir encontrar la razón del discurso de Hegel.
A mi Kojève no me parece fácil, sin poder decir que sea difícil, podríamos decir que no es verdad lo uno y no es verdad lo otro, usando la lógica modificada.
Pero me parece que es más pertinente decir que es muy interesante si uno se toma el trabajo de leer entera cualquier de sus obras, porque podríamos decir que es tan exhaustivo en el desarrollo, que puede parecer que uno pierde el hilo, percibiendo al mismo tiempo que su estilo es absolutamente adecuado a su objeto.
Respecto a su estilo no me parece que sea la lógica modificada la escritura adecuada para el comentario, creo que es mejor usar la banda de Moebius: es oscuro en cada punto y muy esclarecedor si se toma entero.
En esta ocasión, para trabajar esta obra, voy a seguirlo paso a paso, tratando de hacer un comentario, siempre que me sea posible. Si han leído el texto o cuando lo lean, encontrarán que hay puntos que digo exactamente igual que él, cuando me parece que está tan bien dicho, que no encuentro una manera mejor de decirlo. No voy a usar comillas que harían el texto aún más complejo, digo de entrada que este texto no es más, ni menos, que un ejercicio de lectura de una obra fascinante.
Introducción
Kojève es un filósofo hegeliano que hace este ensayo sobre la filosofía pagana para mostrar que el “Sistema del Saber” incluye necesariamente el tiempo, la historia de la filosofía.
Lo que inaugura el Sistema del Saber es un Discurso y el Discurso mismo es el Sistema del Saber, cuyo objeto es la definición del Concepto, cuyo sentido, supuesto a priori, no se desvelará hasta el final del Discurso.
En toda la introducción está presente un fuerte debate entre racionalismo y empirismo; él no se nombra racionalista y no anuncia
el debate, lo hace, simplemente hace una crítica trascendental a los escepticismos empiristas.
Siendo que parte de una Hipótesis para empezar a razonar, descalifica como Filosofía todo lo que llama escepticismos, que incluyen toda forma de empirismo, que, por cierto, predicen la eliminación inevitable y definitiva de toda filosofía del universo del discurso.
Kojève señala que todos estos Escepticismos quedan definitivamente respondidos por Kant de forma comprensiva y comprensible.
Como lector de Kant es lo mejor que he leído, haciendo caso omiso de los post kantianos, que en realidad parecen pre kantianos, pues caen del lado del idealismo que Kant había criticado y superado.
Ya en la introducción hace un sucinto recorrido histórico, a vuelo de pájaro, en el que muestra la necesidad y la fragilidad del Discurso Filosófico.
A partir de Tales, dice, se constata, que el campo que cubre la Filosofía se reduce, desgajándose de ella distintos saberes particulares, salvo el paréntesis de Aristóteles, que vuelve a querer hablar de todo, volviendo a darle a la Filosofía su tendencia universalista, pero que termina al final del tiempo Antiguo.
Durante la Edad Media la teología judeo-cristiana y musulmana toman el monopolio del pensamiento y en la disputa entre la fe -asociada al poder- y la razón, ésta pierde terreno.
El aristotelismo de Tomás de Aquino es muy útil para entender, leyendo a E. Gilson, la noción de Dios, y que leído por Lacan, muestra que lo que antes llamábamos Dios ahora lo llamamos el Inconsciente. Pero está claro que ese aristotelismo no devuelve la universalidad a la Filosofía, sino la predominancia a la fe.
Esa universalidad no podremos rencontrarla sino en los discursos de Descartes, Spinoza o Leibniz, al mismo tiempo que surge la Ciencia moderna, ya desgajada de la Filosofía, pues remiten a paradigmas diferentes. Para Popper la ciencia es verdadera y falsable y la filosofía es verdadera y no falsable.
Kant es el que decide explícitamente no debatir contra la Ciencia, sino tomar el método de Newton para aplicarlo al pensamiento filosófico; ahí da por terminada la guerra entre Filosofía y Ciencias. Pero además, Kant es el primero que renuncia a definir la Filosofía por su objeto de Discurso, tratando de entender el método, la lógica con la que abordar los distintos temas; con ello consigue dar completa cuenta del Discurso específicamente filosófico.
De todos modos, los post kantianos no entendieron nada de la revolución que había representado su maestro, y su aportación hubiera quedado en nada en medio del guirigay, tan habitual también en nuestro medio, si Hegel no hubiera retomado el discurso kantiano, poniendo orden y constituyendo el Sistema de Saber absoluto y asegurando su unidad indivisible.
Desde Kant, la Filosofía puede y debe hablar de todo, pero a condición de hablar también del hecho de que ella habla, tanto como del sentido y el alcance de lo que dice al hablar.
Podríamos decir que Kojève es muy lacaniano, si no fuera que es al revés –Lacan estaba en las clases de Kojève-; en cualquier caso este autor no acepta como discurso serio sino aquel que no olvida el hecho de que se dice y no sólo qué se dice.
Kojève señala que es en Kant, por su interpretación de lo que entiende por sentido de la evolución histórica de la filosofía, donde se sostiene, para decir que es Filosofía el Discurso que habla de todo y del hecho que habla
Esquema dialéctico del discurso
Para iniciar cualquier discurso que se pretenda riguroso tendremos que empezar por un primer enunciado que será una simple toma de posición, que no es de momento sino una Hipótesis.
Una Hipótesis que afirmando algo, que tenga sentido y no se contradiga, producirá en una Tesis, un Discurso coherente, sin contradicciones, que, una vez desarrollado, diga todo lo que se puede decir de su objeto. Lo que implica necesariamente un discurso que diga lo contrario, que también deberá tener el mismo rigor discursivo, que será la Antítesis.
Sin Hipótesis no puede haber ni Tesis ni Antítesis, muestra Kojève. Es una afirmación claramente racionalista, aunque él eso ni lo nombra; para Kojève fuera de este esquema no hay Filosofía.
A partir de esos dos Discursos, que se niegan mutuamente y que no tienen modo de afirmarse uno sobre el otro, aparecerán discursos que intentarán ser menos radicales para poder seguir hablando. Son las Paratesis, téticas o antitéticas, según estén más cerca de la Tesis o de la Antítesis; en un intento de encontrar una Síntesis que se sostenga, pero que no llega a lograrse porque trata de sostener a la vez la Paratesis tética y la antitética, lo que sólo lleva al silencio.
Una Síntesis, que contenga los Discursos contrarios, sin caer sin embargo en la contradicción, tiene que incluir la no simultaneidad, el tiempo necesario para que cada enunciado tenga su lugar temporal.
La Dialéctica hegeliana, que termina en la Síntesis, es entonces una Aufhebung (abolición, conservación y elevación); es la palabra que usa Hegel, como también Freud y que tiene difícil traducción.
La Síntesis suprime dialécticamente a Tesis y la Antítesis, las conserva como pasado y las eleva a un Discurso nuevo. Las Paratesis, sin olvidar que fueron necesarias para llegar a la Síntesis, se suprimen entre ellas de manera no dialéctica.

Esquema crono-lógico del Discurso filosófico
Sólo podemos llamar Filosofía al desarrollo discursivo cuyo acabamiento constituya la totalidad o al menos el elemento constitutivo de la Filosofía desarrollada, dice Kojève.
La Hipótesis filosófica se plantea por la intención de enunciar un discurso cualquiera que responda con sentido a una pregunta filosófica, con la sola condición de que hable también del hecho de que se dice, de cómo se dice y de qué se dice.
La Hipótesis de la Filosofía se pregunta por el Concepto –noción discursivamente desarrollable- en tanto tal, que no es un sentido, que no tiene sentido, que es el sentido en tanto tal, ligado de modo no necesario a un morfema; Kojève dice que ese lazo es arbitrario, en el sentido de no-necesario, Lacan dirá que es contingente.
El Concepto puede ser llamado esencia de un objeto, del que: todo lo que no sea esencia lo llamaremos su cuerpo.
Habrá de entrada una respuesta tética “A” a la Cuestión planteada a la Filosofía por la Hipótesis, luego una respuesta antitética “no A”, luego una serie de respuestas paratéticas que tratarán de resolver la contradicción sin lograrlo, y finalmente un respuesta sintética integradora.
La diferencia, respecto a la tesis de cualquier otro discurso, es que la Tesis filosófica incluye que se hable de su propio decir.
La Antítesis sólo aparece en segundo momento, en una duración que hace que no lleguen a ser contradictorias, a pesar de ser contrarias. La contradicción sólo aparece en las Paratesis, que se plantean a la vez.
Fíjense que el esquema es el mismo que el de cualquier discurso riguroso, lo que cambia aquí es el objeto, el tema, del Discurso filosófico.
En cuanto al objeto de la Tesis filosófica, dijimos, es el Concepto. No es lo mismo lo que se dice del Concepto en un momento, que lo que se dijo en el pasado o lo que se dirá después, y sin embargo, la Tesis filosófica dice que el Concepto es todo y siempre presente, en el sentido de la Eternidad; el Concepto es Eso que es, es la Eternidad. “La identidad de lo diferente es precisamente la duración de lo idéntico, que es diferente de sí mismo en tanto que desplegado” en el espacio-tiempo.
La Tesis dice que S es P necesariamente, en todos lados y siempre.
La Antítesis de la Filosofía afirma que el Concepto es la no Eternidad, que S es P sólo localmente y temporalmente.
Las Paratesis son el conjunto de compromisos discursivos que aparecerán más o menos cercanos a cada una de esos discursos contrarios, que pensados al mismo tiempo resultan contradictorios.
El principio de no contradicción reduce al silencio los compromisos discursivos (A y no-A) entre Paratesis tética y antitética (“el concepto en parte es la eternidad y en parte no es la eternidad)”; y el principio de tercero excluido hace callar a los discursos del tipo (ni A ni no-A) (ni la eternidad, ni la no-eternidad, siendo ésta algo tan impreciso, que incluye un montón indefinido de cosas, que permiten seguir hablando indefinidamente).
La Paratesis convierte los sustantivos téticos: no atenuables, en adjetivos: mucho más flexibles; así deja de hablarse del Concepto como Eternidad o no Eternidad, para hablar del Concepto como eterno, y crear la ilusión de un presencia simultánea de la Tesis y la Antítesis.
Lo eterno es siempre, la Eternidad está fuera del tiempo.
Eterno respecto a qué? Cualquier cosa se nos hace eterna o no, dependiendo de las circunstancias; esa parcialidad y relatividad permite seguir hablando indefinidamente o lleva al silencio.
La Paratesis tética plantea el Concepto como eterno en relación con la propia Eternidad; pero es una eternidad en relación a un concepto distinto de la propia Eternidad para no caer en la Tesis que pretende superar. El desarrollo discursivo coherente y completo de esta noción filosófica llevará a la contradicción y por tanto al silencio; pero si se sigue contradiciendo la contradicción para tratar de seguir desarrollando la noción, se alcanzará un discurso indefinido sin acabamiento posible.
En cuanto a la Paratesis antitética, la situación es aún más complicada, pues si lo eterno no es definible, lo no-eterno aún menos, pues enuncia que el concepto eterno remite a una eternidad que está en el tiempo.
La Paratesis sintética de la Filosofía tiene que afirmar, aunque sea parcialmente, que el concepto eterno se relaciona necesariamente (en todo y siempre) con una Eternidad, que será en la misma medida tan trascendente como inmanente con respecto al tiempo.
Este discurso paratético sintético abrió la posibilidad de discursos parciales o sucesivos, que, aunque indefinidos en el tiempo, pueden abrir la posibilidad al discurso de la Síntesis.
Si se quiere terminar el desarrollo del discurso filosófico, sin contradecirse con lo que se ha dicho al principio o durante el desarrollo, hay que renunciar a poner el Concepto en relación con cualquier cosa, despojarlo de cualquier adjetivo, así como se había presentado en la Tesis y la Antítesis.
La Síntesis no puede decir que el Concepto es la Eternidad, como decía la Tesis, ni la No-eternidad como decía la Antítesis, lo que puede decir es que el concepto es el Tiempo.
La Síntesis es el futuro del discurso, que desarrolla completamente la Antítesis en un presente, en el que nadie desarrolla el discurso de la Tesis, que ya fue desarrollado en el pasado.
En la Síntesis el Concepto deja de ser el de la Tesis o de la Antítesis, deviniendo el de la Síntesis, que es la Espacio-temporalidad.
Esta Síntesis de la filosofía, ya no es ni siquiera filosofía sino sabiduría discursiva, realiza la Hipótesis del discurso filosófico que es la intención de hablar para responder a la cuestión de qué es el Concepto.
El concepto “es”
la Eternidad la No – eternidad
lo eterno en relación con
